La violencia
¬ Augusto Corro jueves 11, Ago 2022Punto por punto
Augusto Corro
Van cuatro años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y la inseguridad continúa imbatible. ¿Se trata de una tarea sin solución? Es posible, pues no se cuenta con la capacidad para erradicarla.
En la lucha contra la delincuencia organizada se nota la ausencia de la ley para combatir la espiral de violencia. Lo grave del problema es que aceptamos inseguridad y violencia como partes de nuestra cotidianidad.
Claro que la espiral de violencia viene de sexenios anteriores, pero eso no justifica su presencia. La lucha contra la delincuencia organizada debe incluir a la fuerza pública federal, estatal y municipal.
Pero ya vemos que en algunos municipios ni siquiera con policía uniformada, o bien porque esos pueblos nunca tuvieron representantes de la fuerza pública o porque la delincuencia organizada no lo permite.
En algunas entidades, los cárteles de la droga son los promotores de luchas cruentas. En diferentes zonas son la autoridad. La delincuencia organizada y las autoridades corruptas forman alianzas que permiten la impunidad.
¿Cómo es posible que las extorsiones, secuestros y asesinatos no obliguen a los gobiernos de los tres niveles a actuar con mayor empeño?
Por ejemplo, la noche del martes se desató la violencia en ciudades de Jalisco y Guanajuato, a raíz de la captura de un líder narco. Los delincuentes quemaron vehículos y comercios.
Según las autoridades, los actos vandálicos se debieron a la presunta detención de Ricardo Ruiz Velazco “el doble R”, operador del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Sin duda, fue un alarde de poder de los grupos de la delincuencia organizada que multiplicó sus acciones en criminales en ciudades guanajuatenses, como Irapuato, Celaya y León; y en Zapopan e Ixtlahuacán del Río, Jalisco. Una persona murió y cinco personas fueron detenidas.
Como señalamos líneas arriba, la espiral de violencia viene de gobiernos anteriores que implementaron estrategias fallidas. El ex presidente Felipe Calderón no pudo erradicar los cárteles de la droga.
En la sociedad mexicana empezó a padecer la inseguridad. El plan de Calderón y su principal responsable para llevarlo a cabo, el secretario de Seguridad, Genaro García Luna, se encuentra preso en Estados Unidos, pendiente de un juicio, acusado de varios delitos, entre otros el de proteger al Cártel de Sinaloa.
Después el ex mandatario Enrique Peña Nieto recibió al país en pésimas condiciones en la lucha contra la delincuencia. En ambos sexenios, la cifra de asesinatos aumentó considerablemente.
Ya en el gobierno del presidente López Obrador se cometieron el doble de homicidios que con Calderón. En 30 meses se acumularon 72 mil 892 expedientes; en ese mismo lapso con Calderón fueron 30 mil 572.
Cabe señalar que el plan del mandatario tabasqueño de abrazos, no balazos, no rindió los frutos esperados. La política de apoyo social y atención a las causas que originan la violencia en el país no han sido capaces de abatir los elevados índices de criminalidad.
Tiene pues, el gobierno federal que aplicar una estrategia que ofrezca seguridad a la población. Ya estamos por entrar a la recta final del gobierno obradorista y la espiral de violencia crece igual que la inseguridad. ¿Tendremos que acostumbrarnos a vivir con temor y sobresaltos?
¿Usted qué opina amable lector?
Los “precandidatos”
Sin duda, vivimos en un país de libertades en el que cualquier ciudadano puede decir, exponer, sus ideas que a veces resultan repulsivas.
Tal es el caso de Ulises Ruiz Ortiz, exgobernador priista, que quiere ser presidente de México.
Declaró que buscará la vía de la candidatura independiente para participar en la contienda electoral del 2024.
Le recordamos a Ruiz Ortiz que tiene cuentas pendientes con la justicia por las acciones criminales que ordeno contra los maestros inconformes, cuando presidía el gobierno oaxaqueño.