La silla presidencial y el agua
Alberto Vieyra G. jueves 16, Jun 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Recen para que haya agua en Nuevo León…” y “miéntenle la madre a Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco”. En ese tono fresa, burlón, vulgar y corriente el gobernadorcito de Nuevo León, Samuel García, ha respondido a la carretada de pronunciamientos ciudadanos a través de las redes sociales que le exigen resolver la crisis por la escasez de agua que enfrenta Nuevo León y que le están recordando todos los días a su jefecita.
Sólo que al más puro estilo de los politicastros ineptos le echa la culpa a la Conagua del gobierno federal. Sí, le saca al bulto y sólo falta que imite a López Obrador diciendo que “me dejaron un cochinero en Nuevo León” o que “todo es culpa de los conservadores fifís y los gobernantes que me antecedieron”. ¡Qué poca manera de salirse por la tangente!
Samuel García reparte su odio contra Jaime Rodríguez Calderón, a quien mantuvo en la cárcel sólo por dictados de su hígado.
No, el problema de la escasez de agua no es tan simple, ni se arregla con rezos, ni con mentadas de madre; se arregla con inteligencia como lo harían los hombres de Estado y es que los hombres de Estado no piensan solamente en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones. No se ve que Samuel García le cranee a este asunto que podría costarle el cargo. Pero, no obstante, su pequeñez intelectual como burócrata, ya sueña con ser candidato presidencial, sin saber que los suspirantes por la silla presidencial serán bombardeados por todo el país con agrias exigencias por más de 45 millones de compatriotas que ya enfrentan serios conflictos sociales por la escasez de agua.
Guadalajara, la llamada ciudad garrafonera que consume agua puerca del río Santiago; Nuevo León, Ciudad de México, Coahuila, Puebla, Estado de México, Veracruz, Chihuahua, Sonora y la Baja California se están convirtiendo en una papa caliente para la clase política que ya no podrá resolver el problema con tacos de lengua y atolito con el dedo, sino con millonarios proyectos hídricos que almacenen grandes reservas de agua potable, incluyendo el agua del mar y conviertan las aguas negras en aguas tratadas para la agricultura y la industria.
El dato duro de los 45 millones de compatriotas lo acaba de arrojar la encuesta de México Elige, que dirige Sergio Zaragoza, y viene a encender los focos rojos en un asunto que les dará severos dolores de cabeza a la clase política azteca.
Tampoco se resolvería el problema de la escasez de agua con un huracán que le pegará a Nuevo León. No sabe ni lo que dice ese gobernante de caricatura. Una catástrofe no se resuelve con otra catástrofe.
Recordaré que, en 1988, el huracán Gilberto con una devastadora categoría tres se impactó en Nuevo León, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Coahuila y Tamaulipas con un saldo de más de 250 personas muertas y daños materiales por más de 750 millones de dólares. Ese huracán que a punto estuvo de desaparecer al cerro de La Silla causó inundaciones en gran parte de Monterrey, pero con un abastecimiento que no habría problemas por el agua e incluso los neoloneses tampoco tuvieron problemas por el vital líquido durante el régimen del Bronco.
El agua se acaba y si bien “Dios da el agua, no la entuba” y menos en la era del cambio climático en que la mayoría de los seres humanos estamos devastando a nuestro planeta.