El agua envenenada
Alberto Vieyra G. lunes 13, Jun 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1961, se publicarían en México la primera edición de Agua Envenenada, del escritor Fernando Benítez, quien narra un hecho real en el que un pueblo se rebela contra la inmoralidad de un cacique presidente municipal que se dio el lujo de envenenar el agua del pueblo. La novela pareciera premonitoria del desastre que se cierne sobre la república mexicana, lo peor es que los ciudadanos podríamos estar consumiendo agua envenenada con rastros de radioactividad que se encuentran en la mayor parte de los acuíferos en la nación azteca, producto de la contaminación que sufre no solo el país, sino el mundo entero.
La voz de alarma la ha dado el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) que sugiere al gobierno federal, concretamente a Conagua realizar con urgencia estudios de laboratorio para determinar el grado de contaminación por radioactividad que presenta el agua potable que consumimos los mexicanos.
No pocos pobladores en la República hablan de que es prohibitivo beber el agua que llega a sus casas a través de los sistemas hidráulicos, pues presenta alto grado de azufre e incluso de plomo, a razón del deterioro de las tuberías que conducen el agua a las ciudades.
Uno de estos casos lo constituye el Sistema Cutzamala, el sistema hidráulico más grande del mundo que abastece de agua a la capital de la república, Estado de México y otras poblaciones del centro del país. El Sistema Cutzamala agoniza, no sólo porque las gigantescas presas están secas y azolvadas en más del 50%, sino porque las tuberías que datan desde 1967, se están pudriendo y el óxido está presente en el agua.
Son 2 mil kilómetros de tuberías de un diámetro de hasta 2 metros en los que fácilmente cabría caminando Vicente Fox o algún otro grandulón a lo largo de ellos. Cada año se jura y perjura que el gobierno federal realiza obras de mantenimiento al Sistema Cutzamala, pero la realidad es totalmente distinta: El Sistema Cutzamala agoniza y el agua está contaminada por azufre y plomo.
En la capital del país, las colonias más populares, como Iztapalapa o Gustavo A. Madero y aún en las colonias popof, el racionamiento y la falta de agua es el pan nuestro de cada día. Cada sexenio los dioses sexenales prometen y prometen resolver la escasez del vital líquido, pero ya se ve que Dios da el agua, pero no la entuba.
El actual régimen que se autoproclamó como de la “Cuarta Transformación” no tiene ningún proyecto para rescatar al Sistema Cutzamala, comenzando por desazolvar las presas en las que se ubican los principales acuíferos, muchos de ellos contaminados como el Río Lerma que sufre descargas de materiales químicos y radioactivos de la gran industria asentada en el Valle de Toluca.
En la Ciudad de México, los principales municipios que la circundan y el Estado de México viven ya severos conflictos sociales por el agua y lo peor, es que los conchudos gobernantes que solamente se llenan de pueblo cuando van a pedir el voto y una vez que lo consiguen se vuelven ojo de hormiga, solo buscan resolver la escasez de agua para la casta divina, es decir los ricos que los apoyaron costeando sus campañas electorales.
Enormes filas y dramáticas escenas se pueden ver con gentes llenando cubetas, garrafones en las pipas que les administran, igual que ya comienzan a verse en estados norteños del país que viven una sequía extrema como Nuevo León, San Luis Potosí, Veracruz, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Durango y la Baja California.
Vaya monumental reto que tienen por delante los próximos gobernantes en México que de no resolver el problema del agua se verán en serios aprietos como aquél cacique que envenenó el agua en Tajimaroa, hoy ciudad Hidalgo, Michoacán.