¿Le servirá?
Ramón Zurita Sahagún jueves 9, Jun 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Cuando Carlos Salinas de Gortari ordenó el golpe contra Joaquín Hernández Galicia, fue planeado con minuciosidad quirúrgica.
La intención principal era la de mostrar que el nuevo Presidente de México traía con él la democratización del país y terminar con corruptelas y malos manejos que privaban, especialmente, en los sindicatos.
Detrás de él, pero con otros métodos, cayó el dirigente del SNTE, Carlos Jonguitud Barrios.
El primero pasó varios años en la cárcel, el segundo solamente perdió la fuerza sindical.
Los dos episodios hicieron crecer la popularidad de Salinas de Gortari, que al paso de los años se convirtió en el villano favorito del país y hoy busca su reivindicación moral y política.
Al joven Carlos Salinas de Gortari le sirvió y de mucho tomar esas decisiones, en el caso de Felipe Calderón Hinojosa, no se entiende todavía el fondo de la decisión asumida para detener a Jorge Hank Rhon.
Hernández Galicia y Jonguitud Barrios contaban, ambos, con vastos recursos económicos y una fuerza moral y humana dentro de los sindicatos que encabezaban con lo que, incluso, podrían convocar a paros, marchas y hasta huelgas que afectarían la marcha del país.
De esa forma, Salinas de Gortari consiguió legitimarse como Presidente de la República, luego de unos comicios que dejaron gran duda y que dieron margen a la leyenda sobre la “caída del sistema”.
Cuando ocurrió el “quinazo”, el presidente Salinas de Gortari contaba con escasos 40 días de haber asumido el gobierno y las protestas y el malestar por los resultados electorales persistían, por lo que los dos eventos le permitieron estabilizarse en el cargo.
En el caso de Felipe Calderón, son cuatro y medio años de gobierno los que han transcurrido y su popularidad va a la baja, en franca picada, sin que además encuentre el candidato idóneo de su partido para competir en los comicios del año próximo.
Igual que Carlos Salinas, Felipe Calderón llegó con unos resultados en las urnas sumamente controvertidos y, por coincidencia, su principal adversario fue la izquierda.
Sin embargo, su acción para mostrar la mano dura que se ejerce en contra de los poderosos políticos o empresarios, sin distingo de rango no sucede en las primeras semanas o meses, sino casi en el ocaso de su administración.
El blanco elegido fue Jorge Hank Rhon, cuyos recursos económicos son, en lo personal, todavía más grandes que los de los otros dos (Hernández Galicia y Jonguitud Barrios), pero a diferencia de ellos, su fuerza laboral se reduce a sus empleados.
Por eso, la acción en contra del empresario-político se ve enderezada para mostrar las debilidades de los priístas e inducir a los votantes que no es una buena idea el presunto regreso de este partido al gobierno federal.
Todavía no es el momento de evaluar si la acción emprendida en contra del empresario dará los frutos esperados y si repercute como una muestra de la voluntad gubernamental por terminar con los abusos de poder.
Por lo pronto, la consignación de Hank Rhon es vista como un acto de poder, donde la peor parte parece llevarla el Ejército, ejecutor de la detención del priísta.
Las fuerzas armadas mexicanas son de las instituciones más prestigiadas del país, por encima de organismos gubernamentales como la propia Presidencia de la República, la Iglesia, los organismos electorales y otros más.
Sin embargo, con lo ocurrido la madrugada del sábado en Tijuana, son muchos los que ponen en duda la forma en que ocurrieron los hechos y la forma en que el Ejército se introdujo en la casa del empresario, sin orden de cateo y la manera como logró el decomiso de las armas y la detención de los hoy detenidos.
A eso se le suma la participación del Ejército en la lucha contra la delincuencia organizada, donde parte de su personal cometió excesos y cayó en confusiones, que provocaron diversas muestra de repudio y sancione por parte de las comisiones de Derechos Humanos.
Curiosamente, las más de esas denuncias se refieren al Ejército y no a las fuerzas armadas en general, ya que la Marina, salvo excepciones actúa con más respeto.
Si en el pasado, el Ejército como la parte fundamental de las fuerzas armadas era la institución más respetada del país, hoy las cosas cambiaron y se le ve con recelo.
Es cierto que las fuerzas armadas dependen del mando supremo que es el comandante de las fuerzas armadas, cargo que ostenta el Presidente de la República, pero también lo es que encargarle cierto tipo de tareas confunde a la ciudadanía.
Siempre se dijo que el Ejército mexicano es una fuerza de paz y su invaluable ayuda en los muchos casos de desastre le mereció amplios reconocimientos y el prestigio que hasta la fecha continúa gozando.
Por eso, ante la serie de dudas que genera la forma en que las fuerzas armadas actuaron en el asunto de Tijuana es necesario disiparlas, ante el riesgo de que la credibilidad en la institución más sólida del país siga decayendo.
PABLO SALAZAR
Dicen en Chiapas que Pablo Salazar Mendiguchía debía muchas y su detención apenas es parte del cobro de facturas pendientes que se le harán en el camino.
Su detención es asunto local, donde no interviene la federación y la orden de aprehensión, aseguran, partió desde el propio gobierno estatal.
Pablo Salazar fue el primer candidato que con el respaldo de todos los partidos de oposición venció al candidato priísta de aquel entonces Sami David, quien 12 años después quiere la revancha en las urnas.