La Constitución y los grandes problemas nacionales
¬ Luis Ángel García miércoles 8, Feb 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A 106 años de promulgada la Constitución Política, el gobierno de la 4T pretende convertirse en el gran reformador porque elevó las dádivas electoreras a rango de Ley Suprema, así como atentar en contra de los organismos autónomos e independientes como el INE y toda aquella dependencia adversa al programa político del presidente.
Con sus reformas a la Carta Magna, más las que logre concretar en el resto del sexenio, contribuirá a las casi 700 enmiendas que ha sufrido el texto original de 1917. Todos los mandatarios han querido perpetuar su estilo personal de gobernar a través de modificaciones a nuestro marco jurídico con el aparente propósito de ampliar las garantías ciudadanas. Pero, en la mayoría de los casos, es la megalomanía lo que se transmite en las iniciativas presidenciales que sólo entorpecen las funciones de las futuras administraciones. Eso sucederá con las pensiones y “becas” para viejitos y “ninis”, millones de beneficiarios que se han acostumbrado a ser mantenidos con los presupuestos de los programas sociales a cambio de su voto para el partido gobernante.
Cabe recordar que los Constituyentes de Querétaro redactaron una de las Leyes más avanzadas del siglo XX, donde no sólo previeron el freno a los abusos del poder, sino que plasmaron las garantías individuales y los derechos sociales más avanzados de la época. También, al acotar el poder omnímodo de un solo hombre, diseñó para nuestro sistema democrático, una República federal, con división e independencia de Poderes, donde no hay supremacía de uno sobre otro.
Sin embargo, esta administración se ha empeñado en hacer trascender su proyecto político populista a sangre y fuego, aunque para ello tenga que vulnerar los preceptos constitucionales que garantizan los límites al presidencialismo excesivo.
Preocupados en la 4T por imponer su proyecto político, han descuidado los verdaderos problemas nacionales como es la crisis económica y la posibilidad de una recesión, a pesar de la fortaleza del peso, y nuestra dependencia de las remesas, cuyas familias beneficiarias -con la paridad menor a los 20 pesos por dólar-, compran menos productos. Otro gran desafío es que empeoramos en la lucha anticorrupción, aunque la narrativa oficial del gobierno dice tener otros datos -por qué ya no saca su pañuelito blanco- y retrocedemos en materia de democracia, amén de que aumenta la violencia del crimen organizado, la cual amenaza la gobernanza y pone en peligro el ejercicio periodístico. Dos ejemplos.
En el Índice de Percepción de Corrupción 2022 de Transparencia Internacional, México cayó del sitio 124 al 126 de entre 180 países, con una calificación de 31 puntos de cien posibles, lo que nos colocó al nivel de Bolivia, Laos y Uzbekistán. Entre las 38 naciones que integran la OCDE, ocupamos el último lugar, y en el G-20, junto con Rusia, estamos en el sótano. En América Latina están mejor ubicados Uruguay, Chile y Costa Rica y estamos peor que Cuba, Colombia, Argentina, Brasil, Ecuador, Panamá, Perú, El Salvador y República Dominicana.
En cuanto al Índice de Democracia 2022 de la revista británica “The Economist”, México retrocedió en la calidad de su democracia, al pasar del lugar 86 al 89 de entre 167 naciones analizadas, al calificar con 5.25 de 10 puntos. El estudio revela que el país vive un proceso de retroceso democrático bajo la Presidencia de AMLO, al poner en riesgo la integridad del INE y el ejercicio del periodismo, donde México es el lugar más peligroso para la profesión. La revista nos coloca como un “régimen híbrido”, entre el autoritarismo y la democracia.
Así que poco puede presumir la 4T de sus logros constitucionalistas; debiera enfocarse en resolver los verdaderos problemas nacionales sin más parches a la Carta Magna. La pobreza no se erradica con dádivas ni se es más democrático con un árbitro electoral “carnal”. Un país más seguro, con crecimiento económico y más equitativo sería el mejor homenaje a los Constituyentes de 1917.