La tendencia en América Latina
Armando Ríos Ruiz viernes 3, Jun 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Cierto es que en materia política, la tendencia en América Latina ha sido, desde hace algunos años, hacia la supuesta izquierda. La gente ofrece claros tintes de hartazgo de los gobiernos tradicionales y ha decidido castigarlos con vueltas de vista hacia otros rumbos. El problema es que voltea sin siquiera vislumbrar lo que puede ocurrir con ese cambio, que ofrece riesgos de traducirse en un sonoro revés al paso del tiempo. Hay evidentes ejemplos.
A pesar de la presencia perjudicial de regímenes implantados hace muchos años, que no han traído más que desventura para los habitantes de países en donde se implantaron. Con todo y que al paso del tiempo han sido sumamente criticados, no es posible ver la maleza por estar dentro de ella. Pero esos gobiernos de supuesta izquierda ahí están, con todo y su perniciosa presencia devastadora. Lo malo también es que se enquistan durante muchos años, gracias a elecciones fraudulentas que pueden controlar a placer.
La gente está harta. Cansada de los gobiernos tradicionales que han llegado a saquear, como en cualquier país de América, en donde los gobernantes han dejado las arcas vacías cada vez que los mandatos terminan. Lo malo es que la gente cree que no hay más opciones y opta por aceptar una que puede ser peor y que de hecho, lo es en la mayoría de los casos.
En México sucedió. El ex Presidente Enrique Peña Nieto dejó un país envuelto en un coraje infinito, por su evidente pésima conducción y por su cínico enriquecimiento. Lo mismo hicieron otros miembros de su gabinete. Hoy, el ex mandatario presume su cuasi nacionalización española, gracias a la visa dorada que se otorga a los grandes inversores.
Como si lo fuera pues. Vive cómodamente en la madre patria con todos los millones de pesos que seguramente suman también millones de dólares. Aquí se dice que cuajó redondito su pacto con el actual mandatario tabasqueño, para no ser perseguido y castigado gracias a sus excesos y abusos.
Los mexicanos decidieron dar un castigo al PRI y a todos los partidos, convertidos en generosas empresas que producen mucha riqueza a quienes los dirigen. Votaron, no por el mejor, sino por el más visto durante años de insistencia en llegar a la silla presidencial. Como la gente no analiza, simplemente dio su voto al que prometió un cambio, pero hacia la devastación. Hacia la destrucción.
Nadie. Ningún político pudo vislumbrar que el cambio no estaba en las promesas o en las más abundantes. Estaba en un salto de fondo. En un viraje basado en estudios profundos, que conlleva la erradicación de la partidocracia perjudicial e infecta. Votar por votar, por coraje, por hartazgo, por infligir un castigo, sin verter el mínimo análisis, lleva a los países a caer en algo peor. En América tenemos los ejemplos de Cuba, de Venezuela y de muchos otros y México vive una tendencia hacia el mismo rumbo.
El fenómeno se extiende a más países. Son muchos los que por castigo, se gobiernan con miras populares y dictatoriales. Colombia es otro de tantos y el más reciente, en donde las elecciones amenazan con llevar al máximo pedestal a Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico, o la coalición de las izquierdas, por las mismas razones que en México o por haber padecido siempre gobiernos irracionales que sólo han utilizado los cargos para enriquecerse. La primera vuelta electoral así lo anuncia.
En esta primera vuelta, Petro se impuso con 40 por ciento. Muy por encima de Rodolfo Hernández, su principal contendiente, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, que por cierto, en su nombre revela esa mentira en la que caen todos los políticos, para después despojarse de ese ropaje”.
Ocurre hoy en México. El Presidente que todos los días habla de combate a la corrupción, la anuncia flagrantemente para sí y para su gabinete con sus actos: perdón a la familia. Perdón a los amigos. Perdón a la delincuencia. Etc.