Un sentido réquiem por el aeropuerto que perdimos
Miguel Ángel Rivera lunes 21, Nov 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Como muchos aficionados al deporte más popular del mundo, no me perdí la inauguración del Mundial de Futbol de Qatar, pero los aspectos deportivos se los dejo a los especialistas y lo que quiero expresar es la envidia que sentí al conocer el impactante y funcional aeropuerto de la capital de esa nación, Doha.
A riesgo de ser descalificado y censurado por aspiracionista, sentí nostalgia (si se puede tener ese sentimiento por algo que no existió) por el destruido aeropuerto de Texcoco que, como el de Doha, iba a tener el calificativo de HUB. Vale aclarar que ese término se utiliza sobre todo en las tecnologías de la información y se define como “concentrador o ethernet hub, un dispositivo para compartir una red de datos o de puertos USB de una computadora” y en el sector aeronáutico se refiere precisamente a una terminal aérea que, por su ubicación y equipamiento, es la preferida para interconectar rutas aéreas procedentes de diversas partes del planeta.
Por un simple capricho que se intentó justificar con supuestos propósitos de ahorrar en beneficio de los pobres para imponer una política de austeridad, esa obra que había ganado reconocimiento internacional, desde que apenas era un proyecto, fue reemplazada por lo que el ingenio popular de inmediato bautizó como “central avionera”, en referencia a las funcionales, pero muy austeras terminales de autobuses que operan en la Ciudad de México.
Lo del pregonado ahorro tampoco se justifica, pues se desperdiciaron decenas de miles de millones de pesos en destruir lo avanzado —según algunos cálculos, el 30 por ciento— y otros tantos en indemnizar a las empresas que tenían contratos para realizar parte de esa obra monumental. A ello, se deben agregar otros muchos miles de millones de pesos, invertidos en el nuevo aeropuerto, cuyo total no se puede conocer por haber sido clasificados como asunto de seguridad nacional.
El resultado: Un aeropuerto que no logra cumplir la misión para la cual fue creado, reemplazar una terminal aérea saturada y sin posibilidades de crecimiento, la cual para el acelerado desarrollo de la industria aeronáutica resulta casi obsoleta a sus 70 años, el aeropuerto de la Ciudad de México, que empezó a operar en 1952.
Ni para carga está listo el semidesierto AIFA
Tan ineficiente ha resultado el “flamante” Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles que ya se puede sumar, post mortem, a las muchas afrentas que en vida padeció el intachable militar que fue el general revolucionario, cuyo nombre ostenta. Las líneas aéreas de pasajeros se niegan a trasladar allá la mayor parte de sus vuelos porque sus clientes simplemente se niegan a ir a un sitio en donde carecen hasta de los más elementales servicios, aunque encuentren apetitosas tlayudas.
Lo peor es que, apenas ayer, algunas de las más importantes empresas dedicadas al transporte de carga anunciaron que no trasladarán sus operaciones a Santa Lucía, como se conocía a la base aérea sobre la cual se construyó el “flamante” nuevo aeropuerto comercial.
De acuerdo con una nota de Milenio, “a ocho meses de haberse inaugurado el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) su transportación de pasajeros muestra un escenario positivo, incluso con crecimientos de 90 por ciento en algunos periodos, sin embargo, el movimiento de carga está prácticamente detenido y sin planes de las aerolíneas cargueras para inaugurar alguna ruta.
“De acuerdo con el informe del periodo enero-septiembre de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), la única operación registrada al respecto fue en septiembre en la ruta Tijuana-AIFA, con 7.8 toneladas.
“Este vuelo fue realizado por la empresa Aerounión como parte de la inauguración de la terminal de carga del aeropuerto, ubicado en Santa Lucía, Estado de México; sin embargo, solamente representó una operación, ya que no se tuvo programación para hacer más trabajos al respecto en los meses posteriores.
“Ahora no hay carga en el AIFA todavía. De momento, ningún carguero se ha ido, no hay nadie, sólo hubo un vuelo de Aerounión”, informó en entrevista con Milenio, Frank Nozinsky, director de Lufthansa Cargo para México.
