Aflicción por los delincuentes, ni una palabra de consuelo para periodistas
Miguel Ángel Rivera lunes 30, May 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
El reciente fin de semana el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó constancia nuevamente de que “su pecho no es bodega” y de dónde están sus simpatías y sus fobias.
El primer mandatario realizó una más de sus giras, esta vez por los estados de Sinaloa y Chihuahua, en cuyas colindancias está el llamado “Triángulo Dorado”, uno de los principales enclaves del narcotráfico en nuestro país.
Es una región de la Sierra Madre Occidental de difícil acceso que comprende además de Sinaloa y Chihuahua, una parte de Durango. Se le puso ese sobrenombre en recuerdo del Triángulo Dorado del Sudeste Asiático, que comprende regiones de Tailandia, Myanmar y Laos, y que se hizo universalmente conocida por la producción y venta de drogas.
Desde hace muchos años, esa región se consideraba una de las más peligrosas de toda la República, pues la única autoridad era la de las bandas dedicadas al narcotráfico. Los rumores populares sostenían que ni el ejército tenía capacidad para penetrar por esos rumbos.
Particularmente en la región perteneciente a Sinaloa, entre 1975 y 1976 al tiempo de la sucesión presidencial entre Luis Echeverría y José López Portillo, se desarrolló una de las primera gran operación militar y policíaca tendiente a erradicar los cultivos de amapola y mariguana.
Aunque oficialmente no se admitió, la movilización de las fuerzas del estado respondió a presiones de los Estados Unidos, entonces encabezado por Gerald Ford, sucesor de Richard Nixon, que renunció a raíz del espionaje político contra el Partido Demócrata, escándalo que se conoció como “Watergate”. La paradoja es que fueron los estadunidenses los que promovieron el cultivo de la amapola, pues necesitaban drogas para sus soldados heridos durante la Segunda Guerra Mundial y no podían llegar la producción de la otra zona dorada, la de Asia.
También oficialmente, la bautizada como “Operación Cóndor” fue declarada un éxito, pero el hecho es que los cultivos subsisten hasta la fecha y, según muchos indicios, han prosperado. Los más renombrados capos de la droga han sido vinculados a la producción y comercialización de lo que se cultiva en esa región, como son los casos de Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ismael “El Mayo” Zambada, la familia Beltrán Leyva y, sobre todo, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, actualmente preso en los Estados Unidos.
Por la presencia del narco, muchos residentes en poblados del Triángulo Dorado abandonaron sus viviendas, pero otros permanecieron y se acondicionaron y hasta colaboran con los cárteles, al grado que se dice que cuando se atreven las autoridades a perseguir algún capo, los vecinos los ayudan a ocultarse.
AMLO propone cambiarle el nombre al Triángulo Dorado
El reciente fin de semana, el presidente López Obrador visitó por cuarta ocasión Badiraguato, población de Sinaloa que tiene como su hijo más distinguido al “Chapo” y luego se introdujo en una parte del llamado Triángulo Dorado, para luego trasladarse a Guadalupe y Calvo, ya en Chihuahua.
El jefe del Ejecutivo supervisó los avances de la carretera Badiraguato-Parral y Durango-Culiacán, y encabezó el avance del programa Sembrando Vida.
Allí la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel -surgida de Izquierda Democrática Nacional (IDN) la corriente que encabezan René Bejarano y su esposa Dolores Padierna- planteó la idea de que ese nombre de Triángulo Dorado es despectivo, por lo que sería conveniente cambiarle de denominación.
La idea fue adoptada de inmediato por López Obrador: “Yo también coincido con Ariadna, no me gusta, me molesta que llamen Triángulo Dorado y ojalá entre todos busquemos la forma de llamarle el “Triángulo de la Gente Buena y Trabajadora” o la “Región de la Buena Vecindad” o algo así.
“Pero ya hay que cambiar eso porque aquí hay mucha bondad, mucha gente buena, trabajadora, lo que se ha dicho, y no hay que estigmatizar”, sostuvo López Obrador, quien ya anteriormente, como parte de su política de abrazos y no balazos había abogado por los delincuentes, pues según señaló “también tienen derechos humanos”.
