Transparentar partidos y sindicatos: diputada Esthela Damián
¬ José Antonio López Sosa jueves 2, Jun 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
La mañana de ayer, quienes integramos la Academia Nacional de Periodistas en Radio y Televisión sostuvimos una reunión con la diputada federal Esthela Damián Peralta (PRD), presidenta de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Resultó un nutrido ejercicio donde supimos más a fondo a lo que se enfrentan diputados de todos los partidos frente a las imposiciones de tal o cual dirigencia, en síntesis, corroboramos una vez más que las fracciones parlamentarias y sus cúpulas no son más que correas de transmisión de intereses particulares y de grupo de los partidos políticos.
Uno de los temas que surgió en la mesa fue la necesidad de transparentar los recursos y auditar tanto a partidos políticos como a sindicatos, hecho que la propia diputada asumió como iniciativa. Desde hace años en diversos espacios periodísticos -incluyendo esta columna- se ha exigido abiertamente dicha fiscalización y transparencia, ¿hasta cuándo piensan nuestros legisladores dar el paso para terminar con un dejo de corrupción y dispendio de recursos públicos?
Partidos y sindicatos manejan un doble discurso, por un lado cercanía con la gente o sus gremios, la bandera de la democracia y la lucha frente a quienes buscan la destrucción de ideales, sin embargo cuando se trata de los dineros callan y se integran fácilmente al añejo sistema que les ha permitido por décadas, ejercer discrecionalmente millonarios recursos que nos sabemos -ni tenemos derecho a saberlo- como y en qué se gastan, quién, cuándo y dónde se están erogando.
Cuán necesario es transparentar las finanzas del sindicato petrolero (SNTPRM), del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), del sindicato de telefonistas, del Sindicato Ferrocarrilero, en fin, además de los grandes y pequeños partidos políticos, sus fracciones parlamentarias y sus agrupaciones políticas. La pregunta es sencilla ¿por qué no se puede?, ¿qué hay de fondo para que legisladores y autoridades le den la vuelta al tema y prefieran hacer que no pasa nada?
Muchos grandes negocios caerían rápidamente, muchos discursos de lucha y democracia quedarían confrontados con una realidad que contraria las palabras. Sí, se afectarían intereses de poderosos pero al mismo tiempo se daría un voto de confianza a los legisladores por parte de los ciudadanos, a quienes dicen representar, ¿en algún momento tendrán el valor de hacerlo?
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