Matriarcado en la Corte
Alberto Vieyra G. miércoles 4, Ene 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Desde marzo de 1825, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación había imperado la era patriarcal, que este lunes 2 de enero de 2023 se rompió con la elección de la ministra Norma Lucía Piña Hernández, con lo cual se inicia la era del matriarcado en materia de impartición de justicia en México.
¿Por qué en su discurso la nueva presidenta de la Corte habló de “un techo de cristal”?
Bueno, para doña Norma Piña y para el glosario para la igualdad del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), “el techo de cristal” está considerado como una infranqueable barrera que ejerce el patriarcado sobre las mujeres.
Sobre los hombros de la nueva presidenta de la Corte descansará hacer justicia a una histórica deuda que los regímenes de las revoluciones tienen con las mujeres de la nación azteca: Hacerles justicia y evitar que se siga masacrando a la mujer, pues los registros oficiales y de organizaciones internacionales nos dicen que en México son asesinadas 11 mujeres en promedio al día y en casi todos los casos impera la impunidad, fenómeno que nos exhibe ante el mundo como la meca de los feminicidios en el mundo. Así que la ministra Norma Piña tiene ahora la palabra.
Y la tiene, también, para hacer que la falda se convierta en un verdadero contrapeso del ponzoñoso presidencialismo azteca. Es hora de que la ministra haga que en México sea un ejemplo mundial en donde se aplique todo el imperio de la ley y se ponga fin a una era del Estado de derechueco, es decir que el país está urgido de que impere el estado de derecho.
Los mexicanos estaremos a la expectativa y con el deseo de que la nueva presidenta de la Corte se faje en asuntos torales como la escandalosa militarización del país que de nada ha servido para contener a las mafias criminales y hacer que nuestros juanes regresen a sus cuarteles en el momento en que la Corte declare inconstitucionales los decretos y las leyes secundarias que ha todas luces resultan violatorias de la Carta Magna, esa que el Ejecutivo juró cumplir y hacer cumplir.
Muy pronto, la ministra recibirá las inconstitucionales reformas electorales que consagran que el Presidente de la República y sus canchanchanes del gabinete, pero sobre todo sus nerviosas “corcholatas” hagan campaña electoral gastándose nuestros dineros públicos y que en el caso del Presidente, dichas reformas para desaparecer al INE, lo facultan para que haga descarada campaña electoral desde el púlpito de las mañaneras y ponga fin a la famosa veda electoral que él y el PRD empujaron en 2007, pero que hoy, nos salen con que dijo mi ama que siempre no.
En fin, doña Norma Piña deberá poner fin a ese ponzoñoso presidencialismo y a esa venenosa era del derechueco. ¿Le estaremos pidiendo peras al olmo?
Habrá que desearle éxito porque ese infranqueable “techo de cristal” del cual habló, está cañonsísimo porque topará con poderosos intereses de la derecha, pero sobre todo de la actual izquierda en el poder.
Con la llegada de la ministra Norma Lucía Piña a la Corte se conjuró el arribo de Yasmín Esquivel, la mera mera candidata de AMLO y es que el plagio de su tesis se convirtió en una carambola de muchas bandas que desprestigió a la UNAM, al Presidente de la República y a la Suprema Corte. Tan vergonzoso es ese deshonesto asunto que, si viviese el ilustre oaxaqueño José Vasconcelos Calderón, fundador de la UNAM y artífice de la frase “por mi raza hablara el espíritu”, se volvería a morir, no sin antes exclamar “por mi raza hablarán los plagios”, temas que merecen entregas aparte.