Tailandia, tierra de sonrisas y aromas
¬ José Antonio López Sosa miércoles 15, Jun 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Bangkok, Tailandia.- Si me pidieran resumir Tailandia en dos palabras contestaría: sonrisas y aromas. La gente sonríe mucho, no obstante tengan los problemas de un país en vías de desarrollo -por mucho más desarrollado en muchos sentidos que México- siempre tienen ese semblante en la cara, sobre todo con el turista, una hospitalidad que rebasa idiomas, culturas, usos y costumbres.
En Tailandia la gente sonríe no sólo con el gesto, también lo hace a la vida de distintas maneras, con un amplio principio de respeto por sí mismos y por su entorno, los tailandeses mantienen su ciudad limpia, sus comercios e incluso desórdenes con un sentido de uniformidad donde el respeto por el medio ambiente es profundo y admirable, una forma sencilla y honesta de sonreírle al planeta.
Sus ríos se conservan como hace miles de años, siendo una vía de comunicación, una fuente de vida y motor de esas sonrisas que van por doquier, a pesar de tener mercados flotantes y casas construidas por decenas en las orillas de sus ríos, es difícil encontrar basura en ellos, por el contrario, los peces bajo las embarcaciones abundan y los niños nadan bajo sus casas a plena luz del día y a pocos kilómetros del centro de la ciudad, una vida agitada y serena a la vez que comparten a través de sonrisas con el que visita sus tierras.
En todos lados encuentra uno un gesto amable, no porque los tailandeses vivan en la abundancia o estén sin problemas por la vida, al contrario, quizás porque en el fondo ese dejo de bienvivir a través de las sonrisas les hace la vida más liviana, hecho que se comparte desde que uno aterriza en la gran ciudad de Bangkok y penetra en los poblados en los alrededores.
Los aromas son otra característica fundamental, en todos lados -incluyendo mercados públicos y callejeros- las flores y esencias llenan el ambiente, entre jazmines y eucaliptos, rosas y frutas frescas como piña o mangostán estimulan este sentido que quienes vivimos en grandes urbes, pareciéramos haber perdido. Caminar por las calles y percibir estos aromas tan distintos y tan gentiles son una experiencia que en pocos lugares se puede tener de forma tan permanente.
Los templos con ese aroma místico de los inciensos orientales, de las ofrendas de jazmín y de las decenas de flores que se ven en los alrededores.
Las sonrisas y los aromas son sólo el principio de la experiencia, quizás la parte sensorial que recibe a quien visita estas tierras, lo último o lo primero, como quiera que se le vea, una bienvenida al otro lado del mundo, a una cultura distante y cercana y al mismo tiempo una despedida que queda impregnada como un sólido recuerdo de un país que sonríe a quienes le visitan y sobre todo, que se sonríe a sí mismo a pesar de los pesares, por ello el visitar Tailandia más que un simple viaje, es una experiencia en todos sentidos.
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