¿Morena, nuevo PRI?
Armando Ríos Ruiz miércoles 22, Jun 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Recuerdo que poco después del triunfo de Morena en las elecciones presidenciales de 2018, se dijo que hubo un acuerdo para que el partido de López se convirtiera en el nuevo PRI y que inclusive, los ex Presidentes Carlos Salinas y Peña Nieto figuraban en este consenso y por ello, nunca serían molestados.
Como las ratas que abandonan el barco cuando comienza a hundirse, multitud de priistas y de perredistas, principalmente, acudieron desde antes, a buscar refugio en el nuevo partido que mostraba su fuerza, creado por el político de Tabasco. Más valía presentar sus respetos al próximo nuevo monarca, que quedarse sin trabajo. Las ideologías eran lo de menos, como siempre.
En 2021, Alejandro Moreno, conocido también como Alito, entonces gobernador de Campeche es llevado a la presidencia del tricolor por inmensa mayoría, pese a su probada riqueza repentina, exhibida por propios y extraños que no deseaban su arribo. Una investigación periodística reveló que se hizo de múltiples propiedades. Compró terrenos a precios de risa, se hizo de posesiones con rapidez supersónica y multiplicó su riqueza a la velocidad de la luz.
Hizo construir una majestuosa residencia en sus dos años de gobernador, durante los cuales tuvo ingresos por cinco millones de pesos, entre sueldos y otros menesteres, según él mismo reveló, en un terreno que mide una hectárea o 10 mil metros cuadrados, con un valor de 46 millones de pesos. ¿De dónde?
Recuerdo que la cúpula del PRI, dirigido entonces por Claudia Ruiz Masieu, le dio preferencia como candidato y desdeñó a otros de probada honestidad, desempeño con mucha capacidad en otras funciones, probidad, inteligencia, cultura muy por arriba de lo normal, como el doctor José Narro Robles, quien después del triunfo de Alito, decidió abandonar las filas del PRI.
La también aspirante, Ivonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán, denuncio una votación inequitativa, con graves irregularidades. La cúpula del partido recurrió a las prácticas más deshonestas. Hubo quien votó dos veces y a representantes de su candidatura se les prohibió estar presentes en algunos centros de votación, manifestó.
También se mencionó que Claudia Ruiz Massieu fue impuesta por la voluntad de Salinas, su tío y aconsejada para actuar a favor de Alito, porque eso respondía al arreglo. Hoy, esta conjetura ha vuelto a aparecer entre personas que se dedican a hacer análisis políticos, dada la necedad a ultranza de muchos priistas, de mantener a Alejandro Moreno como presidente del partido.
A pesar también de que bajo su presidencia, el PRI ha perdido 12 gubernaturas. Es decir, lejos de ser el remedio está por convertirse en el sepulturero del partido que gobernó 71 años. Las que parecen elucubraciones, tal vez son verdades de ese pacto de que se habló anteriormente.
Si de veras, Alejandro Moreno quiere tanto al PRI, ¿por qué no renuncia y deja el paso a alguien más probo y con intenciones sinceras de presentar a México un partido renovado en ideas y acciones? ¿Por qué no acepta que no tiene capacidad para dirigirlo y evita convertirse en su enterrador?
¿Por qué se muestra muy echado para adelante con expresiones como aquella de que “nadie nos va a callar” y al afirmar que “el PRI siempre levantará la voz ante un gobierno que no da resultados”, cuando es tan vulnerable? ¿Es parte de un arreglo? De mantenerlo en el poder para acabar de entregar los gobiernos exiguos que aún mantiene el partido, en las elecciones de 2023?
Hacerle un juicio por enriquecimiento ilícito sería más o menos fácil y seguramente él lo tiene muy claro. Pero también parece obedecer a una transacción para decirle a los mexicanos que todo es normal y que Morena representa al partido campeón de campeones, cuya vigencia tendrá que alargarse.
Hace unos días, la diputada federal Lorena Piñón acusó a la senadora Claudia Ruiz Massieu de hacer el trabajo sucio de Morena rumbo a las elecciones 2024 y de haber matado al PRI.