¡Espeluznante!
Roberto Vizcaíno viernes 24, Jun 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El relato de Calderón pintó un país sumido en la maldad extrema, en la corrupción, en la complicidad y en un destino irremediable de muertos y violencia
¿Vio, escuchó, estuvo atento, siguió usted el diálogo del presidente Felipe Calderón con el grupo de familiares de víctimas y organizaciones civiles que encabeza el poeta Javier Sicilia?
El encuentro fue calificado de inmediato por los encargados de la comunicación social de Presidencia, de “histórico”. La calificación deja en claro de entrada que este Presidente acostumbra establecer una relación directa con ciudadanos. Y eso es pésimo.
Por lo demás cada quien repitió lo que ha venido diciendo:
– Los familiares, cercanos y amigos de las víctimas, inocentes por supuesto, las enumeradas dentro del rubro de “daños colaterales de la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada”, directamente o en voz de Sicilia le exigieron a Calderón pedirles perdón a ellos y al país por los 40 mil muertos, así como el establecimiento de una serie de pasos para compensar a los familiares de esas víctimas y promover nuevas leyes e instituciones que los atiendan y beneficien. Por supuesto que le exigieron ordenarles a las fuerzas armadas, agencias policiales e instituciones que intervienen por parte del Estado, del gobierno federal en esta lucha, no sólo resolver judicialmente cada caso de muertos y asesinados en estos eventos, sino iniciar fondos de ayuda. Y Sicilia le exigió además reorientar la estrategia contra la delincuencia y la violencia.
– El Presidente por su parte pidió perdón a medias, pero simplemente no aceptó que su estrategia esté mal ni que haya que modificarla. Nada nuevo: hay delincuentes y por lo tanto ellos son los culpables de todo lo que ocurre en relación al clima de violencia y muerte que afecta al país entero. Él, como Presidente, lo único que ha hecho es ordenar combatirlos y exterminarlos. Y dentro de este esfuerzo pide, exige que quienes le reclaman reorientar su estrategia, reconozcan que el problema no estalló de repente, sino que se incubó durante décadas tras la corrupción y la complicidad con políticos y otras autoridades del pasado, quienes no hicieron nada para detenerlos.
Lo interesante por sobre el encuentro y consecuencias, acuerdos y compromisos asumidos de una y otra parte, fue el espeluznante relato hecho por Calderón respecto de lo que vive el país.
“Sé que hay quienes afirman que la violencia que hoy vive México ha sido generada por el Estado. Que todo es culpa, como usted ha dicho, de que el Presidente decidió lanzar al Ejército a las calles a esta guerra absurda; que se asume, en consecuencia, que la solución es detener esta guerra.
“Sinceramente, Javier, pienso, en este punto, que la premisa está equivocada, y que, por tanto, la conclusión a la que se llega, también está equivocada.
“¿Será cierto que todo es culpa del gobierno? ¿Qué no tendrán nada que ver los criminales que los levantaron, los que los torturaron, los que lo asesinaron, los que aún esconden a los nuestros?.
“¿Acaso no cuenta en la violencia la realidad abrumadora del crecimiento del crimen organizado en el país?¿No dice (esto) nada a los pueblos asustados, que usted encontró en su camino?¿No le dijeron en Zacatecas nada acerca de Los Zetas?¿Y no le dijeron en Durango nada acerca de la gente de El Chapo? ¿No le platicaron, en Torreón, las familias angustiadas de cómo secuestran a los suyos?.
“¿No dice nada la violencia inhumana, bestial con la que actúan esos homicidas? Si por lo menos admitimos que los criminales sí tienen que ver, también, en este problema de violencia, en qué proporción son los criminales, los violentos, los responsables de esa violencia.
“Y si la premisa estuviese equivocada, también puede estar la conclusión. ¿O acaso se piensa seriamente que replegando a las Fuerzas Federales, que en muchas partes son las únicas que combaten a los delincuentes, se terminará la violencia?.
“No parece difícil suponer que al suspender su acción el gobierno, al retrotraer la acción de las Fuerzas Federales, no parece difícil creer que los criminales van a dejar así, simplemente, de secuestrar, de extorsionar, de asesinar. Van a dejar de reclutar jóvenes para satisfacer su apetito voraz de controlar territorios y comunidades.
“Yo creo, sinceramente, que no es así.
“Pero es fundamental que juntos analicemos qué fue lo que nos ha llevado a esta situación tan lamentable y dolorosa para todos, más allá de los dogmas y más allá de los prejuicios que nos impiden ver, como sociedad unida, esta realidad.
“Creo que tan prejuicio es suponer que no cuenta la falta de oportunidades en el reclutamiento de miles de jóvenes para el hampa, o que el tema de las drogas no es un problema de salud. Yo creo que sí lo es. Como suponer, también, que toda maldad viene del Estado y sostener, sin más, el paradigma de que el Estado es el generador exclusivo de violencia, como si los criminales y la maldad, que sí existe, y que ellos encarnan, no existiera.
“Pienso lo contrario. Pienso que ha sido fundamentalmente la acción de los criminales, y no la del Estado, la que nos ha traído hasta aquí.
“Y permítanme explicarlo desde distintas perspectivas.
