Errores de Epigmenio
Freddy Sánchez jueves 16, Jun 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Quién y cómo puede dar por terminada la guerra del gobierno federal contra las mafias del delito.
O lo único que importa es saber quién la comenzó para repudiarlo “eternamente”.
Lo segundo lo ha señalado hasta la saciedad Epigmenio Ibarra y el propio presidente López Obrador mencionando a Felipe Calderón como el responsable del comienzo de una “carnicería sangrienta” en territorio nacional por las matanzas entre facinerosos y autoridades. Un derramamiento de sangre que se prolongó seis años más con Enrique Peña Nieto y a pesar del giro de 360 grados en el combate a la delincuencia organizada no logra detenerse en el sexenio de la 4T.
Y en ese aspecto, cada que se le pregunta al señor Epigmenio éste no quita el dedo del renglón culpando a Calderón y asegurando que lo que está en curso que es atacar las causas del delito, no es algo que pueda resolver en corto plazo la brutalidad criminal que tuvo su “génesis” en tiempos del segundo presidente panista.
Con plena convicción (según lo refleja su contundente reiterar a cada rato lo mismo), asegura que Andrés Manuel al cambiar la estrategia agresiva contra los criminales, está en lo correcto porque no hay mejor camino que el que se sigue para restituir la seguridad en México.
Aunque, Epigmenio reconoce, (algunos piensan que se cura en salud), la inevitable prolongación de la violencia delictiva más allá del régimen en curso de la Cuarta Transformación.
Mucho tiempo más debe esperarse, ha llegado a decir sin precisar cuándo exactamente terminará con éxito “para el bien de todos” en territorio nacional la política de “abrazos, no balazos” en sustitución de las matanzas contra criminales ordenadas desde el poder. Y es que en ese tenor podría decirse que los programas sociales se han convertido en promoventes primordiales de la búsqueda de solución a las causas de la criminalidad.
Al respecto, Epigmenio explica que dar a los jóvenes apoyo económico evita que estos se dejen convencer por mafias criminales que se aprovechan de sus necesidades de subsistencia para inducirlos a delinquir y de ese modo proveer de sustento sus hogares.
De ahí que cada programa social esté pensando en darle a la gente dinero con el cuál pueda atender sus requerimientos de bienestar más elementales.
Y pongamos que eso es verdad. Porque los que nada tenían y ahora tienen un respaldo económico que proviene de las arcas públicas, ciertamente pueden optar por vivir de lo que se le proporciona oficialmente y no convertirse en súbditos del crimen organizado por la imperiosa necesidad de conseguir de cualquier manera el efectivo para comer.
La cuestión es que existen algunas reservas sobre la adecuada aplicación de dichos programas sociales, a partir del desconocimiento de quiénes son exactamente lo beneficiarios, en qué han cambiado sus vidas desde que reciben los apoyos públicos, cuáles son sus actuales roles de actividad y durante cuánto tiempo necesitarán seguir siendo objeto del apoyo gubernamental antes de dejar que lleguen otros necesitados como ellos, habida cuenta de que en algún momento tendrán un trabajo propio y no requerirán “toda su vida” estar en una nómina de desamparados sociales. Otra cosa naturalmente: cómo se impide a las mafias criminales que se intimide y obligue a los beneficiarios de los programas a tomar el dinero del gobierno y seguir siendo “brazos” en operativos del crimen.
Qué evita que las mafias secuestren inmigrantes para hacerlos delincuentes y secuestren a mujeres y niños para el tráfico de personas o de órganos y en otros casos los usen como “transporte” de sus drogas. Además de extorsionar empresarios cuando les viene en gana. Así que atacar las causas del crimen organizado sin evitar la opacidad de los programas sociales y no combatir los efectos de la delincuencia en diversos aspectos parece una grave deficiencia de la 4T y parte de los malos cálculos y los posibles errores de Epigmenio.