Puyazo al Presidente
Alberto Vieyra G. martes 28, Jun 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Con un “urge” que el Senado de la República revise la estrategia de seguridad que está provocando un baño de sangre en México, el senador morenista Ricardo Monreal Ávila le asestó un histórico puyazo al inquilino de Palacio Nacional y a sus paniaguadas huestes morenistas, que el pasado mes de mayo fueron señalados desde la más alta tribuna de la nación por la senadora Lilly Téllez como “el brazo armado del crimen organizado” en la nación azteca.
“Es momento de reflexionar en el Congreso y de revisar, con toda seriedad, el plan de seguridad en el que los senadores tenemos la obligación constitucional de hacerlo”. El senador Monreal afirmó que es momento de abordar este tema sin tabúes, sin ideologías, sin intereses partidistas y sin actitudes egoístas. “Es momento de reflexión para el país”. Cómo dolió esa declaración de Monreal en Palacio Nacional y los expertos y observadores políticos no dudan de que estamos ante una ruptura política entre el senador zacatecano y el llamado falso Mesías que evidentemente huele a traiciones.
Cuánta razón tiene Ricardo Monreal. El país se desangra. AMLO tiene manchadas las manos de sangre y lo menos que debería hacer es pedir perdón por haber propalado una estrategia de “abrazos, no balazos” y de que “a los criminales se les debe proteger porque también son seres humanos”, sí, una estrategia que no es estrategia, sino una vil simulación política como una mal señal del Estado mexicano para que las mafias criminales entendieran que en el sexenio de la Cuarta Transformación tendrían manga ancha para someter al pueblo mexicano.
Y es que debe ser el Senado de la República una institución como garante del pacto federal el que debe revisar esa dizque estrategia de seguridad del gobierno de la república. Se tardó Monreal una eternidad, eterna. Entre las atribuciones fundamentales del Senado mexicano están: Normar la política exterior de México; aprobar salida y entrada de topas; regular disposiciones extraordinarias de la Guardia Nacional; aprobar la estrategia nacional de seguridad pública y tal y tal.
La gota que vino a derramar el vaso sería el asesinato de tres personas, entre ellos dos curas jesuitas en el interior de una iglesia en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, hecho macabro que enardeció al Estado Vaticano y a la mitra católica nacional. Sin ambages Ramón Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano acusaría:
“El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de de toda la sociedad (…) se ha adueñado de las calles con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo”, han expresado los obispos a través de un comunicado. “Los índices de violencia y estructuras de muerte se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana y destruyendo la cultura de paz”.
Se había tardado la mitra católica en poner el grito en el cielo que también retumbó en Palacio Nacional haciendo que su inquilino principal se lavara las manos repartiendo culpas, pues dijo que los crímenes de los prelados eran competencia del fuero común y no del fuero federal, y de remate se burló de las declaraciones del Papa Jorge Mario Bergoglio quien señalo: “¡Cuántos asesinatos en México! La violencia no resuelve los problemas, sino que aumenta el sufrimiento innecesario” y AMLO se limitaría a decir que la violencia no se resuelve con violencia mostrando su ineficiencia y nuevamente manifestando un humanismo que no es humanismo y que merece capítulo aparte.