Se nos vino la noche encima
¬ Luis Ángel García viernes 17, Jun 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Distraídos con los movimientos sucesorios, con el abandono parcial de las funciones públicas por parte de los suspirantes, los políticos de la 4T no se han dado cuenta que nos empujan literalmente al despeñadero. Tal vez la administración peñista, a pesar de la corrupción, sea un día de campo para los mexicanos, comparado con lo que hoy nos espera en materia de seguridad y economía.
La 4T pasará a la historia como el sexenio más sangriento -120 mil muertos antes de concluir el cuarto año de gobierno-, donde se perdió la gobernabilidad en buena parte del territorio nacional frente al avance del crimen organizado, quien manipula los procesos electorales con la imposición de candidatos, el financiamiento ilícito de campañas y el incremento de la violencia política.
Mientras los servidores públicos cuatroteístas mostraban músculo en Toluca en la búsqueda de ser favorecidos con la gracia presidencial y ungidos por ese dedo divino como candidatos, la delincuencia también mostraba músculo en Michoacán, Chiapas, Colima, el Edomex y Guerrero. Los criminales secuestraron municipios enteros y se apoderaron de caminos y carreteras, donde controlaron el acceso a las comunidades, se pasearon armados y vestidos como paramilitares en plazas y avenidas, a pie o en convoyes de decenas de camionetas. Se disputaron mercados y centrales de abasto, asesinaron a inocentes comerciantes o a sus familiares.
Con total impunidad, delincuentes asaltaron un patio aduanero en Manzanillo y se llevaron minerales, llantas, equipos de refrigeración, además de electrodomésticos por millones de dólares. Para esa operación, que duró más de ocho horas, se necesitó de la complicidad de las autoridades encargadas de la seguridad aduanera; además de contratar a personal especializado como operarios de grúas y montacargas, choferes de tráileres, vigilantes y un largo etcétera. Ahí, los delincuentes también mostraron músculo. Este golpe deja mal parados a los nuevos encargados de administrar las aduanas, aunque la narrativa oficial diga lo contrario. El 40 por ciento de las empresas estadounidenses se sienten inseguras.
Pero no sólo es el problema de la inseguridad y la pérdida de la gobernanza en buena parte del país, sino la profunda crisis económica que padecemos desde hace tres años y que amenaza con convertirse en una recesión que no se veía ni sentía desde 1932. Es verdad que el decrecimiento no es sólo motivado por una inexistente política económica, o los efectos de la pandemia agudizada por la errónea y tardía estrategia sanitaria del gobierno, ya que también influyeron factores económicos mundiales y la invasión rusa a Ucrania.
Mientras se paseaban los suspirantes de la 4T por tierras mexiquenses, otros fenómenos mundiales también mostraban su músculo: La inflación norteamericana, la ruptura de las cadenas de suministro y el incremento en el precio de los combustibles -el costo de la importación de gasolina subió en 121 por ciento y el gobierno subsidia con siete pesos cada litro del carburante-, impactan negativamente en la macroeconomía nacional y provocan la peor deflación en más de dos décadas. El fantasma del desempleo se asoma nuevamente, la canasta básica es inalcanzable, hay cuatro millones de nuevos pobres; contrario a los buenos propósitos de las autoridades hacendarias, la inflación casera no disminuirá en lo que resta del año y no hay pacto que la frene, además de que las calificadoras y organismos económicos internacionales han disminuido las perspectivas de crecimiento para este 2022; la OCDE considera que México será de los poquísimos países que no recuperará su nivel pre pandémico, sino hasta 2024.
Así que, entre crimen organizado y recesión, los mexicanos tenemos un futuro inmediato muy desalentador. Pero los políticos están ocupados en sus campañas ilegales en la búsqueda del guiño, la señal divina de que son los ungidos. Mientras, a los ciudadanos se nos vino la noche encima.