Un “bombazo”
Alberto Vieyra G. lunes 11, Jul 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¡Qué sucio y perverso es el poder político! La lucha por la silla presidencial en México ha sido históricamente sucia, cruenta, tenebrosa y macabra.
El bombazo político detonado desde Palacio Nacional contra el ex presidente Enrique Peña Nieto huele a traición porque rompe el blindaje de impunidad que había protegido durante 4 años al copetón mexiquense, que presuntamente entregó el poder presidencial a cambio de garantizar al hoy inquilino de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador que no metería las manos en la elección presidencial de 2018, garantizándole 10 millones de votos en el “pacto secreto” celebrado en las catacumbas del poder.
El miércoles 7 de julio, AMLO rompió ese pacto con el bombazo contra Peña Nieto al revelar que la temible Unidad de Inteligencia Financiera, que opera Pablo Gómez, detectó actividades financieras que podrían constituir delitos como lavado de dinero, asociación delictuosa, defraudación fiscal, a partir de un deposito por más de 26 millones de pesos que una consanguínea le envío a España donde el ex presidente Enrique Peña Nieto goza de una protección diplomática dorada y vive en un lugar privilegiado en Madrid.
Pero, además se reveló que entre 2013 y 2018 durante su ejercicio del cargo, Peña Nieto obtuvo más de 5 mil millones de pesos a través de 2 empresas fantasmas, una de ellas ligada con una empresa farmacéutica internacional. Estamos ante una histórica contradicción del presidente López Obrador, quien votó en contra de enjuiciar a los expresidentes de México, pero hoy recula porque mantener por 6 años más la silla presidencial merece hasta una misa, con mayor razón una traición política.
El impúdico “bombazo” desde Palacio Nacional que provocará más ingobernabilidad y desasosiego político en México se da con miras a las elecciones de gobernador en el Estado de México y Coahuila para 2023 y, por añadidura, rumbo a las elecciones presidenciales de 2024. A leguas se ve que el EdoMéx se convirtió para AMLO en la “joya de la corona” para perpetuarse en el poder, usando los métodos políticos más sucios y peligrosos.
AMLO y su partido Morena se juegan la última carta en el Estado de México y Coahuila. Se deduce que decidió usar esa carta en momentos en que la desesperación y la división en las filas de Morena se dejan ver y sentir en una enconada lucha interna para ver quién será el sucesor de Andrés Manuel López Obrador y en momentos en que la oposición mediante la alianza PRI, PAN, PRD y lo que se acumule le echarán toda la carne al asador para sacar de Palacio Nacional a Morena, que con AMLO está llevando a México a un desastres de desastres en materia económica, de salud pública, pero sobre todo en materia de inseguridad con más de 122 mil asesinatos dolosos y una terrible presión de la sociedad mexicana contra AMLO para que cambie su infame estrategia de seguridad basada en los “abrazos, no balazos” y en que “hay que proteger a los criminales porque también son seres humanos”.
Esa presión se ha dejado sentir después de que AMLO topó con la Iglesia con el asesinato de dos curas jesuitas en la Sierra Tarahumara que hoy están convertidos en mártires a los que el Senado podría entregarles la presea Belisario Domínguez, que le permitirá a la Iglesia y a los adversarios políticos de AMLO sacarle mucha raja para descarrilar al partido en el poder rumbo al 2024. No es poco lo que está en juego. Jugando con lumbre y traiciones, AMLO se juega su futuro político de ser por 6 años más el poder tras el trono.
¿El caso Peña Nieto será su salvavidas o su Waterloo?