Calderón, en guerra directa contra el PRI
Roberto Vizcaíno martes 14, Jun 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Calificar al largo régimen priísta de autocrático fue reducirlo a una monarquía, a una dictadura, a algo ajeno a él, algo por lo que ahora es señalado por propios y extraños, al recurrir al muy probado método priísta de la línea, el dedazo, y la manipulación de escenarios para imponer sus decisiones sin escuchar ni tomar en cuenta a los mexicanos
Para nadie es ya un secreto que el presidente Felipe Calderón odia y no soporta al PRI. Y evidentemente que hace y hará lo que esté en su mano y decisión para que los tricolores no regresen a Los Pinos.
De ahí que haya decidido echar ahora el resto contra los tricolores.
Ayer, ante los miembros del Consejo Coordinador Empresarial dijo que el país no soportaría ya las crisis económicas que vivió México en los 70 y 80 y se mostró sorprendido sólo de pensar lo que vivieron los empresarios en esas épocas.
“A mis amigos aquí presentes que fueron presidentes del CCE hace 35 años, ¡híjoles!, qué épocas les habrá tocado vivir, por ahí del 75 o los 80… las crisis durísimas que le tocó vivir a México, pero la crisis del 76 fue de balanza de pagos donde a México se le acabaron las reservas y reventó el país.
“Y en 81 y 82 México reventó por falta de reservas y en 87 otra vez. Y en 94 no se diga y antes de que llegara cada una de esas crisis pues todo mundo contaba como cuántas reservas nos quedaban y se inventaban indicadores como este, yo más o menos recuerdo: no, no se preocupen, tenemos reservas para pagar nueve meses de importaciones o seis meses de adeudos de deuda externa. Y ahí más o menos los seis meses no duraban pero ni segundos cuando se sabían esas noticias”, precisó.
Luego les pidió ayuda, apoyo para concluir bien su sexenio:
“Yo les propongo a ustedes que por Cámaras o Asociaciones me hagan llegar las cosas que ustedes harían en mí lugar, como Presidente de la República. La verdad es que a mí sí me gustaría ver. A ver en este año y medio qué podemos hacer. Y yo con todo gusto.
“Miren si lo que quiero hacer es eso, completar ese esfuerzo de transformación del país, que hemos iniciado desde el 2006, antes en muchos aspectos también. Y que tiene que completarse. Yo sé que es un proceso permanente y largo. Pero en este caso, a mí me interesa concluir la administración de este gobierno con un México verdaderamente transformado en varios frentes”, les indicó acompañado por el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, su abierto precandidato presidencial.
El domingo, al encabezar la graduación de un grupo de estudiantes en la Universidad de Stanford, California, había acusado al largo régimen priísta de haber implantado en México la autocracia.
Y autocracia, según la Real Academia de la Lengua es: el “Sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”.
En realidad no dijo nada que no se supiera.
“Queridos graduados de Stanford: permítanme compartir con ustedes una experiencia personal. Cuando yo tenía su edad, México todavía tenía un régimen autocrático, todos los gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido.
“Durante muchas décadas, ese único partido controlaba todo: lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo. Cuando los estudiantes, como ustedes, protestaban, eran masacrados. Muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos.
“Sin embargo, en el país, permaneció viva la esperanza y hubo una lucha decidida y pacífica en aras de la democracia.
“En Morelia, de donde soy originario, fue precisamente mi padre, quien organizó la oposición. Eran épocas muy difíciles. Mis hermanos, mi hermana y yo íbamos con él en esta cruzada heroica y utópica. De niño, me encantaba salir a entregar trípticos, tocar en puertas y gritar los lemas, a través de un sistema de sonido antiguo, desde el techo de una vieja camioneta.
“Paso a paso, la fuerza de la democracia empezó a crecer. Lamentablemente, el fraude electoral también creció y un día dije: basta. Lleno de ira por el frustrante abuso de poder, acudí a mi padre y me quejé de que nuestros esfuerzos eran inútiles. Por qué tanto esfuerzo si a la gente no le importa, y cuando sí les importa, el gobierno nos roba los votos y las victorias; entonces, qué caso tiene papá. Y él me dijo: entiendo tu enojo, pero estamos haciendo esto porque es lo correcto, es nuestro deber moral ante el país.
“También me dijo: quizá nunca lleguemos a ver a nadie de nuestro partido como Presidente, o gobernador, siquiera, pero la única manera de cambiar pacíficamente a México es apelar a la conciencia de la gente y si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará.
“Él falleció antes de la transformación profunda de México hacia la democracia. Y varios años después, contra todo pronóstico, me eligieron Presidente de México.
“Creo que nunca pude agradecerle lo suficiente sus buenos consejos. Y como no se lo puedo decir a él, personalmente, se los diré a ustedes en su lugar: jamás, jamás dejen de defender sus ideas y sus sueños. Crean y luchen por algo que puedan legar a los que vienen después de ustedes, y no duden en sus esfuerzos, porque al final el poder del hombre para crear es mucho más grande que su poder para destruir”.
Calderón cerró su intervención exhortando a los estudiantes a vivir su vida, con pasión y siempre en busca de su libertad.
Había cumplido su objetivo. Era obvio que lo que dijo repercutiría aquí, en México, justo en el centro de dos grandes procesos electorales: el que ahora mismo viven en el Estado de México, Nayarit y Coahuila y el que ya corre para la Presidencia de la República en 2012.
Anteayer mismo el senador Manlio Fabio Beltrones, presidente del Senado y coordinador de la bancada del PRI en esa cámara, advertía que la guerra sucia, de lodo, surgía de Los Pinos y de la voluntad del propio Presidente.
No debió esperar mucho tiempo. Ese mismo domingo desde Stanford Calderón lo confirmaba.
Es por demás evidente que su apreciación de lo que fue el régimen priísta, pretende impactar y causar miedo, temor entre los votantes que de alguna forma han decidido ya sufragar por alguno de los candidatos del tricolor.
Calificar al largo régimen priísta de autocrático es reducirlo a una monarquía, a una dictadura, a algo ajeno a él, que ahora es señalado por propios y extraños de recurrir al muy probado método priísta de la línea, el dedazo y la manipulación de escenarios para imponer sus decisiones sin escuchar ni tomar en cuenta a los mexicanos.
Calderón tampoco fue lejos por la respuesta:
Uno de quienes desde el priísmo le respondió fue Emilio Gamboa, dirigente nacional de la CNOP quien le recordó que todavía le falta año y medio para concluir su mandato por lo que “yo no le recomiendo el rencor y el odio que puede sembrar entre los mexicanos faltando tanto tiempo para que termine su gobierno”.
Acompañado por Roberto Sandoval, candidato del PRI a gobernador de Nayarit, Gamboa indicó que al acudir a este tipo de argucias antipriístas evidentemente electoreras, Calderón muestra su desesperación.
“Esas expresiones las entenderíamos si vinieran del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, pero no cuando vienen del Presidente de todos los mexicanos.
“Ese no es el papel del Presidente de la República”, subrayó.
Le comentó que lo que quieren los priístas, es que gobierne para todos, “porque es lo más conveniente para el país”.
Preocupa, concluyó, que Felipe Calderón se haya convertido en un Presidente sectario y partidista, cuando su responsabilidad es con todos los mexicanos
En un tono similar y como vocero del CEN del PRI habló también el diputado federal hidalguense David Penchyna.