El mercado de Chatuchak en Bangkok
¬ José Antonio López Sosa lunes 13, Jun 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Bangkok, Tailandia.- Una de las muestras más claras de folclor y cotidianeidad del pueblo tailandés es su forma de comerciar, la visita al gran mercado de Chatuchack (que opera sólo los fines de semana y es catalogado como el más grande del mundo) representa para los locales una experiencia comercial y para el turista todo un atractivo para comprar y conocer a los tailandeses.
Se llega fácilmente mediante el Metro, en la terminal Mo Chit (N8) se dejan ver desde unos kilómetros antes de llegar los poco más de 18 mil puestos que concentra.
Llegamos el domingo alrededor de las 9 de la mañana, en varias naves industriales estaban ya los locatarios instalando su mercancía, ropa, mascotas, comida, artesanías, frutas y verduras, pescado, en fin, cual central de abastos se encuentra de todo y a todos los precios.
El regateo es una costumbre clara en el comercio tailandés, parecido a lo que vemos en México en algunos mercados, el precio inicial siempre es rebatido por el comprador, curiosamente aunque el comerciante no hable inglés y el cliente no conozca nada de tailandés, una calculadora escribiendo los números es suficiente para lograr la comunicación y el acuerdo sobre el precio y el producto, así una bata de seda -por ejemplo- que comienza en 300 bats (10 dólares) llega a venderse hasta en 90 bats (3 dólares) después de algunos minutos de regateo.
A pesar de los más de 30 grados Celsius que a diario se alcanzan en Bangkok, no hay un solo olor desagradable en el mercado, así como tampoco basura o alguna escena de suciedad como estamos acostumbrados en los mercados latinoamericanos, el respeto por el entorno que viven los tailandeses los hacen ser de este modo, limpios y respetuosos hasta del pasillo donde venden sus mercancías.
Hay una parte de comida donde se puede degustar la auténtica comida tailandesa, puerco, pato, pescado, arroz, especias, frutas y dulces de la región, una verdadera muestra gastronómica, donde por muy poco dinero se pueden degustar guisos de todas las regiones de Tailandia.
El mercado resulta un lugar cosmopolita, gente de diversas partes del mundo, lo mismo musulmanes de los Emiratos Árabes que hindúes, chinos, japoneses, europeos, norteamericanos y latinos, cual torre de Babel todos los idiomas convergen y dejan sus ecos por los pasillos del mercado.
Al mediodía la gente brota por decenas de los pasillos, en los accesos los taxis y “tuk-tuks” (taxis en triciclos motorizados) esperan a los turistas y camiones y vagonetas de transporte colectivo esperan a los locales. Caminamos de nuevo al Metro para regresar al centro de Bangkok entre sonrisas y saludos tailandeses que los comerciantes en los alrededores del mercado dan a los turistas.
Es curioso como a través del comercio en un mercado se puede conocer más de la identidad de una nación y una sociedad, en este caso el visitante se lleva un trozo grande de Tailandia no nada más en las compras, sino en la experiencia de estar por unas horas caminando por los pasillo de este gran mercado de Chatuchak.
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