Hipocresía presidencial
Armando Ríos Ruiz lunes 19, Dic 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Las palabras de condena del Presidente al atentado perpetrado en contra del comunicador Ciro Gómez Leyva, que supuestamente reprueban el deseo de quitarle la vida, sonaron huecas, vacías y saturadas de hipocresía. Desde que asumió el poder no ha hecho más que denostar desde su tribuna mañanera, a todos los periodistas que disiden de su forma de gobernar.
No hay forma de demostrar que él fue quien ordenó su muerte. Pero sí es posible decir que sus maldiciones a la prensa que no concuerda con su forma de gobernar, influyeron en la comisión del atentado. Desde que inició su gobierno, han sido muchos los comunicadores, politólogos, conocedores de la política mexicana y gente común, pero pensante, que han reprobado sus denuestos.
La conclusión de estas premisas dice que luego, sus agravios constantes hicieron su efecto. La escasa inteligencia no le da para imaginar que la voz de un mandatario, pesa toneladas, cuando hay expresiones suyas en cualquier sentido.
No le queda una condolencia hipócrita. Porque resulta fingido condenar atentados que él mismo alienta. Que él mismo construye. Quizá sin darse cuenta. Porque darse cuenta es condición inteligente. Desde que se conoce su biografía, nadie cuerdo conoce una actitud suya que no sea la del político indolente.
Conducta heredada a sus descendientes que presumen de una vida disipada y se jactan de tener mejores condiciones de existencia, comparada con las mayorías mexicanas, que no tienen la fortuna de competir ni en sueños, con esa envidiable forma de vivir y que denuncian lo que es disfrutar en serio, a costillas de un gobierno que esconde las reales intenciones tras la mentira repetitiva, de que trabaja para los pobres.
“¡Primero te condeno y luego me apiado de ti!” Parecen decir sus palabras de condolencias respecto al atentado. Desde el principio de su administración, no han sido pocos los periodistas e instituciones periodísticas, que le han solicitado bajar el volumen de denuestos a la prensa mexicana, porque tarde o temprano, traerían consecuencias funestas.
Jamás escuchó esas advertencias, porque, sencillamente, no cuenta con la inteligencia suficiente para advertir que sus desprecios y calificativos condenatorios tienen una resonancia de consecuencias inimaginables. Para que esto sea posible, hay que contar con un coeficiente no alto. Sí aceptable.
Seguramente, si hubiera un atentado contra Loret de Mola o contra “Brozo”, a quienes ha denunciado penalmente, diría que lo siente desde lo más profundo de su corazón. Y habría incondicionales, chairos, que creerían en esas palabras huecas e hipócritas. ¡Seamos honestos: no le queda!
Apenas el miércoles anterior al atentado, el Presidente dijo con ese dejo de sarcasmo que no abandona, que escuchar a Ciro y a otros periodistas que se manifiestan contrario a su forma de gobernar, es dañino para la salud. ¿Acaso no es más dañino para la salud de los mexicanos, recomendar salir a la calle e inundar restaurantes y centros comerciales sin cubrebocas y con escapularios, durante la pandemia que acabó oficialmente con un millón de mexicanos y que está de regreso, con sus crueles y despiadadas advertencias?
Ponerse al tú por tú con los periodista y con cualquier clase de crítico, es una demostración plena y contundente, de que no tiene la mínima capacidad para entender o percibir que la diferencia de pesos es como la del boxeador gigantesco, de más de cien kilos, que se enfrenta a uno de menos de cincuenta kilos o mejor, a un niño.
Eso de que “tenemos diferencias que son del dominio público”, es precisamente prueba contundente de que no existe la mínima capacidad para diferenciar su peso frente a cualquier ciudadano que sin lugar a dudas, sin discusión, podría recibir daño, por el sólo hecho de mencionarlo con palabras de repudio de su parte. Definitivamente, su mente no le ayuda a entender.