La economía que no despega
¬ Luis Ángel García miércoles 18, May 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Por más esfuerzos que hace el gobierno federal por reactivar la economía y frenar la hiperinflación que se registra en los primeros meses del año, la población vive los efectos del decrecimiento y el incremento de los precios en los productos básicos; ni hablar del “gasolinazo”, aunque en las esferas oficiales lo nieguen.
La narrativa de la 4T envía el mensaje de que los nulos resultados en la economía se deben al neoliberalismo, la corrupción de los gobiernos del pasado, la pandemia y la invasión a Ucrania, pero no reconoce la falta de un plan sexenal, la imposición de un programa estatista setentero y la falta de políticas publicas en la materia para crear empleo y atraer la inversión privada.
La población sufre los efectos de la inexperiencia de los malos servidores públicos y de las ocurrencias presidenciales, no en vano han desfilado tres secretarios de Hacienda y renunciado otros funcionarios. Cortos de mira, los hombres de la 4T no tienen más visión que las obras caprichosas del inquilino de Palacio Nacional, como es el aeropuerto fantasma, una refinería con pocos años de vida, cuando el mundo pasa a las energías limpias y un tren antiecológico que no contacta al sureste. Mientras tanto, el ciudadano de la calle sufre los efectos de una inflación que hace inaccesible la canasta básica; ahora hay cuatro millones de nuevos pobres, que se suman a los 16 millones ya existentes.
Como no hay más proyecto que el uso electoral de los programas sociales, no se han preocupado por alentar la creación de empleo, incentivar la inversión privada, abandonar las prácticas populistas de la economía estatizada que hundieron a México en los setentas. Por eso la economía no despega.
Cierto que la pandemia hundió las finanzas nacionales, a tal grado que tuvimos un decrecimiento del -8 por ciento, pero no sólo fue el negro panorama global de la economía, sino la mala estrategia gubernamental para hacer frente a la enfermedad, no únicamente con un errónea estrategia sanitaria, sino la indolencia con la que se trató el tema económico; la falta de incentivos para apoyar a los emprendedores, el facilitar la postergación en el pago de impuestos, diferir las cuotas obrero-patronales al IMSS, atemperar el pago sobre nóminas, medidas que tomaron otros países como los Estados Unidos y que, en su momento, aminoraron la crisis.
No bien pasaba lo peor de la Covid-19, por presiones externas, este año se presentó un proceso inflacionario que no se veía en más de dos décadas, con el consabido efecto sobre los productos de consumo popular. Remedo de los pactos ochenteros y noventeros de los gobiernos neoliberales, se pretendió comprometer a los empresarios -a través de sus Cámaras-, a mantener el precio de sus productos y no incrementarlos en los próximos seis meses.
Algunos accedieron a sujetar los precios y sacrificar ganancias, pero lo que consume el pueblo no puede controlarse por decreto. De tal suerte que el costo de la tortilla, base de la alimentación del mexicano, no se ha podido mantener y cada vez se incrementa más. Pretendieron disfrazar un iluso y efímero control de precios -como en la “docena trágica” (1970-1982) o con el “error de diciembre” (1994)-, pero sin el concurso de los factores de la producción.
Igual que con Echeverría y su frase de que la economía se maneja desde Los Pinos, ahora se pretende imponer criterios de políticas económica desde Palacio Nacional. Tanto entonces como ahora, es evidente que los mandatarios no son expertos en cuestiones económicas y que su obstinación termina por hundir al país. Zapatero a tus zapatos, no en vano se han ido dos titulares de la SHCP.