¿Dónde está Adriana?
¬ Augusto Corro martes 21, Jun 2011Punto por punto
Augusto Corro
- No aparece la estudiante
- Buscarán en Venezuela
- Empeño de un padre
Todo un misterio envuelve la desaparición de Adriana Morlett Espinosa, la aplicada estudiante de arquitectura, ocurrida la tarde del lunes 6 de septiembre de 2010 en la colonia Santo Domingo, Coyoacán.
Desde aquella fecha cambió la vida de la familia Morlett Espinosa. Los padres y el hermano de la joven dejaron todo para dedicarse a su búsqueda. Se apoderó de ellos la desesperación, la impotencia y la angustia y el agobio.
La universitaria, de 21 años, tenía un promedio de 9.7 en sus calificaciones. Su conducta era ejemplar. No enfrentaba problemas con nadie. Las policías siguen las pistas que surgen, pero estas no conducen a ningún lado.
Ante la falta de respuesta de las autoridades, Javier, padre de la joven, decidió actuar por su cuenta. No acepta que el caso de su hija sea relegado por funcionarios que se niegan a recibir sus llamadas telefónicas.
Así, junto con su hijo se dedican a seguir todas las pistas que les sugieren o les señalan para bien o para mal, en su portal de internet o en sus teléfonos. Recorren lugares donde existe trata de personas o antros de mala muerte.
Está claro que se trata de una desaparición extraña. El secuestro fue rechazado, porque no recibieron mensajes sobre el rescate. La familia visitó depósitos de cadáveres y no encontró rastros de Adriana.
Apenas la semana pasada aparecieron informaciones periodísticas, en las que supone que la estudiante fue víctima de las bandas internacionales de trata de personas, con ramificaciones en México, Venezuela y Colombia.
Con ese destello de esperanza, la familia de Adriana acudió a la embajada de Venezuela en México a pedir ayuda para agilizar las investigaciones e inclusive viajar al país mencionado a continuar la búsqueda. La respuesta de los diplomáticos fue de total comprensión y ayuda.
A Javier le asaltan los recuerdos de su hija: “Le gusta tanto su carrera que puede pasar horas enteras sin dormir, con tal de terminar un plano perfecto. Es muy ingenua. Todavía ve caricaturas. Duerme con un muñeco de peluche, conserva sus muñecas de la infancia. Sus cuadernos están llenos de florecitas y pajaritos”.
El padre agobiado lanza una advertencia: “A los que tienen a Adriana les propongo un trato: que me regresen a mi hija y yo dejo esta búsqueda. Los dejo de acosar como un perro para encontrarla. Estoy dispuesto a otorgar el perdón a quien lo haya hecho; pero si no me la regresan, no descansaré hasta encontrarla, porque yo sé que el que busca encuentra. A mí me quedan varios años de vida y los dedicaré todos a encontrar a mi hija y a los responsables de su desaparición”.
LOS HECHOS
Según investigaciones de los periodistas, entre otras las de Claudia Solera, de
“Excelsior”, las últimas horas en las que se tuvo contacto con la joven, ocurrieron de la siguiente manera:
A las 18:48 horas, Adriana le envía un mensaje por celular a su mamá. El propósito del correo es para no olvidar el libro que pedirá prestado en la biblioteca de la UNAM, con el titulo de “Arquitectura, teoría y diseño de contexto”, de Enrique Yañez.
Media hora después utiliza su Facebook. Redacta un mensaje: “Comprobando si la luna es de queso”. Le avisa a su hermano que va “rapidísimo a la biblioteca”, porque a las 20:30 horas unos amigos llegarán al departamento para ver unas películas.
De las 19:25 a las 19:40, durante el trayecto de su departamento a la UNAM recibe tres llamadas de Mauro Alberto Rodríguez, de 25 años, estudiante del quinto semestre de la Facultad de Psicología. La espera afuera de la biblioteca.
Adriana sale de la biblioteca a las 19:40 con un libro en la mano. Adriana y Mauro se dirigen a la casa del segundo. La estancia en el lugar es rápida. Ella tiene que estar a las 20:30 en su departamento para la cita que tiene con sus amigos. Se le hace tarde.
Según declaraciones de Mauro, después de varios minutos, la joven aborda un taxi en avenida Aztecas para dirigirse a Copilco, donde se encuentra su departamento, en el que vive su hermano. Aunque no recuerda las placas del vehículo, sí proporciona las características.
A las 20:30 horas, uno de los compañeros de Adriana, con los que había quedado de reunirse a ver películas, llega al departamento. La joven no se encuentra. Su hermano se preocupa y le habla a su papá a Guerrero.
Javier, el padre, intenta comunicarse con su hija; pero no lo logra. Aquí es donde empieza el viacrucis de Javier, quien, angustiado busca a su hija sin más armas que su deseo de encontrarla.
Las especulaciones sobre la situación actual de Adriana surgen ante la falta de mayor información. Mauro, hasta donde se sabe, no recuerda las placas del taxi, pero sí las características del auto. Como último testigo, poco o nada aporta que enriquezca la investigación. Se parte de cero y en esas condiciones poco se avanza.
Un hecho raro salta en este caso: el libro que la estudiante se llevó de la biblioteca de la UNAM, en calidad de préstamo, alguien lo regresó. No se sabe cómo. También, la madre de Adriana recibe una llamada telefónica en la que le dicen que secuestraron a la joven para prostituirla.
Ahora, sólo el empeño de Javier es el único que dará resultados. Cada día que transcurre, la búsqueda se hace más difícil, los escasos rastros desaparecen y la investigación se debilita.
A lo anterior, se debe agregar que nuestras policías dejan mucho qué desear en el renglón de delitos de secuestrados o desaparecidos. La guerra contra la narcodelincuencia las tiene más que ocupadas y se deslindan de su responsabilidad de brindar seguridad a la sociedad.
En unas declaraciones, la diputada Teresa Incháustegui reveló que el Registro Nacional de Personas Extraviadas de la SSP federal documentó la desaparición de 676 mujeres en la última década. De ese total, las dos terceras partes se encuentran entre los 10 y 24 años, es decir, se trata de niñas y jóvenes.
Como señalamos renglones arriba, las investigaciones de Javier encuentran una pista que los lleva a Venezuela, donde podría estar Adriana en manos de una red internacional de tratantes de mujeres. Ojalá.