Trapacerías
Alberto Vieyra G. lunes 27, Feb 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El fraude electoral en la presidencial de 1988, daría origen a la vida democrática plural en México con el nacimiento del Instituto Federal Electoral el 11 de octubre de 1990.
El PRI que por más de 7 décadas se mantuvo como el gran partido hegemónico de México con muchos asegunes, pero sobre todo con un férreo control de los electores mexicanos, a través del llamado corporativismo sindical y de operaciones electorales fraudulentas como como la operación carrusel que era el acarreo de votantes en masa a las casillas y sin faltar, el embarazo de urnas queda para la historia.
Aquella reforma electoral empujada por la derecha, la izquierda y aún por el PRI, daría origen a la ciudadanización en la vida democrática electoral de México. Un paso fundamental porque el gobierno dejaba de tener el control sobre los procesos electorales en México. Ahora los votos los contarían los ciudadanos, no los mapaches como Manuel Bartlett, como hoy sirve a AMLO siendo protagonista de la célebre caída del sistema que dio origen al fraude electoral que llevó a Carlos Salinas de Gortari de manera espuria a la Presidencia de México.
De ahí pal’real, todas las reformas electorales, aún la impulsada en el 2014 por Enrique Peña Nieto que solamente le cambiaba una letra al árbitro electoral de México que ya no se llamaría IFE sino INE, serían para avanzar y no para retroceder en la vida democrática de México como hoy ocurre con una reforma electoral impulsada por el inquilino de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador, atestada de trapacerías para perpetuar a su partido en el poder.
AMLO sabe y muy bien que ninguna elección en México es igual a otra. Él sabe que el factor AMLO ocurrido en e2018 que lo llevó a la silla presidencial con poco más de 30 millones de votos, no se volverá a repetir jamás.
El Presidente sabe que ese factor ya jugó en su contra en las elecciones federales de diputados en 2021, cuando perdió su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y en bastiones como la capital de la República su partido se redujo prácticamente a la llamada chiquillada y, por último, la pírrica votación lograda en la revocación de mandato. Tan lo sabe AMLO, que por eso impulsa rabiosamente desde Palacio un monumental fraude electoral con una carretada de trapacerías que contiene el llamado “plan B” electoral, que ayer fue aprobado por los paniaguados senadores morenistas.
No hay duda que Morena está condenado a convertirse en un partido que fue flor de un día. Todo eso lo sabe AMLO y por ello, de manera desesperada se ha dado a la tarea de llevar a cabo una reforma electoral regresiva que pretende llevar al árbitro electoral de México a tiempos anteriores a 1990. Por eso su reforma electoral está atestada de trapacerías en la que hasta los tramposos y mapachones duendes se metieron en el llamado “plan B” electoral para intentar darles vida eterna a los partidos que son de la chiquillada mediante votos transferibles del partido del presidente a esas lacras sociales para que sigan agarrados de la ubre presupuestal y comiendo con manteca con nuestros dineros públicos.
En suma, la reforma electoral de AMLO es nauseabunda, grosera, antidemocrática, dictatorial porque pretende acabar con la libertad de expresión de medios de comunicación y con el servicio civil de carrera de miles de mexicanos que durante décadas se han especializado para que tengamos un INE confiable que garantiza la suprema voluntad de los mexicanos.
No tengo la menor duda de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación mandará al basurero de la historia tan nauseabunda reforma electoral de AMLO que pretende revivir al viejo PRI.
¿Usted estará dispuesto a permitir semejante ultraje a la democracia mexicana?