Prisión vitalicia
¬ Augusto Corro lunes 27, Jun 2011Punto por punto
Augusto Corro
- Castigo a asesinos de periodistas
- Penas severas de temporada
- Oríllese a la orilla de Ebrard
Un diputado panista pide prisión vitalicia para asesinos de periodistas.
Óscar Martín Arce promueve la iniciativa de ley en cuestión. Se trata de atender la gravedad en la vulneración de bienes jurídicamente tutelados, como son la vida y la libertad de expresión, entre otras cosas, según el legislador.
¿Alguna objeción? Todas. En primer lugar, contra quién se aplicará dicha ley, en caso de aprobarse, si los sicarios matan y desaparecen. Se vuelven ojo de hormiga. Basta ver la lista con los nombres, de por lo menos, 70 comunicadores que perdieron la vida a manos de sicarios de los cárteles o de los matones enviados por autoridades vengativas.
El intento de penas muy severas contra los asesinos de periodistas no deja de ser una postura facilona y demagógica. Bastaría con el hecho de que los delincuentes fueran detenidos y juzgados con las leyes actuales. El gremio de informadores se daría por satisfecho. No es raro que los diputados o senadores siempre busquen la oportunidad de llevar agua a su molino. Por ejemplo, los verdes, en época de campaña política sacan relucir sus ideas sobre la aplicación de la pena de muerte.
Frases de temporada que les funcionan para llevar al electorado a las casillas y acto seguido olvidarse del asunto. El albiazul Óscar Martín Arce debe empezar por el principio: informarse del número real de comunicadores victimados y cómo se ha avanzado en las investigaciones para capturar a los asesinos. Mejor sería para el diputado panista presionar a las autoridades federales, estatales y municipales, para que dedicaran su mejor esfuerzo a perseguir a los victimarios o secuestradores de periodistas, que en el cien por ciento de los casos los criminales gozan de impunidad total.
De lo anterior se desprende que los caciques y sus respectivas policías carecen de interés para realizar investigaciones que culminen con la detención de los verdugos de los reporteros, columnistas, fotógrafos, etc. Además, a ningún representante de los medios de comunicación aceptaría ser considerado con leyes especiales para castigar a los sicarios, si miles de mexicanos sufren también, en carne propia, los embates de la delincuencia. Ahí están los 40 mil muertos, diez mil desaparecidos y miles de viudas y huérfanos, como resultado fatídico de la guerra del Presidente contra la delincuencia.
Mejor sería que las iniciativas de los legisladores se encaminaran a castigar a aquellos funcionarios públicos que se niegan a escuchar a los periodistas que son amenazados de muerte por los cárteles. Atender, inmediatamente, esas llamadas de auxilio, que al no ser escuchadas, se convierten en finales fatales. De ahí, que los estados norteños, los periodistas opten por solicitar asilo en Estados Unidos.
En la práctica, en la aplicación irrestricta de las leyes vigentes, donde debe sentirse la presión de los legisladores y de todas aquellas autoridades que intentan proteger a los periodistas de las agresiones de los poderosos. Hace ocho días, una familia de comunicadores veracruzanos fue ultimada a tiros.
Murió el columnista Miguel Angel López Velasco, su esposa Agustina Solano, y su hijo el reportero gráfico, Misael López Solano. Las autoridades de Veracruz informaron que el presunto asesino es un ex agente de la policía llamado Juan Carlos Carranza Saavedra “El Ñaca”. Con estos datos, el diputado panista Óscar Martín Arce tiene suficiente material para exigirles a las autoridades veracruzanas que aceleren las acciones para capturar a “El Ñaca”. Esto es más importante que soñar con leyes nuevas que nunca se aplicarán, porque así como nacen así mueren: son ideas que surgen en temporadas electorales de vida efímera.
ORÍLLESE A LA ORILLA
Alguien aconsejó mal al jefe del gobierno capitalino, Marcelo Ebrard. No es con la implantación de un estado policiaco como ganará votos. Amparados en su uniforme, pero principalmente en sus armas de cargo, ametralladoras de la primera guerra mundial, policías capitalinos se encargan de intimidar a los conductores en el Distrito Federal.
Escenario: avenida Talismán, a un costado del deportivo El Zarco. Tarde. Un grupo de uniformados, en desorden total, se dedican a detener a los automovilistas:
-Conago Uno -se escucha la voz intimidatoria de un uniformado.
El conductor detiene la camioneta y busca incorporarse a la cola vehículos para ser revisados.
-Oficial ¿de qué se trata? No he cometido ninguna infracción, mire, vengo con la familia, balbucea el automovilista.
Como respuesta, el genízaro responde:
-Conago Uno.
El uniformado exige la tarjeta de circulación y la licencia.
Nervioso, automovilista y familia revuelven lo que hay en la guantera en busca de los documentos. La lentitud para entregar los papeles provoca el enojo de otros automovilistas que pasan veloces mentando madres.
Los pequeños que viajan en la camioneta no dejan de ver, extrañados, al uniformado, que prepotente, no quita el dedo del gatillo de su ametralladora de colección de museo. ¿Qué imagen se grabaría en la mente de los pequeños?
Por fin, el policía tiene en sus manos la documentación, apunta datos en una hoja que apoya en una tabla: Luego, sin decir una palabra, con una señal, le ordena al conductor que siga su camino. Se le olvida revisar la cajuela. Le ordena otra vez al automovilista detenerse para terminar su trabajo. No encuentra nada incriminatorio en el vehículo: otra vez le hace señas al automovilista, que ni idea tiene lo que significa Conago Uno, para que se marche.
Así, el registro de automóviles continúa interminable.
¿Existe ley alguna que evite ser molestado, registrado en sus propiedades o detenido, aunque sea por un tiempo breve, para satisfacer los caprichos de las autoridades? Es posible. Aunque en el Distrito Federal es seguro que no hay tal ordenamiento. Por cierto, las autoridades deben saber que las bandas de robacoches tienen sus zonas y sus horarios para trabajar sin ser molestados por los policías de los retenes. Por sentido común, ¿no sería mejor revisar en los puertos cual es el destino de los miles de automóviles robados? Es una sugerencia.