Entre campechanos
¬ Luis Ángel García miércoles 13, Jul 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
En fechas recientes, dos campechanos han captado la atención de la opinión pública y no precisamente por destacadas contribuciones en el ámbito de su competencia. Se trata del líder del PRI, Alejandro Moreno, y la gobernadora de la entidad, Layda Sansores. El primero, descubierto en grabaciones ilegales por sucios negocios y malas prácticas políticas que evidencian la corrupción del tricolor, y la mandataria estatal -hija de uno de los políticos más siniestros del sistema mexicano y dirigente del antidemocrático Revolucionario Institucional, Carlos Sansores Pérez-, quien en flagrante violación a la ley y cuerpeada por la impunidad oficial ha difundido las ilícitas grabaciones de su paisano, con la instrucción, no de castigar las felonías de “Alito”, sino de destruir al partido que tanto la favoreció con cargos de elección popular. Entonces no se veía la corrupción priista, de la que se benefició.
Alejandro Moreno resultó un pésimo político que parece tener como objetivo acabar con el PRI, incluso dio muestras de ser sumiso ante el Presidente de la República y su partido, pero cuando se rebeló a los caprichos del inquilino de Palacio Nacional, despertó la furia de Morena y se le dio la consigna a Layda de acabar con su paisano y si es posible, encarcelarlo, aunque para ello se viole la ley. Efectivamente, el impresentable ex gobernador de Campeche -quien aventó la toalla en los primeros años de gobierno y dejó de interino a un peor priista que vendió la gubernatura por una embajada-, ha hecho todo lo posible por llevar al PRI a una inexorable extinción y evidenciado su enriquecimiento ilícito y se ha prestado a turbias negociaciones políticas que poco favorecen al otrora partido invencible.
Por su parte, la ex alcaldesa de Álvaro Obregón en la CDMX -pobres campechanos, sus últimos gobernadores han sido malísimos, pero votaron por ellos-, se ha dedicado a cumplir las instrucciones presidenciales y se ha olvidado de cumplirle a sus gobernados. Con gran desfachatez confiesa cometer el delito de difundir grabaciones obtenidas mediante espionaje telefónico y asume que puede pagar una multa y no pisar la cárcel. Su obsesión por aniquilar a “Alito” y quedar bien con su jefe de partido la ha llevado a que el “fiscal autónomo” de la entidad, Renato Sales Heredia, violente la ley en una feroz persecución política contra el dirigente tricolor.
A Layda y a Sales Heredia lo que menos les interesa es procurar justicia para los campechanos y los mexicanos en general, les importa un comino el enriquecimiento ilícito del ex mandatario o violentar a la mujer y exhibir la intimidad de políticas por su condición de género. Ambos son instrumentos de las peores artes de la politiquería. Solo son esbirros de la 4T.
Los escándalos de Alejandro Moreno son sin duda reprobables y merecen ser sancionados, castigados por la ley, pero no pueden ser utilizados con fines políticos, desde las altas esferas del poder, para acabar con adversarios o limpiar el camino para que avance el proyecto político de la 4T. Si hubiera decencia entre los gobernantes, no quedarían impunes los delitos de Layda Sansores y su fiscal. Tan reprobables es la conducta de “Alito”, como estos nuevos testaferros del poder presidencial. Lástima por Renato Sales, quien ya no pudo ser gobernador, pero era digno de mejores causas.
Al PRI le urge deshacerse del lastre que representa Alejandro Moreno rumbo a las elecciones en el Edomex y en Coahuila, y la gobernadora debería dedicarse a eso, a gobernar, para no dejar su estado como lo hizo cuando fue alcaldesa en Álvaro Obregón.