Las reglas no escritas
¬ Francisco Reynoso martes 20, Sep 2022Triple Erre
Francisco Reynoso
Dice la sabiduría popular: “Hay que ser cochinos, pero no con tanta trompa”.
Cualquiera similitud con la “nomenclatura” de Morena —así denomina Ricardo Monreal a quienes se han apoderado del partido y de las decisiones—, no es mera coincidencia. Es con premeditación y dedicatoria.
Mario Delgado Carrillo y Citlalli Hernández permanecerán al frente del partido un año más del periodo de tres años que estaba legalmente previsto.
En 2020, Delgado Carrillo venció en las encuestas a Porfirio Muñoz Ledo y asumió el mando para un periodo de tres años. Este fin de semana el congreso nacional le autorizó ampliar un año más, hasta 2024, y le dio facultades para que sea el CEN quien determine la forma de elegir candidatos, entre ellos el presidencial.
Ya se conocía la forma. López Obrador dijo que quería encuestas y ni modo de llevarle la contraria. Así será, mediante encuestas que ganará quien quiera López que gane.
Verdes, campeones indiscutibles
Pero no crean que los “morenos” son peores que los priistas, perredistas, panistas. Todos son iguales de transas.
Si cabe una excepción sería la del Partido Verde Ecologista. Estos cuates sí no tienen comparación.
Son los campeones de las trácalas y de la cargada. Tienen tal desvergüenza que si en 2024 la coalición Va por México de PAN, PRI y PRD gana la elección presidencial, digamos con Gabriel Quadri para ser exagerados, los primeros en limpiarle el piso y lustrarle los zapatos serían los verde ecologistas.
Decíamos que tratándose de abusos de poder, todos los partidos son iguales. Morena no inventó la corrupción, porque la inmensa mayoría de quienes hoy se dicen diferentes, empezando por el presidente López Obrador, proceden de los mismos establos.
López Obrador, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Augusto López, entre muchos más, nacieron en el PRI y luego pasaron por el PRD.
Larga historia del PRI
El agandalle de la cúpula de Morena es censurable, pero Mario Delgado y sus compinches no son los inventores de esas prácticas corruptas.
¿Cómo llegaron a la Cámara de Diputados Alito Moreno, Carolina Viggiano, Rubén Moreira y Cristina Ruiz, entre otros miembros de la nomenclatura tricolor? Con el mismo método que Mario Delgado y Citlalli Hernández, con el abuso de poder por delante.
¿Como llegó Enrique Ochoa a la presidencia del PRI? Porque así le dio su real gana al presidente Enrique Peña Nieto. Y para que, sin chistar, impusiera a José Antonio Meade, que no era priista, como candidato a la Presidencia de la República.
López Obrador quería un pichón y Peña se lo puso en bandeja. ¿Como llegó Roberto Madrazo a la candidatura presidencial en 2006?
Primero se hizo de la presidencia del PRI y luego, atropellando a quien se cruzó en su camino, entre ellos la maestra Elba Esther Gordillo, se autoeligió abanderado presidencial.
Y en el PRD no cantan mal las rancheras. Los Chuchos Ortega y Zambrano, sus parentelas, empezando por la señora Angélica de la Peña, esposa del Chucho mayor, han sido los eternos beneficiarios de los cargos públicos que les ha escurrido la ley electoral al partido del sol azteca.
Más vale que me digan ratero
Los ejemplos son interminables. Son tantos como partidos políticos existen, han existido y puedan existir.
En el PT, Alberto Anaya ha vivido décadas de las listas plurinominales y de las prerrogativas del partido.
Hugo Éric Flores manejó al PES que se murió y al PES resucitado como una tienda de abarrotes de su exclusiva propiedad.
El presidente López se ufana gritando que no son iguales a los conservadores y neoliberales del PRI, PAN y PRD.
Y en estos partidos le contestan: No son iguales, son peores.
Ni iguales ni peores. La realidad es que unos y otros actúan con apego a las reglas corruptas no escritas que se han ido inventando en la política mexicana.
Las llamadas reglas no escritas que todos cumplen como caballeros que son. Guindas, rojos, azules, amarillos y verdes se rigen por esas reglas no escritas que tienen como principios: “No me den, sólo pónganme donde haya”. Y “más vale que digan que soy un ratero a que digan que soy un pendejo”.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos