La política exterior mexicana
¬ Luis Ángel García domingo 9, Ene 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Curiosa resulta la nueva interpretación de la política de no intervención y respeto a la autodeterminación de los pueblos consagrada en la Doctrina Estrada. Desde el púlpito de Palacio Nacional se ha recriminado al gobierno norteamericano las intentonas de interferir en los asuntos internos de México cuando la Casa Blanca considera que afectan la seguridad nacional de los americanos. Tal es el caso de las actividades de los agentes de la DEA en territorio nacional, los reclamos sobre la porosidad de nuestras fronteras para el paso de droga, especialmente del fentanilo, o la pasividad aparente de México en el combate al narcotráfico, así como las afectaciones a la inversión norteamericana en las energías limpias o el petróleo, donde el gobierno mexicano exige el respeto a la soberanía nacional y a su política en materia energética.
Pero que tal para entrometernos en los asuntos internos de otros países, como ha sido el enfrentamiento con Panamá, donde se insultó a la canciller centroamericana por cuestionar la designación de un embajador impresentable, la defensa de la vicepresidente de Argentina, acusada y sentenciada por corrupción o recientemente el conflicto con Perú por querer rescatar al “soldado Pedro Castillo”, ex presidente inca, quien enfrenta cargos de sedición y corrupción al pretender dar un fallido golpe de Estado que lo salvaría de la defenestración por parte de su Congreso. O el asilo del impresentable Evo Morales y el consentimiento a la dictadura en Nicaragua, donde están encarcelados candidatos políticos y periodistas.
La acción injerencista del gobierno mexicano se disfraza de solidaridad con los pueblos latinoamericanos y la defensa de la democracia, cuando aquí quiere destruir una institución ciudadana que alienta nuestra autodeterminación para elegir a los gobernantes.
Personajes supuestamente democráticos, no lo resultaron tanto, sino unos corruptazos que ambicionan el poder y el dinero. Indefendibles los casos de Castillo y Kirchner, quienes arropados en un populismo setentero pretendieron ocultar sus prácticas dictatoriales y su gusto por el dinero mal habido.
Candil de la calle y oscuridad de su casa, así es la estrategia del gobierno mexicano, quien se niega a reconocer al nuevo régimen peruano, como en su momento lo hizo para consentir a la administración de Biden y la de la presidente de Bolivia. Pero rápidamente felicita a Lula, quien se tuvo que ir a una segunda vuelta, o a los presidentes de Chile y Argentina, aunque este último haya tomado distancia de la 4T después del nombramiento del titular del BID.
A doscientos años de las relaciones con Estados Unidos, no nos queda el papel de Niños Héroes, porque finalmente hacemos lo que nos mandan. Frente a la crisis migratoria de centro y sudamericanos, así como de caribeños, México se ha convertido en un tercer país seguro desde la época de Donald Trump y no necesitan construir un muro, simple y sencillamente basta con que lo ordenen para que el gobierno mexicano blinde sus fronteras y tenga que dar techo, alimentación y salud a miles de trashumantes que son rechazados todos los días por los gringos, a pesar del anuncio de que recibirían a más indocumentados, incluidos los mexicanos.
Por lo que hace a las drogas, para efectos de propaganda es muy lucidor decir que ya no operan impunemente los agentes norteamericanos en nuestro territorio, pero sería muy infantil pensar que así sucede. A diferencia de las acciones que tomaban las anteriores administraciones para detener a objetivos claves con la ayuda de la DEA, la política de abrazos, no balazos de este gobierno demuestra que no existe una voluntad oficial para detener a los capos, pero ello no significa que las autoridades norteamericanas no hagan su trabajo sin la ayuda de los mexicanos. Tal vez por ello no hay mucho interés de los gringos por frenar el tráfico ilícito de armas, como forma de presionar al gobierno para que selle las fronteras e impida el paso del fentanilo. Eso es lo que debe ocupar a México y no defender a corruptos disfrazados de defensores del pueblo.