“No hay violencia porque estén ahí las Fuerzas Federales. Las Fuerzas Federales están ahí porque ahí hay violencia, una violencia que las autoridades locales no pudieron controlar, que las rebasó. Para una presencia federal cuya ayuda solicitaron, y es el caso de Juárez, donde el enfrentamiento entre cárteles precede a la intervención de la fuerza federal, como es el caso de Monterrey, o como es el caso de Tamaulipas, donde la acción del Estado es consecuencia y no causa de una violencia preexistente.
“Yo también, Javier, sinceramente, me he preguntado: ¿Qué es lo que pasó a México, y qué nos ha llevado a esta situación que nadie quiere? ¿Qué es lo que no ocurría antes y que ahora sí ocurre? ¿Qué es lo que precipitó o desató, precisamente, este mal que, creo que coincidimos en ello también, queremos erradicar?.
“Hay algo que es clave para entender lo que está pasando y pienso que es éste: El cambio que se dio en los últimos años en la manera de operar de los grupos criminales. Sí, efectivamente, empieza este tema con el narcotráfico, pero no es un problema para mí ya de narcotráfico. Es un problema de violencia y de crimen organizado. ¿Y cómo empezó?
“La clave para mí es que pasamos de un modelo de narcotráfico tradicional, que buscaba primordialmente llevar la droga a Estados Unidos, a un modelo de narcomenudeo en el que los delincuentes, además de llevar la droga al otro lado, buscan, también, colocar droga entre los jóvenes mexicanos.
“Narcotráfico y narcomenudeo parece una mera diferencia trivial y casi meramente semántica. Pero no lo es. Porque tiene, encierra una diferencia radical que explica muchas cosas.
“Y la diferencia es ésta: El narcotraficante corrompe o intimida a la autoridad para pasar por ahí. El narcomenudista, en cambio, corrompe o intimida a la autoridad para quedarse ahí.
“El primero busca salir pronto y sin ser visto, pasar al otro lado; el segundo busca meterse y quedarse, ser el dueño de la plaza, que se sepa que está ahí, que manda, que es el más violento. Por eso, no sólo asesina, sino también decapita; por eso, deja mensajes atemorizantes con la intención de que sean reproducidos en primera plana por algunos medios.
“Entre el viejo y el nuevo modelo, entre el puro narcotráfico y el asociado al narcomenudeo, hay una diferencia sustancial, que es el problema que nos reúne, y esa diferencia sustancial, es la violencia. ¿Por qué? Porque en el viejo modelo se trata de controlar rutas, y el número de rutas puede ser tan grande como el número de puntos en la frontera. En cambio, en el narcomenudeo, hay territorios completos, territorios que los criminales buscan delimitar, y cuya disputa es, precisamente, el objeto de los enfrentamientos.
“La disputa es territorial, es cuerpo a cuerpo, es para controlar ciudadanos y pueblos; es una disputa violenta de cárteles contra cárteles lo que genera, fundamentalmente, y lo que inicia, la escalada de violencia.
“En el nuevo modelo territorial, un modelo que no es de puntos en la frontera, sino de control de plazas y puntos de venta en todo el país; desde la frontera, sí, pero también en Acapulco, y también en Cuernavaca, y también en Veracruz, y también en Chiapas.
“Hay otra cosa peor. El crimen, al controlar un territorio, se adueña de esa comunidad; desplaza a la autoridad, la corrompe o la mata; y, entonces, secuestra, extorsiona, asalta, viola impunemente. ¿Por qué? Porque la autoridad, o ya no existe, o está a su servicio. Y ahí es donde yo coincido, efectivamente, en la responsabilidad del Estado, que abdica de su deber esencial, precisamente, de defender a los ciudadanos.
“Ellos quieren ser, ahora, la autoridad. Por eso, sustituyen a las leyes de los Congresos por sus propias leyes; por eso, sustituyen a la fuerza pública por sus propias fuerzas; y, por eso, sustituyen la recaudación de impuestos por sus propias cuotas. Y eso es, exactamente, Javier, lo que tenemos que impedir.
“¿Y fue repentino el crecimiento del poder de estas organizaciones? Evidentemente que no. Por supuesto que no. Fueron acumulando un poder soterrado durante años o, quizá, durante décadas. La corrupción tan tradicional en el sistema político mexicano, el miedo, la costumbre de verlos ahí siempre, de hacerlos nuestros, de convivir con ellos, hicieron que esta plaga fuera carcomiendo, poco a poco, las paredes de nuestra casa común, y un día esa pared se cayó. Eso es exactamente lo que ocurrió.
“El seguimiento, el surgimiento de los choques entre bandas, como cortos circuitos que electrizan al país, hacen, precisamente, que esas paredes se derrumben. Y fue una fuerza acumulada de corruptelas, de miedos, de intereses, hasta que un día estalló, como la energía acumulada bajo un volcán, que un día entra en erupción. Así veo yo lo que ha pasado con nuestro México”.
Hasta aquí una parte que consideramos esencial del relato de Calderón. Pero nunca habló ni de reorientar ni de aceptar que existen otras visiones para combatir este mal y es que todo eso, el narco, secuestro, extorsión y todo lo demás, es un negocio, muy importante negocio, que deja miles de millones de dólares. Por eso hay quienes dicen que en lugar de balazos Calderón debiera requitarles el dinero, hacer inviable el negocio porque si no hay negocio no hay violencia ni peleas con miles y miles de muertos. ¿No?