El 2024, a la vista
Freddy Sánchez jueves 2, Jun 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La veda electoral incita a los personajes de dirección en los partidos políticos para ver opciones y planear su futuro inmediato, después de las elecciones del próximo domingo y hasta que se consume la designación formal de los candidatos presidenciales y llegue el día de la contienda que anticipadamente se prevé como una de las más concurridas de la historia.
Porque cualquiera, con un poco de capacidad intuitiva, puede avizorar que la profunda división de opiniones a favor y en contra de la 4T, habrá de poner en movimiento a la mayoría de los electores que tengan la voluntad de ratificar o rectificar el rumbo nacional.
Es evidente que el activismo proselitista partidario influirá en el porcentaje probable de participación electoral, además del nombramiento de los candidatos y el acontecer nacional en las cuestiones que mayormente interesan a la población.
Y es que el tema de la seguridad (quebrantada en varios sexenios por las mafias criminales dedicadas a cometer crímenes a diestra y siniestra derramando sangre como nunca antes según parece), es quizás el elemento principal a elevar la participación electoral ciudadana.
Pero, en una medida igualmente importante lo puede provocar la lucha contra la corrupción (anunciada con gran vehemencia y despertando muchas expectativas), lo que por lo pronto ha dejado que desear y por ello este hecho estaría llamado a llevar a más electores a las urnas, independientemente de lo que propicie el manejo de la economía y sus buenas o malas repercusiones en las familias de medianos y menores ingresos en el país.
La suma de los factores anteriores podría incidir en las elecciones más allá de lo que suceda al interior de los partidos políticos, ya sea si se mantiene o modifica la coalición de Morena y sus aliados o el bloque opositor se vigoriza o debilita, puesto que lo que en verdad estará en el centro del debate para el próximo ciclo sexenal es el apoyo o el rechazo de la mayoría electoral para que continúe en el poder presidencial el grupo político comandado por Andrés Manuel López Obrador.
La figura más relevante de la 4T, a quien una amplia cantidad de habitantes de este país lo ven como insustituible protagonista del acontecer político nacional en tanto Morena conserve la primera magistratura y el presidente goce de salud física y mental para influir en los asuntos del gobierno y la política. De ahí entonces que los pasos a seguir tras las elecciones en seis estados de la República tendrán que enfocarse a fortalecer la unidad de Morena y sus aliados y los mismo en el bloque opositor.
Una cuestión que por lo que al partido en el gobierno se refiere, todo indica que lo resolverá como mejor le parezca el presidente López Obrador y a partir de su decisión a favor de cualquier aspirante presidencial, el morenismo deberá dedicar su tiempo a impulsar al candidato de Morena o la candidata si ésta fuera como se cree: la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
En ese sentido, es evidente que la definición de la candidatura en Morena puede abrir “boquetes” en sus filas e incluso causar una desbandada de ciertos grupos que apoyen a un candidato diferente al que pudiera darle su respaldo algún partido de oposición si el bloque se desune o no tiene más remedio que recurrir a medidas desesperadas para no desaparecer del panorama electoral.
Un riesgo que parece será mayor para el PRI, PAN y PRD si en vez de consolidar su unidad, por una u otra razón se produce una disolución entre los partidos de oposición y cada cual busca subsistir con sus menguados apoyos electorales en los comicios presidenciales conformándose con una mínima cantidad de cargos de elección popular.
Más que evidente es por ello, que si los contrarios a Morena y sus aliados, no van juntos, difícilmente recuperarán la presidencia e incluso lejos podrían estar de mantenerse como fuerzas opositoras dignas de confianza social.
De ahí que su futuro está por verse, en tanto el 2024 está a la vista.