Reciclaje político
Alberto Vieyra G. miércoles 8, Jun 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que no es un partido político, está convertido es un basurero de la clase política mexicana, es decir una planta de reciclaje en el que se recibe todo género de chatarra que emigró del PAN, PRI, PRD, PT, PV y tal y tal.
Desde 2018, cuando AMLO obtuvo después de 20 años la silla presidencial, Morena no ha probado hasta hoy ser un partido apto para ejercer el gran poder político en México y la prueba es que se ha convertido en una fuerza destructora de la nación azteca con un Presidente muy popular, pero malo para gobernar y desde entonces la gente ve a Morena como un partido novedoso en el cual se pueda confiar como la gran opción política de México.
El ejemplo más representativo lo constituye el propio AMLO, quien ejerció el mercenarismo político pasando como jerarca nacional del PRD y luego fundador del actual Movimiento de Regeneración Nacional al que emigraron indeseables especímenes como Manuel Bartlett, quien nuevamente es señalado de estar involucrado en la muerte del periodista Manuel Buendía o como el líder de los trabajadores mineros, Napoleón Gómez Urrutia, “Napito”, quien por tener la nacionalidad canadiense estaba impedido para ser senador por Morena y como muchos otros que arrastran un vergonzoso pasado.
En la elección del pasado 5 de junio vimos ese reciclaje político en Tamaulipas con un Américo Villareal Anaya, hijo del ex gobernador priista Américo Villareal Guerra, también con asegunes, igual que su hijo.
Salomón Jara Cruz es otro reciclado político que militó en el PRI oaxaqueño y ganó la gubernatura por Morena, gracias a su lambisconería hacia el ponzoñoso presidencialismo, pero hoy, sólo el 38% del electorado oaxaqueño lo eligió, convirtiéndose en un gobernante deslegitimado de origen que fue incapaz de convencer o persuadir a los electores para que acudieran a las urnas. Ese feo ejemplo de abstencionismo debería avergonzar a los gobernantes. En Oaxaca y en general en las elecciones últimas quedó plasmado el rostro del abstencionismo, lo cual nos habla de un cansancio electoral, si nos habla de un uso y abuso de los electores que han sido convertidos por la ponzoñosa partidocracia en pagadores de impuestos y viles objetos de uso electoral.
Por segunda vez, los oaxaqueños que acudieron a las urnas lo hicieron seguramente con muchos esfuerzos, pues estaban heridos por los estragos que causo el huracán Agatha y lo mismo ocurrió en las elecciones de 2018, cuando había heridas por los terremotos del 19 de septiembre de 2017.
En fin, que las lacras sociales llamadas partidos políticos están abusando del electorado elección tras elección y llegará el momento en que ni las moscas se paren en las urnas debido a ese monumental cansancio llamado pomposamente por AMLO la “democracia participativa”.
Otro caso de reciclaje político lo vimos en Quintana Roo, donde Mara Lezama se convirtió, con una buena votación, en la próxima gobernadora de Morena en esa entidad, por cierto, ya sumaron 9 gobernadoras en el país. Julio Menchaca es otro ex priista reciclado por Morena y será el próximo gobernador en Hidalgo.
Porfirio Muñoz Ledo, el más extraordinario símbolo del mercenarismo político en México, también se convirtió en diputado federal y reelecto por la vía de Morena. Muñoz Ledo se cuece aparte. Es un señorón histórico, un hombre culto con más de 26 mil títulos de libros en su casa y catalogado en Francia por el entonces presidente François Mitterrand como uno de los políticos mexicanos más probos y honestos, pero de ahí pal ‘real por nadie de los actuales reciclajes políticos de Morena se puede meter las manos. Ellos juran y perjuran que son honestos hasta la pared de enfrente, que no son corruptos, que gobiernan para el pueblo porque “el pueblo pone y el pueblo quita”, pero la realidad es que todos los politicastros no sólo en México, sino en el mundo mienten y utilizan la máxima del escritor chino Sun Tzu de El arte de la guerra, es decir el arte del engaño y lo peor es que, sabe qué… ¡la gente les cree!