Guacamaya pone en evidencia la corrupción dentro del Ejército
Miguel Ángel Rivera lunes 10, Oct 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Muy a su estilo, el presidente Andrés Manuel López Obrador le restó importancia al hackeo de archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), pues aseguró que su gobierno informa puntualmente de lo que realiza, y aprovechó para reiterar que las fuerzas armadas están a salvo de la corrupción.
Cuando se dio a conocer que la organización autodenominada Guacamaya había sustraído gran cantidad de documentos (seis terabytes, que son una enormidad), el primer mandatario aseguró que esa operación no afecta a su gobierno, pues a diario se informa sobre las actividades de las fuerzas armadas. “No, porque todo está dicho, acuérdense que nosotros informamos todos los días, aquí vienen el secretario de la Defensa, de Marina, la Secretaría de Seguridad Pública cada mes”, recalcó.
“Si se actúa con transparencia, que es la regla de la democracia, si no se miente, si se habla con la verdad qué problema puede uno tener”, destacó López Obrador.
La primera revelación, a cargo de un medio electrónico permanentemente repudiado por López Obrador, Latinus, fue respecto a su propia salud. Ya se sabía que tiene algunos padecimientos, pero no que había sido trasladado e internado de urgencia en el Hospital Militar debido a un riesgo de infarto.
Pero eso no fue todo. Días después, tuvo que reconocer que no se habían dado a conocer los planes, ya muy adelantados, para crear o revivir una línea aérea para dársela a administrar a la Sedena bajo el argumento que así se evitaría que se volviera a privatizar, como ocurrió con Aeroméxico y la desaparecida Mexicana de Aviación.
De paso, la planeada aerolínea serviría para lograr una posible solución a otro asunto que se le ha “atorado” al jefe del Ejecutivo, pues no ha podido deshacerse del no avión presidencial, a pesar de que los prometió desde antes de tomar posesión. Teóricamente esa lujosa nave se destinaría a vuelos internacionales a cargo de la aerolínea militar, que completaría su “flota” con diez aviones que serían rentados.
Con todo, siempre quedó la duda de los secretos que se podrían descubrir con la revisión de los documentos sustraídos al Ejército, pues esto todavía no termina. Según estimaciones elementales, si esos archivos electrónicos se convirtieran en documentos escritos llenaría miles de archiveros.
Las pesadillas podrían agravar los males cardíacos de AMLO
A pesar de su despreocupación inicial, nuevos hallazgos de quienes revisan los archivos sustraídos por Guacamaya tal vez provoquen que el jefe del Ejecutivo empiece a tener preocupaciones, pues de tratarse de una persona común seguramente perdería el sueño y le provocaría pesadillas.
“Documentos hackeados a la Sedena revelan que un proveedor de armas para un grupo criminal tenía su base de operaciones en el Campo Militar 1 de la Ciudad de México y otro cerca del octavo regimiento en Almoloya; vendían granadas en 26 mil pesos y los delincuentes hacían pedidos de miles de municiones”.
Así dice el párrafo de presentación de un documento titulado #SedenaLeaks revela corrupción militar: venden armas del Ejército a criminales, que aparece en el portal de otra de las organizaciones de la sociedad civil que el presidente López Obrador califica de adversarios: Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
“De acuerdo con la información, el 10 de junio de 2019 la Sedena tuvo conocimiento de que un militar ofrecía equipo táctico, armas y granadas, además de proporcionar información de movilidad y operativos de fuerzas armadas a una célula de un cártel del narcotráfico que tiene su base en Tejupilco, en el Estado de México; dice la nota informativa distribuida por la agencia EFE, que consiguió la autorización de MCCI para tener acceso a su estudio.
La nota agrega:
“El 31 de mayo (de 2019), el militar ofreció a operadores del grupo delictivo 70 granadas de fragmentación a un costo de 26,000 pesos (1,297 dólares) cada una; la célula delictiva confirmó la compra de 8 de ellas, las cuales fueron entregadas en Atlacomulco, Estado de México”, según el informe militar que recoge MCCI.
