Retroceso de 50 años
¬ Luis Ángel García miércoles 7, Dic 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A pesar de que Plutarco Elías Calles institucionalizó la Revolución Mexicana y con ello acabaron las asonadas militares, las ambiciones políticas continuaron y se propició el asesinato de candidatos, como sucedió con el propio Álvaro Obregón, o las ejecuciones del general Francisco Serrano en Huitzilac, opositor al sonorense. 1952 quedó marcado por la masacre de henriquistas, luego del fraude electoral que llevó a la presidencia a Adolfo Ruiz Cortines. Adolfo López Mareos carga con la muerte del revolucionario y líder campesino Rubén Jaramillo.
No fue fácil la pacificación de los grupos posrevolucionarios. Se requirió de un pacto informal para decidir que los mandatarios saldrían del Partido Revolucionario Institucional, para lo cual se diseñó un esquema electoral que garantizó por décadas el arribo del candidato oficial a Los Pinos. Esa función correspondió a la Secretaría de Gobernación, a través de la Comisión Federal Electoral (CFE), órgano colegiado que presidía el titular de la política interior, con la legitimación de un notario público ad hoc, así como representantes de los partidos con registro; el subsecretario encargado de los asuntos políticos era el secretario técnico. La fachada democrática de la CFE permitía la realización de todo tipo de anomalías para legalmente garantizar el triunfo del candidato del presidente.
Por la CFE desfilaron infinidad de partidos y de políticos de renombre, desde el clandestino Partido Comunista hasta las rémoras como el Verde Ecologista, el del Trabajo, el Social Demócrata, el PARM -refugio de los militares que nunca pudieron ser el cuarto sector del PRI- o el Popular Socialista. José Woldenberg, Jorge Alcocer, Diego Fernández de Ceballos fueron comisionados en su tiempo. La conducción férrea de la política interior, por muchos años, hizo que funcionara la maquinaria electoral, donde también se manejaba el padrón de votantes. El colmo del cinismo era que los propios diputados, palomeados en Gobernación, se calificaban a sí mismos en el Congreso, erigido en Colegio Electoral.
Las presiones internacionales y la efervescencia política nacional, obligaron al gobierno salinista a reconocer los primeros triunfos de la oposición, Ganaron la gubernatura de Baja California, luego vinieron las “concertacesiones”, donde a pesar de los triunfos tricolores, se daban las sillas a la oposición, como ocurrió en San Luis Potosí, Guanajuato o la alcaldía de Mérida. Pero correspondió al ideólogo Federico Reyes Heroles abrir las puertas de la democracia y garantizó el acceso real de la oposición al poder Legislativo, aún sin ganar las elecciones, mediante la representación proporcional.
El controvertido presidente Carlos Salinas también posibilitó la creación del Instituto Federal Electoral (hoy INE), el cual empezó bajo la férula del titular de Gobernación, pero finalmente se logró la ciudadanización precisamente con José Woldenberg.
Desde entonces, el árbitro electoral ha sido garante de procesos transparentes e inobjetables, con un manejo escrupuloso de los datos personales de los sufragantes. El IFE es ahora un referente mundial en la organización de comicios. La ciudadanización de las elecciones es, sin lugar a dudas, la mayor contribución del órgano autónomo a la democracia mexicana.
Por eso no tiene ningún sentido regresar al control estatal de los comicios, como hace cincuenta años. De darse ese regreso al esquema del viejo PRI, pierden los electores, ya que no habría garantía de que se respete el voto, además de las sospechas que despertaría el uso discrecional de los datos del padrón si vuelve al ámbito de competencia de Gobernación. Parece que la 4T tiene añoranza por el populismo de los setenta, donde con un baño de apertura democrática, se ocultaba la verdadera política controladora o represora. Esperemos que con ello no se haga una invitación al retorno de los asesinatos políticos.