Riqueza mal repartida
Freddy Sánchez jueves 15, Dic 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si algo abonara al buen recuerdo del gobierno de Andrés Manuel, por encima de cualquier otra cosa que se le reconozca, lo serían los programas sociales de su gobierno que nadie podrá ignorar.
Se trata de una de las realizaciones institucionales con alto significado político y social que dejará un precedente imborrable en la memoria colectiva de beneficiarios y no pocos de sus familiares “eternamente agradecidos”.
Porque haber creado una opción de mejoría económica familiar entre una gran cantidad de pobladores de México (un poco de distanciamiento con sus lamentables carencias como algunos dicen para aclarar), es obviamente un beneficio que se le agradecerá al Presidente durante mucho tiempo. En ese sentido, podría afirmarse que existen actualmente veintisiete millones de razones que apoyan esa convicción o conjetura según se quiera ver.
Y es que esa es la cantidad de personas que en la administración de AMLO quedaron incorporados en los programas sociales instituidos con el respaldo de un amparo constitucional para que difícilmente se elimine en el futuro dicho beneficio que como uno podría imaginar se trata de un patrimonio familiar “caído de las arcas públicas”, pero dado sin fecha de caducidad a los que se ven favorecidos de este apoyo oficial.
Así que habría que preguntar: Qué político se atrevería a cancelar los beneficios sociales que Andrés Manuel puso en manos de veintisiete millones de personas.
Una inmensa cuantía que en opinión de opositores al gobierno en turno equivale a una gran masa electoral que el Presidente forjó, sabedor de que la mayoría de esa gente estaría dispuesta a corresponder con su reciprocidad en las urnas cada vez que haya elecciones.
Algo que quienes fustigan lo que ven en la administración actual, no han tenido empacho en calificar de “convenenciero y tramposo”, puesto que a su decir lo que se les regala a los más necesitados en México tiene el evidente propósito de convertirlos en “seguidores devotos” del gobierno de Andrés Manuel, durante y después de su mandato sexenal favoreciendo a los candidatos a puestos de elección popular que Morena (otra creación de su inventiva) decida promover en varios sexenios en los que el morenismo aspira a conservarse en el poder presidencial.
De ahí la idea de dar impulso a un acto de humanitarismo pagado con los dineros que todos tributamos, siendo que en resumidas cuentas la acción institucional serviría al provecho personal del creador y distribuidor de ayuda para la gente, esperando ser reconocido y aclamado como “el jefe de jefes” de la Cuarta Transformación ( dicho sea de paso), admirador de los “Tigres del Norte”, cantantes del tema referido.
Una especie de “poesía de liderazgo” pudiente e invencible de un sólo hombre al que todos le rinden pleitesía, disfrutan de sus favores y se entregan con una lealtad prácticamente de esclavos “por siempre”.
Nada o mucho que ver con el estilo de gobernar y las aspiraciones de permanencia en el ejercicio del “poder tras el trono” que unos ven y otros niegan absolutamente que pueda atribuirse al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y en ese aspecto, lo que se puede decir sin temor a equivocarse es que los programas sociales poseen un poder seductor que lógicamente se presta a creer que servirá a fines de cooptación electoral por mucho tiempo. Igual que sucedió con el PRI con otros “favores” con propósitos electorales.
Con una diferencia: Los programas de la 4T llegaron para quedarse y financiarse con dinero público para beneficio electoral del que gobierne, aunque justo en ese punto podría estar una falla no prevista ni resuelta.
Y esto tiene que ver con crear las condiciones para que las empresas ganen bien, paguen mejor a sus trabajadores y puedan colaborar con el financiamiento de los programas sociales sin tener que mermar las finanzas públicas. O sea: Generar mucho dinero y poner fin a la riqueza mal repartida.