Apátridas y criminales
Alberto Vieyra G. martes 21, Feb 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En el año 399 A.C., el filósofo griego Sócrates sería víctima de una criminal junta de gobierno al condenarlo al estatus de apátrida, es decir despojarlo de la nacionalidad para convertirlo en nada y en nadie. El ilustre filósofo optaría por la pena de muerte, antes que aceptar su condición de apátrida en el destierro, es decir un hombre sin origen y sin derecho alguno.
Sí, Sócrates fue reducido en un apátrida por un gobierno autócrata que más tarde sería derrotado por un primo-hermano de Sócrates, pero ese caso de extrema violación de derechos humanos y reducción a la dignidad humana es emblemático, históricamente hablando.
Para la ONU, la degradación de un ser humano en apátrida resulta ser uno de los crímenes más horrendos para la humanidad. Actualmente, son millones el número de personas que padecen ese crimen en el mundo y al cual se han sumado en las últimas dos semanas cientos de nicaragüenses.
Hace un par de semanas, el criminal gobierno dictatorial de Daniel Ortega en Nicaragua expulsó de su territorio a 222 nicaragüenses opositores y críticos que fueron reducidos en nada ni en nadie, pues bajo el cargo de “traidores a la patria” o “apátridas” fueron llevados a Estados Unidos, en espera de que España o alguna otra nación humanista los pueda acoger como sus hijos para que puedan continuar sus vidas con todos sus derechos humanos.
Diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos en el mundo coinciden en una repulsa generalizada contra ese criminal régimen nicaragüense, al que le recuerdan que no sólo es violador de las leyes nicaragüenses sino de los tratados internacionales que prohíben degradar a un ser humano en apátrida.
“Advertimos que la deportación es completamente inaplicable en este caso, porque esta es una figura jurídica migratoria que se aplica específicamente a extranjeros que han cometido delitos en este país. Están llamándole deportación a un destierro que está absolutamente prohibido en todas las legislaciones y las normas internacionales de derechos humanos”.
¿Cuál fue el pecado de los opositores al régimen del dictador Daniel Ortega? ¿Son realmente traidores a la patria? No, porque de acuerdo con el derecho internacional, un traidor a la patria es aquel que estando en guerra su país con otro, vende o proporciona información privilegiada al adversario. No es el caso de los opositores nicaragüenses a los que, según ese criminal régimen, estas personas fueron condenadas por “cometer actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo; por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica de Nicaragua”.
Entonces, ¿dónde está la traición a la patria o por qué reducirlos en apátridas? ¿Dónde está la condena latinoamericana contra un régimen dictatorial que no tolera la crítica y ahoga las libertades convirtiendo a la gente en nada ni en nadie? ¿Dónde está la voz de condena del gobierno de México contra un régimen dictatorial enemigo de las libertades y de los derechos humanos? ¿Será que México está en la misma tesitura dictatorial que Nicaragua, Cuba, Venezuela y otras naciones latinoamericanas donde avanzan peligrosamente las izquierdas fundamentalistas y en espera del resultado electoral que arrojen las próximas elecciones presidenciales del 2024, cuya insana pretensión es de perpetuarse en el poder mediante un monstruoso fraude electoral tras haber destruido parcialmente al INE mediante las cochinonas reformas electorales al llamado “plan B”? ¿Ante el crimen cometido por el dictador Daniel Ortega es menester que el mundo se quede callado o será hora de que como decía Pancho Villa: “A esos dictadores habrá que echarles mentadas que también duelen”? ¿Les dolerán todavía las mentadas o será necesario que despierten los pueblos broncos?