La fallida estrategia de seguridad
¬ Luis Ángel García lunes 27, Jun 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Un hecho incontrovertible es que casi 125 mil mexicanos han perdido la vida en menos de cuatro años. Mientras tanto, el Presidente se aferra a sus otros datos y acusa que hubo más sangre en los dos sexenios anteriores, además de mantener su estrategia de “abrazos, no balazos”. Política pública fallida que le restriegan las familias de tantos muertos.
El gobierno de la 4T tiene bien diagnosticado el fenómeno de la violencia, pero está mal planteada la solución al problema. Cierto, hay que atacar de origen las causas que inducen a la criminalidad, como la pobreza, pero una administración que por falta de un plan económico genera cuatro millones de nuevos pobres, no coadyuva al sometimiento de la delincuencia. Por el contrario, crea las condiciones para hacer de los desempleados y los miserables, carne de cañón para el crimen organizado.
La función primigenia de todo Estado es dar seguridad a los ciudadanos y proteger su vida y patrimonio; nadie puede hacerse justicia de propia mano, el pacto social nos hace renunciar a ello y se da la facultad al gobierno de hacer uso legítimo y proporcional de la fuerza; para ello se establecen los programas de seguridad y justicia. Lamentablemente la política de “abrazos y no balazos” no responde a la demanda social.
Esa inacción gubernamental se ha traducido en ingobernabilidad, se ha perdido la gobernanza y nos acercamos a un Estado fallido, donde la delincuencia deja de ser un poder de facto, para asumir el poder formal.
Hay una terquedad, una cerrazón, en Palacio Nacional para no reconocer que es necesario contrarrestar los embates del crimen organizado, que ha fracaso el propósito gubernamental de proteger a los jóvenes para que no se conviertan en sicarios, que la falta de un plan sexenal en materia económica impide acciones gubernamentales que fomenten el crecimiento y el desarrollo, que no hay estrategias para el empleo y la educación de calidad. No hay alternativas para aprovechar el bono poblacional de México, oportunidad que aprovecha la delincuencia organizada para ofrecer dinero a los cultivadores de drogas, a la gente que ocupan en los laboratorios de sustancias sintéticas, a los transportadores o “mulas” y a los sicarios.
Acabar con la pobreza requiere de políticas públicas que incidan en el mejoramiento de los estándares de crecimiento y en el desarrollo social, más que en el bienestar -palabra que tanto gusta a la 4T-, modelo económico que funciona en países del primer mundo, pero no con el uso clientelar de los programas sociales. Las dádivas a “ninis” y a viejitos no resuelven la pobreza, sólo garantizan votos y mantienen los niveles de miseria. Mientras tanto, el crimen organizado cooptará a esos desempleados, a esos millones de miserables que son producto de una fallida estrategia política.
Mientras no se combata al crimen, mientras no se recupere el poder político en muchas regiones del país, seguirá el panorama de muerte y destrucción que genera la impune delincuencia.
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