No pudieron con Alito y ahora van sobre el panista Marko Cortés
Roberto Vizcaíno jueves 16, Jun 2022Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Hace menos de un año, prácticamente todos los analistas y columnistas políticos, académicos e intelectuales, líderes empresariales y sociales clamaban por una alianza opositora como la única alternativa viable para enfrentar las locuras —decían— de AMLO y su afán destructor de instituciones y organismos autónomos, y para contener el avasallamiento electoral de Morena.
El propio Andrés Manuel López Obrador se divertía y jugueteaba, se burlaba, en sus mañaneras imaginando una alianza para él imposible del agua y aceite ideológico-histórico y político representado por PAN, PRI y PRD.
Lo hacía porque creía que simplemente no podría darse esa alianza.
Pero el desastre sufrido por esos tres partidos en los comicios de 2021 con la pérdida de casi todas las gubernaturas en Baja California, Baja California Sur. Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas, pero la contención alcanzada en las diputaciones federales y en la mayoría de las alcaldías de la Ciudad de México donde fueron unidos, les dio la ruta.
Y surgió la alianza Va por México.
La elección de 6 gubernaturas en 2022 fue la confirmación de que la Alianza era la única salida.
En estas elecciones, que eran pregonadas como una victoria total anticipada para Morena por encuestadores y la dirigencia del partido en el poder, los aliancistas probaron que donde fueron juntos ganaron —Aguascalientes y Durango— y donde pudieron haberlo hecho, pero no lo alcanzaron perdieron lastimosamente: en Quintana Roo y Oaxaca.
Los votos les dejaron en claro que donde perdieron fue por una diferencia mínima y hoy hay una elección que depende del fallo del Tribunal Electoral: Tamaulipas.
El recuento de votos y porcentajes evidenció que la alianza Va Por México formada por PAN, PRI y PRD le puede ganar a Morena, PT y Verde en Coahuila y en el Estado de México en 2023 y la Presidencia de la República, quizá la mayoría de las 500 diputaciones federales y las 128 senadurías, así como la mayoría de las 9 gubernaturas y las 16 alcaldías de la Ciudad de México que estarán en juego en 2024.
Los números simples y llanos indican que en 2021, los tres partidos opositores obtuvieron 3 millones de sufragios más que la alianza Morena, PT y Verde y los sufragios alcanzados en 2022 indicaron que PRI y PAN están casi parejos, con 18 por ciento cada uno, mientras que el PRD lograba 5 por ciento.
Juntos tienen casi 41 por ciento mientras que Morena con su 36 por ciento y PT y Verde con 10 por ciento más, suman 46 por ciento.
Por eso afirmaron que “Hay tiro”.
Una vez que todo eso quedó en claro, sobrevino el embate contra Alejandro Moreno, líder nacional del PRI desde el 18 de agosto de 2019.
Que si es corrupto, que si abusó del poder, que si los audios donde dice que a los periodistas hay que matarlos no con balas sino de hambre, etc, etc.
Moreno afirma con poca credibilidad de quienes lo escuchan que no dijo tal cosa, que son audios editados a modo por el gobierno en un intento por intimidarlo y quitarlo de la presidencia del PRI para así fracturar la alianza con PAN y PRD.
El alegato se lo han comprado Marko Cortés y Jesús Zambrano, líder de los blanquiazules y de los perredistas.
Y afirman que la alianza Va por México ni se rompe ni se achica, y que ahora van por candidatos únicos a todos los cargos antes mencionados comenzando con el de Presidente de la República.
Unidos en lo parlamentario durante el rechazo a la reforma eléctrica, ahora anuncian una “moratoria legislativa” para no dejar pasar ni la reforma electoral de AMLO —que pretende achicar al INE, retirar el financiamiento público a partidos y desaparecer los institutos electorales estatales—, ni la que busca que la Guardia Nacional pase a ser de la Defensa Nacional.
El martes 11, ex dirigentes del PRI se reunieron con Alejandro Moreno en un intento, por demás ingenuo, absurdo de quitarle la dirigencia nacional de este partido, cuando lo que debieron haber hecho era -a pesar de todos los cuestionamientos que se le hacen al campechano- buscar ser un factor de unidad y apoyo en un momento de asedio y amenazas, no sólo contra el Presidente del PRI, sino contra el partido mismo por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Se fueron con sus intenciones a otra parte. Moreno simplemente no le entró al juego y afirmó que se queda al frente el tricolor hasta concluir su mandato en 18 de agosto de 2023.
Como la fractura de la alianza opositora Va por México no operó, ahora —en un increíble acto de hará-kiri político—, un grupo de personajes del PAN han comenzado a buscar la renuncia de Marko Cortés.
¿Por qué los ex dirigentes del PRI Claudia Ruiz Massieu, Carolina Monroy, Beatriz Paredes, Dulce María Sauri, Manlio Fabio Beltrones, César Camacho, Pedro Joaquín, Humberto Roque, José Antonio González, Jorge de la Vega Domínguez y Roberto Madrazo intentaron en este momento retirar a Alito de la dirigencia del PRI si eso representaría entregarle el país al presidente Andrés Manuel López Obrador?
¿Por qué ahora los panistas Martín Orozco, Gustavo Madero, Francisco Domínguez y otros quieren hacer lo mismo al lanzarse contra Cortés? ¿Por qué justo ahora?
¿En riesgo la unidad en Morena?
La crisis interna de los partidos no sólo se da en la oposición. En Morena hoy mismo bulle la inconformidad.
Luego de que Ricardo Monreal fue excluido del evento del domingo en Toluca, personajes y corrientes dentro del Movimiento Regeneración han comenzado a expresarse a su favor y advertir que pretender impedirle el paso hacia la contienda por la candidatura presidencial, apunta a una fractura interna.
Eso mismo a advertido el zacatecano.
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