La encrucijada del PRI
¬ Luis Ángel García miércoles 22, Jun 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Envuelto en el descrédito, la desconfianza popular, minimizada su fuerza electoral, con una lucha interna para derrocar a su cuestionado líder, el PRI se apresta a dar la batalla, no por su supervivencia, sino para defender “la joya de la corona”: El Edomex, último bastión tricolor de lo que fue su reserva verde y laboratorio de los comicios presidenciales del 2014.
Junto con Coahuila, las tierras mexiquenses son los dos únicos estados gobernados por el partido fundado por Plutarco Elías Calles hace más de noventa años y que institucionalizó no sólo la Revolución Mexicana, sino la vida política nacional. Atrás quedó el mapa donde todos los gobernadores eran del partido oficial. Con el arribo del primer mandatario panista de Baja California en 1989 acabó la hegemonía priista. Después vendrían las “concertacesiones” salinistas, el avance de los partidos de oposición, el derrumbe de los gobiernos tricolores, el hastío social por la corrupción, la pérdida de la Presidencia, y el resto ya lo conocemos.
Enrique Peña Nieto entregó prácticamente la silla del águila al día siguiente de la elección. Un impopular popular candidato oficial se enfrentó a un amorfo movimiento surgido del mismo PRI y del PRD que arropó el resentimiento social y arrolló en 2018, sin que derrotara la apatía electoral.
Con un proyecto electorero, con el uso faccioso de los programas asistenciales, el líder de Morena -como los antiguos mandatarios tricolores-, destinó los recursos públicos a la compra de votos mediante las dádivas y subsidios a su base simpatizante. En tres años arrebató gubernaturas, congresos y municipios a priistas, perredistas y panistas.
El avance arrollador de la 4T sólo pudo ser frenado en las elecciones locales en Coahuila e Hidalgo en el 2020, ganadas por el PRI, y que parecía prometer el resurgimiento de viejas glorias. De claro oscuros fueron los sufragios en el proceso electoral del 2021, donde Morena perdió la mayoría calificada en el Congreso y se derrumbó en la CDMX; a pesar de sus apoyos y estructura de partido, perdió la mitad de la capital y se encendieron los focos rojos cuatroteístas por el desencanto de las clases medias. Por ello, con flagrante violación a las leyes y desmedido uso de los programas sociales, funcionarios del gobierno federal se dedicaron a inducir el voto a favor de sus candidatos en los seis comicios estatales. Descarado reto al árbitro electoral y al marco legal. Aplicaron la de “a mi no me vengan con que la ley es la ley”. Ganaron cuatro gubernaturas y el PRI sólo una.
A raíz de esa caída, se vino el desgajamiento del otrora partidazo. Desde el gobierno se orquestó una campaña de linchamiento y persecución contra el líder del PRI -a quien la 4T cobró caro el no haber aprobado la contrarreforma energética del Presidente-, y su paisana Layda -heredera no sólo de una fortuna, sino de las peores prácticas de corrupción e inmoralidad política de su padre, Carlos Sansores Pérez, ambicioso y marrullero ex dirigente del PRI-, inició la filtración ilícita de audios y carpetas de investigación contra “Alito”.
Así llega la marea roja a las elecciones de 2023, donde el partido, más que su dirigencia, deben defender el estado con más electores en el país. Más allá del mítico grupo Atlacomulco, de las supuestas y secretas reuniones en Madrid, el tricolor debe demostrar que todavía tiene militancia y ser hábil para publicitar los fracasos del gobierno federal, que no son pocos, además de reprobar el uso electorero de los programas sociales. A diferencia de otros estados, parece que el gobernador no se venderá como sucedió en Sonora, Sinaloa, Oaxaca, Hidalgo o el propio Campeche. Mandatarios de pena ajena.
El reto es enorme, pero la encrucijada en que se encuentra el PRI debe demostrar su talante. No es su tumba.