El pleito como alimento
Armando Ríos Ruiz lunes 6, Jun 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Los bravucones lo son, por regla general, gracias a una pésima educación en la infancia que los vuelve violentos cuando crecen. Zaira Magallanes dice que la violencia en los seres humanos no es natural. No tiene origen biológico, sino que es producto de nuestra cultura. Es decir, es aprendida. Los seres humanos aprendemos la violencia durante nuestras vidas.
“A esa misma conclusión llegaron otros 17 especialistas en diversas disciplinas científicas en 1986, cuando, convocados por la UNESCO, con motivo del Año Internacional de la Paz, se reunieron en Sevilla, España, para construir una postura unificadora sobre la violencia, sostiene Zaira.
Lo anterior, para ubicar a nuestro Presidente, que existe en un mundo de pleitos, con claras muestras de que no podría vivir, si no es en ese contexto. Le hace mucha falta y por eso, todos los días insulta, desprecia, arrebata, impone, acalla, allana y muestra su predilección por la gente violenta, a la que desea profundamente imponer a la voluntad del pueblo, como si se tratara de lo mejor que hay en un país. Tal es el caso de los delincuentes, a quienes ve como personas más que normales, pues “también son seres humanos”.
Va más allá. No le es posible perseguirlos y someterlos a las leyes bajo las cuales se rige México. Pretende ocultar sólo con palabras y declaraciones, la infinita maldad que los mueve, capaces de arrebatar vidas sin exhibir la mínima compasión o piedad. Más bien con un desprecio total a la existencia, que los torna profundamente indolentes. Engendrar el miedo más profundo les provoca gozo. No digamos el sometimiento y la muerte infligida al enemigo.
El Presidente inició su sexenio con una agenda compuesta, en primer lugar, de conferencias mañaneras, que usa sólo para desprestigiar. Para llenarla de ataques a todo lo que se mueve, adverso a su forma de pensar y de hacer. Eso ha provocado una polarización ciudadana, que raya en los pleitos a fondo. Hay que preguntarle al despreciable por donde se le vea, diputado Fernández Noroña, cómo le ha ido por imitarlo y proferir sandeces contra todo mundo que no esté de acuerdo con su manera de insultar, sin importar que se trate de mujeres.
Pero ante los retos, se dice demasiado viejo. Es decir, se raja de plano y alude a que tiene ya 62 años. ¿Viejo a esa edad o se trata de supina cobardía? Que no lo rete una mujer, porque seguramente sería capaz de golpearla. Pero con los hombres calla o exhibe toda su inmunda rajadez. Valga la expresión.
Pero volvamos a lo que nos ocupa. El mandatario ha dado sobrados motivos a muchos países, que lo critican con justeza, como Inglaterra, Estados Unidos, España, Nicaragua, Panamá y recientemente Colombia. Con éste último, convencido de ser el gran líder de América Latina, que le permite meterse en lo que realmente no le compete. Sin embargo, sí protestó contra Estados Unidos, a quien le dijo que México no es una colonia gringa.
En conferencia mañanera, se solidarizó con Gustavo Petro, el candidato de la izquierda, quien enfrenta una campaña de desprestigio y “guerra sucia” de lo más indigna, ruin y cobarde. Los colombianos contestaron a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, que mencionó que la actitud de López constituye una “injerencia desobligante en los asuntos internos de nuestro país”. O lo que es lo mismo, dicho con otras palabras, que no se meta en lo que no le importa.
¿Necesita el pleito? ¡Está claro que sí! ¡Delira por encontrarlo! Y no le faltan motivos. La Prensa mexicana ha sido, desde su llegada a la Presidencia, su símbolo de tiro al blanco. La ha tratado con todos los calificativos peyorativos que conoce y ha tratado de sustituirla por improvisados sin la mínima calidad profesional. En este caso, ha enseñado a sus huestes a decirle “chayotera”.
Ha mostrado un vocabulario corriente, en el que incluye los términos, fifíes, neoliberales, conservadores y muchos más, que aplica, aunque la situación no venga al caso. Resume en la palabra “conservadores” a quienes critican sus dislates y sus desplantes que ofrecen precisamente, material para la crítica.