Misoginia electoral
Freddy Sánchez jueves 27, Oct 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El amor y odio con todo su poder podrían ser los factores determinantes para resolver la próxima sucesión presidencial en México.
No importa quiénes sean los contendientes, tampoco si son hombres o mujeres, si se les ha criticado mucho o no tanto, si se les reconoce talento y experiencia en los quehaceres a realizar, porque nada de eso parece decisivo para incitar al electorado a elegir al sucesor o sucesora de Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de México. La percepción de lo que ha venido sucediendo a lo largo de la presente administración en el país así lo indica, con una tendencia en la intención de voto a favor o en contra del candidato de Morena, sea quien sea.
Una gran oportunidad para que la candidatura presidencial de este instituto la represente una dama; en especial Claudia Sheimbaum si se le pregunta en las encuestas internas a los morenistas, según lo divulgado al respecto. Y por parte de la oposición, aunque podría haber discrepancia, la que en apariencia se ha perfilado mejor es Lilly Téllez.
En ambos casos bajo el incesante “juego graneado” de las críticas en las redes sociales, siendo las más vapuleadas con descalificaciones y por lo mismo sobre quienes se ha radicalizado el estar a favor o en su contra con vehemencia. Así entonces, queda claro que Claudia y Lilly son las mejor posicionadas en el ámbito público para ser contendientes presidenciales con posibilidades de ganar dependiendo de tres factores.
El apoyo decidido que pudiera cada una recibir de los “padrinos políticos” en estos casos necesarios y la capacidad personal de las contendientes de despertar a su favor más amor que odio entre los electores que a fin de cuentas decidirán a quién elegir.
Así que de ser dos representantes de la figura femenina las que reciban la encomienda de buscar la elección presidencial para Morena y la oposición, (suponiendo que ésta última se unifique en vez de resquebrajarse), el electorado nacional por primera vez estaría obligado a escoger entre mujeres al sucesor presidencial.
Sobre el particular, es de hacer notar que confirmándose a Claudia como la abanderada morenista el apoyo del Presidente que los simpatizantes de Morena dan por hecho en la actualidad se incrementará a todo vapor a favor de su candidata. En tanto, lógicamente la oposición, con una dama en el otro bando, obviamente, tendrá que hacer lo propio a efecto de movilizar a la masa electoral insatisfecha y molesta con el actual gobierno, con la finalidad de incitar la plena disposición de adversarios y críticos de Morena a respaldar su propia candidatura a la primera magistratura de la nación.
Así pues, las opciones masculinas en la contienda (frente a dos féminas en Morena y oposición), difícilmente se harán notar como posibles ganadoras, a no ser que en el frente morenista y el opositor por insatisfacción con el nombramiento del candidato presidencial, (mujer o no), se busque una tercera alternativa electoral ajena a lo que por el momento hace ver más posibilidades de éxito al grupo político, integrado por Morena y aliados o el bloque opositor en caso de continuar y según sea el que logre más adhesiones y evite rompimientos internos.
De tal modo, que lo único que dificultaría una contienda entre mujeres, obviamente, sería una ruptura al interior de las filas en las organizaciones partidistas alineadas con Morena o el frente opositor y lo que algunos siguen viendo como una especie de desconfianza o rechazo hacia la mujer para el cargo presidencial.
Una cuestión que en ciertos sectores podría obedecer al machismo tradicional que se resiste a desaparecer totalmente. Con presencia todavía en altas esferas del poder.
Así que un obstáculo más a librar por las damas en su aspiración presidencial tendrá que ser la misoginia electoral.