Dislates históricos • I
Alberto Vieyra G. miércoles 10, Ago 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
[ Primera de dos partes ]
Los dislates históricos han marcado a personajes de la vida pública de México inmortalizándolos a unos como idiotas, a otros como ingeniosos y soberbios hasta la pared de enfrente.
El presidente norteamericano Abraham Lincoln, es quien mejor ha definido a los politicastros populistas y demagógicos que usan los dislates, según ellos para caerle bien a la gente y exhibirse como Juan pueblo, decía: “La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con palabras mayores”.
La semana pasada marcó al inquilino del Palacio de los Cobián, Adán Augusto López para pasar a la historia como de esos politicastros que desprecian a los de abajo cuando una muchedumbre de afligidas mujeres que desde hace años buscan afanosamente a sus hijos o algún otro ser querido que desapareció como si la tierra se lo hubiese tragado sin dejar rastro alguno, el ex gobernador tabasqueño dejó por momentos la comodidad de su elegante despacho y salió a atender a las manifestantes, pero a leguas se le notaba su enfado y mal humor, tanto así que la señora Araceli García, quien busca a una de sus hijas desaparecida le gritó frente a frente: “Es que ya no confiamos en ustedes” y la insólita respuesta de Adán Augusto López, que quiere ser Presidente de México y todo porque el inquilino de Palacio Nacional suele darles alas a los alacranes, lo marcó para la historia, pues su respuesta fue “yo tampoco confío en ustedes”.
Esa impúdica respuesta sería suficiente para que el electorado mexicano vomite a un politicastro que seguramente en el ejercicio del poder se volvería un odioso dictador. Los politicastros deben cuidar todo lo que dicen para no exhibir su idiotez.
Pero esa enfermedad parece tener origen en la oriundez porque su coterráneo AMLO ha llenado de dislates el quehacer político azteca comenzando por aquello de “rayito de esperanza”, “la mafia del poder”, los amuletos contra el coronavirus, el “me canso ganso”, los “abrazos, no balazos”, “hay que proteger a los delincuentes porque también son seres humanos” y un largo etcétera.
A vuelo de pájaro echaré un vistazo sobre los históricos dislates que han marcado a los politicastros en la ponzoñoso era del presidencialismo mexicano.
Enrique Peña Nieto se exhibió como un vil ignorante cuando en la Feria del Libro en Guadalajara aseguró que los 3 libros que habían marcado su vida entre ellos El Vuelo del Águila y La Biblia porque no recordó el tercero ni tampoco supo cuánto valía el kilo de tortillas, pues dijo desconocer el precio porque “no es la señora de la casa”.
El borrachín Felipe Calderón se exhibió como un rascuachón cuando definió cómo gano la Presidencia de la República, “haiga sido como haiga sido”.
Vicente Fox es otro folclórico con más de 500 dislates que van desde “el PRI es como la Coca-Cola” o cuando llamó a las mujeres “lavadoras de dos patas”, el “nomás comes y te vas”, ¡Cállate, chachalaca! y tal y tal.
Ernesto Zedillo exhibió también su ratonera filosofía con aquello de que “estamos mal, pero vamos bien”, con aquel de que “no traigo cash” o cuando en Chihuahua le respondió a una colega periodista “qué le importa, coma torta”.
Carlos Salinas de Gortari apodado el chupacabras, bueno todos los presidentes han tenido apodos, pero ese es capítulo aparte, dejó huella con aquél “ni los veo, ni los oigo” en alusión a la oposición que escuchaban sus informes presidenciales dándole la espalda.
Y aquí le seguiremos mañana con más dislates históricos. Usted sabe si se los pierde.
( Continuará )