Señalada para continuar el desastre
Armando Ríos Ruiz miércoles 11, Ene 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
¿Cómo puede aspirar una persona tan descuidada, tan negligente, tan incapaz, tan ineficiente, a la Presidencia de México? ¿Y cómo el gran elector puede pensar en que cualquiera tiene aptitudes para desempeñar el cargo que a él se le ocurre? Seguro que es eso lo que ha llevado a México al desastre. Porque se necesita un incapaz en la Primera Magistratura, que piensa que cualquiera tiene aptitudes para desempeñar puestos públicos.
No es mentira. Él mismo lo ha dicho. Prefiere 90 por ciento de honestidad y 10 de experiencia, aunque no habló de capacidades y además, no dejó por lo menos uno por ciento de este elemento, más necesario que los otros dos. Pero tampoco ha resultado cierto que sus funcionarios tienen 90 por ciento de honestidad. Hemos visto en la historia que comenzó a escribirse hace cuatro años, que eso del decoro no es más que una farsa.
Dicen, quienes conocen a Claudia Sheinbaum, que tiene más “lana” que un borrego. En los medios se han ventilado situaciones embarazosas de funcionarios que han alcanzado la excelsitud en eso de acumular riqueza y cuando tal ocurre en un servidor público, no hay duda de que el cargo lo ha enriquecido. No se sabe que uno solo tenga tiempo para atender alguna empresa y si esta existe, tampoco se sabe que florezcan por la gracia del Espíritu Santo.
Y para acabarla, el mismo Presidente ha dado muestras de que eso de la honestidad no es más que un slogan de campaña y una insistencia para convencer a sus seguidores que se sostiene en su dicho de acabar con ella. Lo mismo dijo de los pobres, que hay que dedicarles tiempo para sacarlos de su postración. Sin embargo, acaba de revelar que sólo le sirven para sus fines políticos, porque son más fáciles de domesticar que los clasemedieros.
En cuanto al tema, ha dado en sostener contra viento y marea a la señora Sheinbaum, jefa de Gobierno de la capital, su predilecta para sucederlo. La señora debe permanecer sin preocupación alguna por su ineficiencia probada, porque siempre hay funcionarios de segundo nivel que pagan por sus descuidos, aunque se trate del costo de vidas humanas y heridos cuantiosos.
Al señor de Palacio le basta decir que confía en el funcionario que exhibe sus incapacidades. En el caso de la señora, dijo que confía en ella, no obstante que en cada función que ha desempeñado, ondean las banderas de la muerte. Ocurrió cuando era delegada política en Tlalpan, cuando cayó el Colegio Rébsamen. En lo que lleva de jefa de Gobierno ha tenido tres percances funestos en el Metro. Pero continúa pegada al puesto. Es consentida pues.
Muchos mexicanos han observado que su encomienda le importa un bledo. Jamás le ha importado. La delincuencia en la Ciudad de México está a todo vapor y la policía capitalina tiene órdenes de no intervenir, salvo en uno que otro caso. Eso me han dicho los mismos trabajadores de la institución. La extraña situación invita a reflexionar: ¿cuánto se le debe a los criminales, que en México pueden prosperar y actuar a sus anchas, no sólo en la capital, sino en todo el país?
En estos tiempos, con el reciente accidente en la Línea 3 del Metro, la gente observa que la señora está más preocupada por su campaña presidencial que por nada más. Ya se olvidó que tiene un cargo, pero se niega a dejarlo para dedicar su tiempo a hacer realidad su sueño, su verdadera intención.
La ex subsecretaria de Planeación en Movilidad de la Ciudad de México, Laura Ballesteros, señaló que “el abandono que se tiene al Metro… con esta administración, los recortes presupuestales y los subejercicios que han tenido, y agregarle las responsabilidades del gobierno federal al haber desaparecido dos fondos de los cuales se destinaba dinero para el mantenimiento del Metro”, ubica a ese Sistema de Transporte Colectivo en el peor de los momentos con todo y sus consecuencias”.
Luego entonces, ¿cómo podrían confiar los mexicanos, ya no una ciudad, sino todo el país, a una persona cuyos descuidos cuestan vidas humanas?