“Además, de acuerdo con el informe de la Sedena, el proveedor de armas era otro presunto integrante del Ejército, al que los criminales se referían como “antiguo” y que tiene su base en el Campo Militar Número 1 de la Ciudad de México.
“Sin embargo, el reporte revela que no se conoce la identidad de ambos militares, aunque se menciona que el militar que abastecía las armas a la célula delictiva era identificado por los criminales como “nuevo comandante” y tiene el rango de coronel.
“Las llamadas interceptadas refieren que un líder criminal le pidió al militar “dos millares de municiones para fusil AK-47, cinco millares para R-15 y 50 cargadores de cada tipo de rifle”.
Estas revelaciones, aunque ilegales e inválidas para llevar al caso a un juez, deben poner en alerta a los jefes de las fuerzas armadas y en particular al jefe supremo, el Presidente de la República, pues generan dudas en torno a sus declaraciones acerca de lo incorruptible del Ejército nacional.
Dada la organización vertical de las fuerzas armadas, no es dable suponer que esta información no haya llegado a los altos mandos y, si fue transmitida, no se conocen posibles consecuencias.
¿Será un tema de seguridad nacional? ¿Por eso no se ha hecho público el proceso para identificar y consignar penalmente a los culpables del tráfico de armas? ¿Ya fueron juzgados conforme al fuero militar y están en una prisión también militar? O ¿están libres?
Esta revelación desvirtúa lo expresado por López Obrador en sus conferencias mañaneras. Dijo que el impacto de los documentos extraídos a la Sedena no será relevante.
Al respecto, es de considerar que, presumiblemente, en México es muy difícil que un particular pueda obtener una licencia para portar un arma e igualmente para adquirirla. De hecho, desde hace muchos años han desaparecido las armerías, incluidas las que vendían cartuchos para fines deportivos (cacería), y la única forma de adquirirlos legalmente es a través de la Dirección de Comercialización de Armamento y Municiones.
Para comprar armas de calibres no limitados para el uso de las fuerzas armadas, se tienen que llenar muchos requisitos, para empezar con una cita por medios electrónicos.
Aún así, hay estudios que revelan que existen cientos de miles o millones de armas en posesión de particulares.
Aunque un poco atrasado, vale mencionar un informe de la Procuraduría General de la República (PGR) enviado en marzo de 2008 al Senado de la República, en el cual se estima que en México circulan 15 millones de armas ilegales, además de 5.5 millones cuyos propietarios cuentan con permiso de portación expedido por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Ese reporte aparece en un estudio más amplio sobre el tema preparado por el entonces diputado Carlos Flores Rico con el título ¿Es posible detener el tráfico de armas?
Allí, el entonces legislador menciona que “estimaciones de Small Arms Survey, sugieren que hay un circulante que podría llegar a 16.5 millones de armas en 2004, del cual el 85% se considera en status ilegal.
“De acuerdo con la “Encuesta de armas pequeñas 2004: derechos en riesgo”, realizada por el Instituto de Postgrado
de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, la estimación de las armas sin registro está “entre 2 y 15 millones”, mientras que las armas en manos militares serían 1 millón; además de unas 425 mil detentadas por oficiales de policía.
“El Gral. Jorge Serrano, Director de la Unidad Especializada de Lucha contra el Terrorismo y el Tráfico de Armas y Municiones de la PGR aseguró que el tráfico de armas es el segundo delito en importancia del crimen organizado en México, después del tráfico de drogas”.
Mucho más reciente, el 24 marzo de este año, Marcos González Díaz, corresponsal de BBC News Mundo en México incluyó en su despacho estos apuntes:
“En efecto, a medida que la violencia aumentó en México, los grupos criminales adoptaron en la última década un enfoque cada vez más militarizado en sus tácticas y, sobre todo, en sus armas.
“De contar con viejas armas soviéticas en el pasado, los carteles pasaron a utilizar desde fusiles característicos de ejércitos en guerra hasta los drones con explosivos de tecnología más sofisticada, pasando por la fabricación de sus propios vehículos blindados o incluso submarinos.