Comer sapos y premiar a delincuentes
Alberto Vieyra G. martes 9, Ago 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En su Hacienda Soledad de la Mota en Texcoco, allá por 1927, el general Plutarco Elías Calles, fundador del PRI ofreció una animada tertulia a diputados y senadores encabezados por el folclórico ex gobernador de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos, aquel cínico politicastro que presumía de que sus gargaliotes, así les llamaba a sus guaruras, se habían despachado al otro patio a más de 100 compatriotas.
Después de la comida, los chupes y los postres, vendrían los lambiscones discursos en los que la mayoría de los politicastros rastreros suelen ponerse de alfombra ante sus patrones de arriba cumpliendo con aquella máxima de Antonio López de Santa Anna, quien sostenía la tesis de que “en política hay de dársela a los de arriba y pedírsela a los de abajo”.
En su perorata, el general Calles elogiaba a Gonzalo N. Santos, apodado el Alazán Tostado, de quien decía que era “el alma de las Cámaras de diputados y senadores”; se desgranó el aplausómetro y de pronto un diputado lambiscón del estado de Michoacán, Melchor Ortega, le gritó a todo pulmón: “¡Y usted, mi general es el jefe máximo de la Revolución Mexicana!”. ¿Le suena la frasecita?
Bueno, por esa lambisconería el general Calles convirtió a Melchor Ortega en gobernador, pero no de Michoacán, sino del estado de Guanajuato. Cuál oriundez ni que ojo de hacha, Calles lo hizo por sus pistolas gobernador. ¿Por qué hago historia? Mire usted.
En México impera un podrido sistema político mexicano en el que muchos politicastros tienen que tragar sapos sin hacer gestos y con una sonrisa saber pedir más sapos, pero también ese nauseabundo sistema político se ha caracterizado históricamente por premiar a lambiscones, delincuentes y agachones que casi siempre ganan perdiendo.
El año pasado, el árbitro electoral de México y el Trife impusieron al dizque partido del presidente AMLO una multa por 4 y medio millones de pesos al encontrar que la maestra Delfina Gómez, quien hoy deja un cochinero en la SEP incurrió en el robo de más de 13 millones de pesos que en cada quincena descontaba a los 500 trabajadores del ayuntamiento de Texcoco, del que fue alcaldesa, pero sospechosamente ni el PAN, el PRI ni ninguna otra fuerza política, tampoco los trabajadores texcocanos presentaron ninguna demanda judicial.
¿Cuál fue la razón por la cual no se judicializó el asunto? Pues porque el inquilino de Palacio dijo que ese asunto era intocable. ¿Quién se embolsó la pachocha, fueron a dar esos dineros a las arcas de doña Delfina o a la chequera del que quita y pone en Palacio Nacional para financiar al Movimiento que se llama de Regeneración Nacional?
La cuestión es que doña Delfina ya es por segunda ocasión precandidata de Morena al gobierno del Edomex y todo indica que ese sambenito que arrastra por cuestiones de inmoralidad la llevará a sufrir una segunda y vergonzosa derrota electoral en el Estado de México. Apenas se confirmó lsu designación como resultado de unas simuladoras encuestas que pusieron a doña Delfina en los cuernos de la luna y pa´ pronto se le vino la andanada de sus adversarios panistas, priistas y demás hierbas de olor que no dudaron en tachar a la maestra texcocana de una vil delincuente que fue premiada por AMLO.
Marko Cortés, de la alta nomenclatura panista, fue claridoso: “El presidente Andrés Manuel López Obrador recompensa a Delfina Gómez con una candidatura para el Estado de México” … “Somos más los que estamos en contra del régimen que se impulsa desde Palacio Nacional y no vamos a permitir que aquí se instale el retroceso disfrazado de transformación, como está ocurriendo en el país”.
Toda la comaleada de 66 aspirantes morenistas al primer hueso en el Edomex tuvieron que tragar sapos sin hacer gestos y disciplinarse al más puro estilo del que aconsejaba el llamado quince uñas, Antonio López de Santa Anna. En el Edomex, AMLO protagonizara una elección de Estado, aunque para ello tenga que pasar a la historia como el más vil delincuente electoral.