Coincidencias de la historia
¬ Francisco Reynoso martes 18, Oct 2022Triple Erre
Francisco Reynoso
Rafael Leónidas Trujillo gobernó República Dominicana de 1930 a 1961. De esos 31 años de “La era Trujillo”, el caudillo ejerció 18 de forma directa y 13 mediante presidentes títeres que él mismo impuso, entre ellos su hermano Héctor. Huelga decir que los fantoches los manipuló como le vino en gana.
Trujillo se hacía llamar de varias formas: Generalísimo, título que le concedieron las fuerzas armadas; Benefactor de la Patria, que, se decía, le acomodó el “pueblo sabio”; y excelencia, que utilizaban regularmente sus colaboradores.
En los barrios y en los figones, al dictador la gente ordinaria lo llamaba El Chivo y Chapitas.
Leónidas Trujillo, cuentan los historiadores, tenía un carácter muy similar al de Manuel Andrés López Obrador. Le gustaba burlarse de sus enemigos, jamás mostraba signos de debilidad, minimizaba las crisis sociales y los problemas económicos. Para todo mal siempre tenía otros datos.
El generalísimo, benefactor de la patria, repudiaba a los gringos, pero los toleraba. Franklin D. Roosevelt mantuvo como embajador a Henry Dearbon, quien en realidad era jefe de la CIA. Trujillo siempre lo supo; también que Dearbon planeaba su derrocamiento, pero lo tenía siempre a la vista y frecuentemente lo recibía en el Palacio de Gobierno y lo invitaba a tomarse unos tragos de Johnny Walker -“Juanito correcaminos”-.
Entre el dictador Leónidas Trujillo y Dearbon había una relación de antipatía disfrazada de cordialidad. Era muy similar a la que tienen Andrés Manuel López Obrador y Kenneth Salazar, embajador de Washington en México.
No robarás ni traicionarás
En su libro La Fiesta del Chivo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa presenta un diálogo entre el Benefactor y Johnny Abbes, director de Inteligencia y matón oficial del gobierno.
Y ese diálogo bien podría ser entre López Obrador y el general Luis Cresencio Sandoval.
Hablan de que Abbes abrió un negocio muy productivo, autorizado por el generalísimo.
¬ Otra cosa más que agradecerle, excelencia —admitió el coronel Abbes—. La verdad no se me hubiera ocurrido. Nunca me interesaron los negocios. Abrí Ultramar porque usted me lo ordenó.
¬ Prefiero que mis colaboradores hagan buenos negocios a que roben -explicó el benefactor- Los buenos negocios sirven al país, dan trabajo, producen riqueza, levantan la moral del pueblo. En cambio, los robos lo desmoralizan…
Coincidencias de la historia.
La lista de los 41
Corre la versión en corrillos políticos que uno de los cercanos a López Obrador propuso que la lista de figuras de la que podría surgir el candidato de la oposición a la Presidencia de la República la dejara en 41.
Finalmente fueron 42. Y López Obrador se divirtió como enano al plantear que PRI, PAN, PRD y MC podrían echar mano de uno o una de esa lista.
La lista de 41, cuya fama nació en tiempos de Porfirio Díaz, tiene implicaciones que ahora podrían protestar las organizaciones lésbico gay.
Fue cuando la policía hizo una redada en un tugurio en el que se reunían homosexuales para jugar, beber y divertirse. En total se arrestó a 42 personas, la mayoría vestidas de mujer. Uno de ellos era Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz. Se le excluyó y por ello la lista quedó en 41.
Hubiese sido un motivo de mofa que López hubiese aprovechado. Y se hubiera desmarcado diciendo: “Son los que hay, y no hay más”.
López Obrador fue prudente y se optó por presentar la lista completa de los 42 perfiles.
El tiro es con Monreal
Llegaron las huestes de Adán Augusto López Hernández a Zacatecas, la tierra de Ricardo Monreal.
Con el lema: “Que siga López… estamos A(u)gusto”, recorrerán los 58 municipios y harán hincapié a la gente que el proyecto de transformación de México no debe frenarse.
Con Enrique Bernaldez Rayas al frente, las huestes de Adán Augusto buscarán no ganarle público y adeptos a Claudia Sheinbaum, sino a Ricardo Monreal.
Dicen los augustinos que “el tiro no es con Claudia, sino con Monreal”.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos