Advertencia para Morena: derrotas se gestan en las divisiones internas
Miguel Ángel Rivera martes 12, Jul 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
En la vida, después de llegar a la cima, los que vienen enseguida es el declive y esto le sucede también a los partidos políticos, aunque algunos duran más tiempo en la cúspide y otros se precipitan aceleradamente a la sima.
El PRI, que nació en el poder, se mantuvo en lo más alto durante más de 70 años, pero el PAN —que nació para combatir al tricolor— apenas logró sostenerse durante dos sexenios, para devolverle el gobierno federal al Revolucionario Institucional, mismo que, contra todo pronóstico, parecía haber resucitado.
Esa reaparición estelar duró apenas seis años y sólo contribuyó a generar un desplome mucho más acelerado y profundo, al grado que en algunos estados del país, como Quintana Roo en las más recientes elecciones, salvó de milagro su registro como partido oficial.
El PRD se levantó un tiempo como fuerza poderosa, a partir de que tuvo como candidato al ex priista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que según muchas fuentes fue despojado en 1988 de una victoria en las urnas mediante un fraude electoral que los inconformes bautizaron como la “caída del sistema”. Después, en 2006, como parte de la coalición Por el Bien de Todos, tuvo como abanderado al actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien hasta la fecha sostiene que también fue víctima de otro fraude, para beneficio del candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, quien gobernó hasta 2012, cuando el PAN devolvió el poder federal al PRI.
Después de ese fracaso, López Obrador hizo un segundo intento, todavía como perredista, pero luego de una nueva derrota en 2012, abandonó al PRD y se dedicó a formar una nueva organización, a la que llamó Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que consiguió su registro oficial apenas en julio de 2014.
Morena y López Obrador realizaron una meteórica carrera hacia el poder, el cual conquistaron en apenas cuatro años, pues en julio de 2018 arrollaron en las urnas. Mientras tanto, su anterior partido, el PRD se desplomaba hasta convertirse sólo en una figura testimonial.
El factor común que provocó la caída de los antes “tres grandes” (PRI, PAN y PRD) fueron las divisiones internas.
El PRI tuvo defecciones internas, pero individuales, de políticos disgustados porque no se les concedían las candidaturas a las que aspiraban. De hecho, el rompimiento de López Obrador con el PRI, del cual llegó a ser presidente estatal en Tabasco, no logró conseguir los cargos.
El rompimiento mayor se produjo en 1987, cuando estaba en pleno el proceso para la nominación presidencial y los integrantes de la Corriente Democrática o Democratizadora, encabezados entre otros por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Rodolfo González Guevara provocaron una verdadera revuelta interna, pero no al grado de vencer a la maquinaria oficial. Apenas llegaron al escándalo de la “caída del sistema”, pero Cárdenas se negó a encabezar una revuelta reconoció la victoria del priista Carlos Salinas.
De cualquier forma, la semilla ya germinaba. Primero fueron derrotas al antes invencible tricolor en algunos estados, como Tlaxcala, con Alfonso Sánchez Anaya; y Zacatecas, con Ricardo Monreal Ávila, los dos formados en las filas del PRI.
Luego vino la llamada alternancia, cuando Vicente Fox, postulado por el PAN, superó al candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, debilitado por una lucha interna, facilitada por el primer mandatario saliente, Ernesto Zedillo, quien sin antecedente partidista alguno, llegó de carambola por el asesinato de Luis Donaldo Colosio y desde el inicio de su mandato marcó la “sana distancia”, respecto de su partido.
Poco duró el predominio panista, pues Fox perdió, primero, el control del partido, y luego tuvo que relegar a su candidato favorito, Santiago Creel, para dar paso a Felipe Calderón Hinojosa, impulsado por una corriente interna. Calderón triunfó en ese lance, pero no pudo retener la conducción del PAN y padeció una revuelta parecida a la que lo encumbró y tuvo que aceptar a Josefina Vázquez Mota, quien no era su favorita. El partido estaba dividido y no pudo ofrecer mayor resistencia para el retorno del PRI, encabezado por un joven político que parecía muy prometedor, el gobernador del estado de México Enrique Peña Nieto.
Perseguido por las denuncias de corrupción que recientemente ha reavivado el gobierno de López Obrador, el prometedor Peña Nieto no cumplió con las expectativas y otra vez tuvo que ceder el gobierno federal, esta vez en favor de Morena, impulsado por la figura del tabasqueño.
Todos quieren ser candidatos porque se suponen ganadores
Morena, como apuntamos, se llenó de cuadros provenientes de otros partidos, principalmente del PRI y del PRD, aunque también de algunos formados en Acción Nacional. Esto dio lugar a los comentarios de que cualquier “pecado” es perdonado en cuanto se ingresa a la catedral “morena”.
Tal vez el mayor incentivo no es tanto que se olviden los pecados, sino la casi seguridad de que serán ganadores en cuanto sean nominados por el partido de la llamada Cuarta Transformación.
Prácticamente todas las encuestas, nacionales y locales, ubican en el primer sitio a los candidatos de Morena y esto genera que se intensifique la contienda interna.
Un ejemplo de ello es lo que sucede en Puebla, gobernada actualmente por Miguel Barbosa Huerta, quien tuvo el tino de brincar oportunamente del PRD a Morena. Aunque todavía faltan dos años para la nominación del candidato a sucederlo, ya desde ahora se han desatado las pasiones en las filas de Morena, las cuales sorprendentemente son atizadas por el propio mandatario.
De continuar la lucha interna en las filas de Morena en Puebla, el proceso podría pasar primero por los juzgados penales.
Esto se originó por filtraciones atribuidas al gobierno poblano acerca de investigaciones que tienen como presunto responsable al diputado Ignacio Mier Velazco, quien es nada menos que el coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados federal.
Las pesquisas de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y la Fiscalía General del Justicia del Estado de Puebla tienen en la mira a Mier Velazco, así como a su socio, el director del diario Cambio, Arturo Rueda —actualmente en prisión— y al ex auditor estatal, Francisco José Romero Serrano, por lavado de dinero, operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y evasión de impuestos por un total de 400 millones de pesos.
Mier rechazó las denuncias en su contra y reviró con acusaciones contra los que llama “los tres cochinitos”, el gobernador Barbosa, el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, y al senador también de Morena, Alejandro Armenta Mier, quien casualmente es señalado como el “favorito” del actual mandatario estatal para sucederlo.
Mier Velazco calificó como “una colusión de intereses políticos en su contra” a la investigación iniciada por el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, sobre el presunto lavado de dinero a través del diario Cambio de Puebla, empresa de la que es socio.
En su respuesta, el coordinador de los diputados de Morena denunció penalmente, por presunto tráfico de influencias y falsear información, al ex titular de la UIF, Santiago Nieto, y a sus compañeros de partido, el gobernador Barbosa, y al senador Alejandro Armenta.
El diputado “moreno” aseguró que ellos, además del ex fiscal de la entidad, Gilberto Higuera, presuntamente cometieron los delitos de revelación de secretos y tráfico de influencias para afectar “al movimiento” y a las personas que se oponen a sus intereses.
Barbosa rechazó las acusaciones en su contra hechas por el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados y le pidió aclarar sus probables vinculaciones en la comisión de diversos delitos.
Puebla es un estado muy importante y el cargo de gobernador es por ello muy disputado, pero de seguir las divisiones entre facciones de Morena, se perderá la ventaja que desde ahora le conceden las encuestas y beneficiará a los partidos contendientes, en particular al PAN, que tiene figuras destacadas para disputar esa posición, como el actual presidente municipal de la capital del estado, Eduardo Rivera Pérez.
Si la lucha interna llega a extremos, ¿qué no sucederá si la división se proyecta hasta la disputa por la candidatura presidencial?