De hecho, esta información no resulta sorpresiva, apenas el pasado 9 de mayo, el subsecretario de Transportes de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), Rogelio Jiménez Pons, reveló que el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) “actualmente no está en condiciones de recibir operaciones de carga por la falta de infraestructura sino hasta en tres o cuatro meses”.
De acuerdo con nota informativa del diario El Economista, Jiménez Pons anunció que el plan del gobierno mexicano para reducir la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) contempla un decreto para trasladar las operaciones de carga al AIFA, al mismo tiempo que reconoció que mientras México no recupere la categoría 1 por parte de la FAA, la carga con Estados Unidos será afectada.
“En el decreto está considerado el tema de la categoría, tenemos que dar tiempo a los operadores, primero recuperamos la categoría y entonces luego se van al AIFA. Soy optimista y esperemos que sea recuperada en cuatro meses”, dijo.
“Al mismo tiempo, el subsecretario reconoció que, aunque el decreto se da por la saturación del AICM, la saturación no está arriba (en el espacio aéreo), sino en las áreas públicas del servicio que vuelve inoperantes ambas terminales.
“Está saturado, pero no son tanto las operaciones, sino la infraestructura en tierra. Las salas, los pasillos, los baños, el estacionamiento, y el acceso, por eso enviaremos la carga al AIFA”, agregó.
Hasta allí los motivos para la pesadumbre por la pérdida de un aeropuerto que estaba destinado a formar parte de los mejores del mundo.
Del Metro capitalino, comparado con el modernísimo de Doha, mejor ni hablar. En los últimos cuatro años no aumentó ni un centímetro y a los 26 muertos y casi cien heridos en la Línea 12 todavía no se les hace justicia.
Para que la cuña apriete…
A pesar de que sus inicios en la política se dieron en las filas del PRI y de que alcanzó su máxima conquista en el partido que él mismo fundó, Morena, el presidente Andrés Manuel López Obrador alcanzó proyección nacional a su paso por el PRD y, por eso, ahora que enfrenta la oposición del instituto político del que fue dirigente nacional y candidato presidencial, se puede decir con toda seguridad que, tanto el político como el partido vienen de la misma fuente.
Esto viene al caso cada vez que el partido del sol azteca se coloca en primera línea de la oposición a las ocurrencias del primer mandatario.
Ahora es el caso de la marcha a la que ha convocada por jefe del Ejecutivo para el domingo venidero, supuestamente a petición de sus muchos seguidores a quienes identifica como el “pueblo bueno y sabio”, aunque en realidad se trata de un acto de culto a la personalidad, pues no le resulta admisible que una gran cantidad de personas de toda la República hayan protesta contra su planteada reforma electoral, la cual por cierto sigue el proceso legislativo aunque de antemano se sabe que no reúne los votos necesarios para validar cambios a la Constitución.
El caso es que el PRD presentó una protesta ante el Instituto Nacional Electoral (INE), precisamente la institución autónoma que el jefe del Ejecutivo pretende desaparecer o someter a su control.
La demanda del PRD pide a la Comisión de Quejas del INE ordenar que se suspenda la difusión de la (contra)marcha convocada para el venidero domingo 27 de noviembre.
La queja del PRD destaca que esa marcha es promovida, además del partido Morena, por funcionarios públicos, lo cual contraviene dos principios fundamentales para asegurar una lucha política en términos igualitarios y evitar el uso de recursos públicos para beneficio de una corriente política o para una persona en particular, así sea el Presidente de la República.
Los ex compañeros de López Obrador estiman que al convocar a esa marcha se hace promoción personalizada a su favor, mediante el uso indebido de recursos públicos.
La denuncia incluye a la “corcholata” favorita, Claudia Sheinbaum, a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y al gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, pero es difícil saber si el INE asumirá ese compromiso que puede agudizar sus diferencias con la llamada cuarta transformación.