Reforma electoral: probadita
Armando Ríos Ruiz lunes 12, Dic 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El Presidente ha presumido a lo largo de su sexenio de ser el hombre más honesto del mundo. En la práctica ha demostrado que de eso no tiene nada. Solapar a sus funcionarios visiblemente corruptos y hasta famosos por ese “pequeño defecto” o los desplantes de sus familiares, primos, hermanos e hijos, cuyos alardes de corrupción son bien conocidos, muestra claramente que el señor de Palacio miente sin freno, como lo hace diariamente en sus mañaneras.
Realizar una marcha que costó, para algunos, casi dos mil millones de pesos y para otros mucho más, no es un acto que pueda aplaudirse, toda vez que obedeció a su anhelo de sentirse popular, halagado, endiosado, por personas acarreadas desde sus lejanos hogares en la provincia, para demostrar a los ciudadanos que habían hecho otra, sin más esfuerzo que la convicción genuina de protestar contra su pésima forma de gobernar, que la gente lo adora.
Está demostrado que efectivamente, buena parte de la ciudadanía siente devoción por él, pero fundamentada en las dádivas bimestrales de dinero. ´Ésta misma ha expresado frente a mis breves interrogatorios, que le tienen afecto, pero tienen miedo de perder esa prebenda y por ello no se atreverían a contravenirlo o a dejar de votar por los candidatos impuestos por su voluntad.
Ha pregonado a diestro y siniestro que la transformación del INE es para evitar que los adversarios cometan fraude en las elecciones. Los expertos observan que es precisamente para que los fraudes los cometa él mismo, porque quiere un organismo electoral dirigido por algún incondicional, para que le avale hasta la forma de respirar y sus pésimos chistes, indignos de un mandatario, como citar parte de las canciones de su paisano Chico Che, para burlarse de los opositores que emiten críticas a sus desplantes.
En virtud de que la oposición impidió que se avalara la reforma electoral como la propuso el Ejecutivo, el miércoles pasado fue presentado y aprobado el denominado “plan B”, cuyo contenido fue aprobado por los flamantes diputados de Morena, sin siquiera leerlo. ¿Qué clase de representantes populares son, que no tienen la mínima capacidad, sino sólo para obedecer? La noche del martes fue llevado y a las cuatro de la mañana fue aprobado. ¿A qué horas leyeron y estudiaron más de 300 cuartillas? De por sí muchos no saben siquiera leer.
Pero el dichoso plan contenía muchos errores que se van a enmendar en la Cámara de senadores en el curso de esta semana, siempre con ventaja para el que lo propone. Se ha dicho que el Presidente no sabía nada de eso. Pero, ¡caramba! Ni siquiera el secretario de Gobernación. Nadie advirtió los errores garrafales. Don Adán Augusto López dijo que se eliminarán los del “guardadito” de dinero no usado por partidos y la flexibilización en la permanencia del registro de partidos. Quizá otros también. ¿O se les cayó la intención?
Lo anterior no es más que una prueba de lo que puede ocurrir en 2024, en las elecciones para Presidente de México. No podemos adelantar, pero sí imaginar el tamaño del fraude que ya debe incubarse en las filas de Morena, por muchas razones: el Presidente quiere a toda costa perpetuar su mandato, ya sea por el mismo o por una de sus famosas “corcholatas”, porque su tranquilidad peligra debido a tanto daño causado durante su ejercicio.
Más que la de sus amigos, le preocupa también y mucho, la tranquilidad de sus familiares más cercanos, que han incurrido en actos deleznables que se han convertido en tendencia en las redes sociales, sin que estos muestren preocupación, por pensar que el que manda es una especie de Supermán, el hombre que vino de un planeta lejano y en la tierra adquirió superpoderes.
Jamás ha reconocido una derrota. En la Presidencia, con poderes casi plenipotenciarios, no aceptaría que un extraño a Morena le arrebatara la inmensa autoridad aglutinada durante su permanencia en Palacio. ¿Alguien se atrevería a sostener que será respetuoso de un resultado adverso naturalmente? Con su “plan B” acaba de enviar un mensaje claro de lo que viene para el futuro cercano.