México obedece con sonrisas
Armando Ríos Ruiz viernes 13, Ene 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Mientras la “chairiza” rabiosa festejaba con encono revuelto con exaltación de alegría el arribo de los presidentes Joe Biden y Justin Trudeau, de Estados Unidos y de Canadá, respectivamente, al aeropuerto de Santa Lucía (la Casa Blanca comunicó que el avión presidencial aterrizaría en el aeropuerto Benito Juárez), los “conservadores, fifíes, pirrurris, señoritingos, clasemedieros, etc., se mostraban interesados en los temas que tratarían en la Reunión de Líderes de América del Norte, conjuntamente con el Presidente mexicano.
No es trascendente. Ya conocemos las sobradas limitaciones de esa clase que abunda en nuestro país. Pero llamó la atención de muchos otros, porque festejaron con toda la fuerza de su exultante manifestación, que finalmente, el primer mandatario de la nación vecina hubiera decidido aterrizar en el AIFA, como se lo solicitó su par mexicano. Claro está, entre ellos seguramente no hubo nadie que pensara que se trató de un mero obsequio diplomático.
Los asuntos que más inquietan al gobierno vecino, son el narcotráfico y la migración, temas forzosamente abordados y que se anticiparon desde la segunda detención de Ovidio Guzmán, “El Chapito”, que por cierto y de vuelta a los chairos, festejaron con un sonoro ¡sí se puede! ¡Se pudo y se podía desde 2019, cuando el primer mandatario dio la orden de soltarlo!
La disculpa fue el costo de vidas inocentes. El primer operativo se realizó a plena luz del día. Lo que hace pensar que quienes lo consumaron no tenían conocimiento al respecto. No concibieron que se practican en la noche o en la madrugada, como éste último, para evitar balas perdidas asesinas de incautos.
El narcotráfico ha superado todas las expectativas durante el presente sexenio. La razón es fácil: El mismo Ejecutivo ha permitido con la entrega de una especie de patente de corso, la proliferación de la delincuencia organizada, como nunca en la historia de México. Es fácil advertir en muchos lugares, turísticos inclusive; en los llamados pueblos mágicos, el control que ejercen las huestes del crimen organizado.
Han impuesto renta de piso al comerciante más humilde. Han obligado a los ayuntamientos que ellos mismos fabricaron y administran, a cobrar multas a los automóviles que se estacionan hasta en los lugares más recónditos, en donde visiblemente no estorban a nadie. Han sentado sus reales gracias a la política más absurda jamás concebida: “abrazos, no balazos” y esas son las consecuencias.
Tan sabido es en México, igual que en Estados Unidos, en Canadá y en muchos países que se localizan al otro lado del Atlántico y a pesar de todo soslayado este problema por los mismos mexicanos que aún guardan un amor inusitado a quien paulatinamente, hunde su propio suelo. Pero con un daño colateral a nuestros vecinos que, preocupados, trazaron la logística impecable para detener a Ovidio, el primero de la lista.
Los estragos de esa estrategia irracional llegan forzosamente a Estados Unidos. Las matanzas entre bandos opuestos han estallado en la frontera. México es uno de los proveedores más importantes de fentanilo, la droga que en los dos últimos años ha quitado la vida a más de 200 mil norteamericanos por sobredosis. Luego entonces, la concepción del mandatario del norte es acabar con el mal.
A eso vino. A imponer sus condiciones al pie de la letra. No a sonreír y a contarse chistes los tres participantes. Esto es para la foto. Para la parte diplomática. Lo importante se dirime con el carácter y la fuerza necesarios y no es México, para nada, quien asume esa postura. Es el que sumisamente obedece.
El otro tema importante es la migración, que ya también alcanza niveles inconcebibles. El mexicano aceptó “gustoso”, la deportación de 30 mil migrantes ilegales cada mes a nuestro querido territorio nacional, que seguramente harán competencia con nuestros compatriotas en condición de pobreza extrema. México, pues, tendrá que afrontar otro problema: El de protección y alimentación de otros latinoamericanos, por si no fueran suficientes los que ya padecemos.