Poder moral
Alberto Vieyra G. jueves 5, Ene 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El 2 de enero de 2023, el presidente Andrés Manuel López Obrador pagó una carísima factura de 4 años, durante los que no bajó a jueces, ministerios públicos, magistrados y ministros de la Corte de “corruptos al servicio de los machuchones”.
Los agravios contra el Poder Judicial son incontables y esa factura la pagó con 2 carísimas derrotas políticas y jurídicas: La elección de la primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 197 años, la ministra Norma Lucía Piña Hernández y la “muerte” de su carta fuerte para ocupar ese puesto, Yasmín Esquivel, a la que el mundo se le vino encima por haber plagiado una tesis, que ella jura y perjura es propia, pero que es idéntica en un 99% al del abogado Edgar Ulises Báez, quien se tituló 14 meses antes que doña Yasmín, teniendo como asesora de tesis a doña Martha Rodríguez, la asesora de ambos. La máxima en Derecho nos dice que “primero en tiempo, primero en Derecho”.
El asunto es que doña Yasmín Esquivel obtuvo probablemente un título bañado de corrupción e inmoralidad. Con ese título la SEP le otorgaría una cédula para poder ejercer la profesión de abogada en Derecho, la que hoy está ejerciendo como ministra de la Corte, por esas extrañas artes del poder económico y político. Mientras ella no pruebe lo contrario, en la Corte habrá un antecedente de inmoralidad que sembrará la desconfianza y le restará a la Suprema Corte el poder moral que debe tener como una institución independiente de los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Así que, por la salud de la República, de la justicia y de la Suprema Corte, AMLO y la ministra Norma Piña deberán retirar a Yasmín Esquivel del máximo tribunal de impartición de justicia en México. Por dignidad y decoro, la ministra que hoy está en el ojo del huracán político y jurídico debería hacer mutis y dejarse de enredarse más en el escándalo.
La primera presidenta de la Corte en su historia, una vez que rompió con ese infranqueable “techo de cristal”, que a lo largo de casi 2 siglos ejerció el patriarcado en la justicia azteca, tendrá que velar celosamente porque la Corte mantenga su poder moral ante el pueblo de México y cuanto antes, será mejor que marque su raya de un ponzoñoso presidencialismo que a toda costa ha querido que la Corte sea un apéndice del Presidente de la República o una cortesana del Poder Ejecutivo federal. El apego irrestricto al Derecho le dará a la Corte ese poder moral que ha perdido con los presidentes de la Corte que han actuado como serviles al Presidente de la República en turno.
La elección de la ministra Norma Piña nos deja en claro que se puede esperar mucho de ella para que la Corte sea un verdadero contrapeso del ponzoñoso presidencialismo. Ella ha votado en contra, casi en su totalidad los proyectos legaloides empujados por AMLO. Es hora que doña Norma Piña le cobre al Presidente uno tras otro los agravios cometidos contra de jueces, magistrados y ministros, por el sólo hecho de que no se plegaron al supremo poder sexenal. ¿O será que en el ocaso de su mandato y prácticamente sin poder, AMLO seguirá dándole en la torre a la Corte y sólo porque a él se le ocurrió que hay que mandar al diablo a las instituciones? ¿Permitirá la ministra Norma Piña que el Presidente siga socavando el poder moral de la Corte?