Un Estado fallido
¬ Luis Ángel García miércoles 17, Ago 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Preocupados por simular las bondades inexistentes del proyecto político de la 4T y sin más visión que garantizar los recursos para mantener el uso clientelar de los programas sociales, el gobierno federal dejó de atender un enorme problema social, más grave que la pobreza misma, la pérdida de la gobernabilidad. Muchos indicadores encendieron los focos rojos de la falta de gobernanza, del empoderamiento del crimen organizado como factor real de poder, estructura paralela de gobierno que se adueñó de municipios, Congresos y hasta de gobernadores, impuso candidatos y desactivó a la oposición a través de la violencia política.
Ante la inacción del gobierno formal, los grupos delictivos avanzaron no sólo en sus negocios ilícitos, sino en la cooptación de las policías, los ministerios públicos, jueces y magistrados; las autoridades municipales y estatales estuvieron al servicio de los intereses más espurios e incluso se habla de narco gobernadores.
Mientras el gobierno de la 4T utilizaba distractores para que la opinión pública no discerniera sobre los grandes problemas nacionales ni reprochara la falta de resultados en la administración pública, ya que por falta de políticas públicas murieron más de 600 mil mexicanos ante el mal manejo de la pandemia, se perdieron más de un millón de empleos, cerraron miles de empresas, se contrajo la inversión privada, entramos al cuarto año sin crecimiento, con cuatro millones de nuevos pobres y en una eterna recesión económica. Como cereza del pastel, se vive una crisis de seguridad que ha dejado 130 mil asesinatos y una incidencia delictiva sin parangón.
La narrativa oficial quiere cubrir todos esos desatinos con el discurso retórico de que todo se debe al pasado, a los malos ex presidentes, a la corrupción del periodo neoliberal -aunque también en San Juan hace aire, ya que en los tiempos de la 4T se han dado casos de falta de probidad, aunque todo se justifica con un manto protector evangelista-, pero se ocultan los graves problemas estructurales. Ante la falta de un plan económico sexenal que contemple políticas públicas de desarrollo social, más allá de obsesionarse en administrar la miseria con los subsidios a viejitos, “ninis” y madres solteras. Ocupados más en esos menesteres de recortar presupuestos de programas prioritarios, se olvidaron de la operación política, de la gobernanza y cedieron terreno al crimen organizado.
El Pentágono reconoció que el 35 por ciento del territorio nacional está gobernado por la delincuencia ante el vacío de poder. En las elecciones federales del año pasado creció exponencialmente la violencia política con el asesinato de candidatos o presientes municipales, las amenazas y secuestro de aspirantes a cargos de elección popular de la oposición, financiamiento ilegal de campañas y otras prácticas fraudulentas para imponer a los candidatos.
El fin de semana pasado, cuatro estados fueron escenario de actos vandálicos, incendio de negocios y transportes, asesinatos de civiles y motín en un reclusorio. Con gran cinismo, las autoridades dijeron que fue una exageración, que se trató de un teatro mediático montado por los conservadores. Con la salvedad de que los muertos eran de carne y hueso y que esos “actos de vodevil” causaron temor en la sociedad de todo el país.
Difícil saber si existen pactos entre gobernantes y delincuencia organizada, pero las escenas infernales que se vieron la semana pasada hablan de la pérdida de control gubernamental sobre escenarios políticos. La 4T debe reflexionar y actuar para no ceder la plaza, porque estamos más cerca de ser un Estado fallido, que una nación con aparente democracia. Y en el pecado llevarán la penitencia.