Inclusive recordó que le pidió al gobierno de Estados Unidos que ya no hablaran del “Triángulo de Centroamérica” (Guatemala, Honduras y El Salvador) “porque no les gusta a los centroamericanos que les llamen así, a quienes viven en el triángulo de los países de Guatemala, de Honduras y El Salvador. Son los países de Centroamérica, nada de Triángulo”.
También es de recordar que, ante comentarios indignados porque soldados fueron perseguidos por delincuentes armados, el presidente justificó que se evitara la violencia y aseguró que su gobierno protege la vida de ciudadanos y también de presuntos delincuentes, porque no está de acuerdo con la Ley del Talión.
No fue un desliz, luego reiteró que su gobierno también protege la vida de los delincuentes y que no se retractará, porque su administración tiene la obligación de preservar la vida de todos los mexicanos, incluso si son presuntos infractores de la ley.
Por eso, luego de supervisar los avances de la carretera Badiraguato-Parral y Durango-Culiacán, además de encabezar el avance del programa Sembrando Vida, retomó la propuesta de llamar de otra forma.
En concordancia con lo recomendado por el presidente López Obrador, yo también retomo otra idea que ha circulado por las redes sociales y propongo que el nombre de esa región se cambie por “Triángulo del Bienestar”, el cual cumple con el reconocimiento a la gente buena de esa región y además se ajusta a los principios de la llamada Cuarta Transformación, que a todos los títulos agrega el término “bienestar”, como es el caso de la antes llamada Secretaría de Desarrollo Social, que ahora es simplemente Bienestar.
En ese afán de ser justiciero, usar ese nombre implica un reconocimiento a diligente titular de esa dependencia, Ariadna Montiel, quien hizo la propuesta inicial.
¿De qué se quejan? No les pasó nada
Esa preocupación mostrada por el presidente López Obrador por los vecinos del “Triángulo Dorado” y con los derechos humanos de los delincuentes no se extendió a los reporteros encargados de informar su sus actividades. Lo que en términos periodísticos se conoce como “la fuente”.
Tal vez no muy sinceros, pero anteriores Presidentes de la República siempre expresaron un público simpatía y reconocimiento para los reporteros, especialmente cuando ocurría algún incidente que los pusiera en riesgo. Claro, también hubo muchos momentos de desacuerdos y hasta de enojos, pero resultaban pasajeros.
En la actualidad, el presidente López Obrador ha hecho del gremio periodístico uno de sus adversarios. Salvo “honrosas” excepciones los considera herencia de los regímenes “conservadores” y “neoliberales” a los que atribuye todos los males del país.
También cabe recordar que, como resultado de las medidas de austeridad del actual régimen, desapareció el Estado Mayor Presidencial, que se encargaba de cuidar la seguridad en todos los sitios por los que pasaba la comitiva presidencial, prensa incluida.
Estos antecedentes son de tomar en cuenta porque durante esa gira por el noroeste de la República, al transitar por la carretera de Badiraguato a Guadalupe y Calvo, las dos camionetas que transportaban a “la fuente” de la Presidencia, fueron interceptadas por un retén integrado por guardias armados que no pertenecían a ninguna fuerza policíaca o militar. (El primer mandatario y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, viajaron en helicóptero).
Los hombres armados les pidieron a los periodistas que informaran a dónde se dirigían y que aclararan si portaban alguna arma. Asimismo, les preguntaron si habían tomado fotos o videos y sólo cuando se sintieron satisfechos por las respuestas, les franquearon el paso.
En videos difundidos por varios medios se puede observar que sobre la carretera fue colocado un dispositivo con clavos para evitar el paso de vehículos. Además, se ven al menos 10 hombres armados, algunos con ropa de camuflaje. A orilla de carretera estaban estacionados tres vehículos.
Lejos de la preocupación por los derechos humanos de los delincuentes y por quienes viven en una región con mal nombre, al enterarse del mal momento por el pasaron los periodistas, el Presidente lo minimizó y se limitó a comentar que “no pasó nada, afortunadamente”.