¿Y los derechos humanos del ciudadano?
¬ Luis Ángel García lunes 16, May 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
No es la primera vez que el gobierno de la 4T justifica sus errores y exonera conductas delictivas. Lo hizo durante el “culiacanazo” y la liberación de Ovidio Guzmán, cachorro de “El Chapo”, dizque para evitar el derramamiento de sangre de inocentes. Ante una nueva generación de elementos de la Guardia Nacional destacamentados en un cuartel, recibieron instrucciones del mismísimo Presidente de respetar los derechos humanos de los delincuentes y no usar la fuerza. Recientemente, y ante la exhibida que recibió una patrulla de militares correteada por delincuentes, se habló de “la valentía” de los soldados que, para respetar la vida de los malandros, no respondieron la agresión, porque son también seres humanos. Pero la deshonra nadie se las quita. El otrora glorioso Ejército mexicano ridiculizado por unos facinerosos, aparentemente desarmados.
Esos son los riesgos de la política de abrazos y no balazos, estrategia que ha demostrado su ineficacia y ha costado la vida de 120 mil mexicanos en medio sexenio, cien mil desapariciones forzadas y los más altos registros de violencia en el país. Nada para al crimen organizado, cuyo empoderamiento hace peligrar la gobernabilidad en México.
Mientras tanto, son cada vez más cotidianas las imágenes de soldados sometidos por sicarios, “guardias comunitarias” -narcos disfrazados-, pobladores o comuneros. En todos los casos, un común denominador es la falta de respeto a las fuerzas armadas, las que ya perdieron el principio de autoridad. Inermes, hincados o pecho tierra, con botas sobre sus cuellos, insultados, golpeados y escupidos, como modernos nazarenos; las grabaciones se ven en redes sociales y medios de comunicación. La respuesta es siempre la misma: valientes, no respondieron las agresiones para evitar una tragedia. ¿Más tragedia que el envenenamiento de jóvenes mexicanos atrapados en las adicciones -En Estados Unidos han muerto 120 mil chavales en el último año por sobredosis de droga sintética vendida por cárteles mexicanos-, de miles de familias desplazadas de sus comunidades por la violencia del crimen organizado que las despoja de sus propiedades, de las 120 mil muertes provocadas por sicarios en ajustes y masacres o de las víctimas inocentes que se ven como daño colateral?
Ni hablar de los secuestros, el pago de piso que empresarios o comerciantes trabajadores y decentes tienen que hacer a las mafias que los amenazan y asesinan. Pero a los delincuentes hay que verlos como buenos seres humanos y respetar sus derechos, sobre todo al de la vida. En redes se viraliza una antigua campaña donde se acercan a deudos, emprendedores secuestrados, amas de casa asaltadas o robadas sus casas, delincuentes que les piden los perdonen. Ese mensaje publicitario apela al resentimiento social que hay por la inseguridad y la inacción gubernamental.
Por eso son poco creíbles las explicaciones que pretendieron dar, tanto el Ejecutivo como el titular de la Sedena, ver gloria y heroísmo en eventos de sometimiento o franca retirada de quienes deben imponer el orden y hacer uso legítimo y proporcional de la fuerza. Dice el general secretario que los elementos no respondieron las agresiones porque los rijosos no estaban armados. Si desarmados hicieron literalmente correr a los militares, con armas los hacen diabéticos o les da un infarto. Calladitos se ven más bonitos.
Mientras tanto, ¿quién defiende los derechos del ciudadano a la vida, a la seguridad, al respeto a su patrimonio, al libre tránsito, a la garantía de desarrollar con tranquilidad su trabajo, de ir a la escuela, de caminar sin temor en las calles. Esa es obligación del Estado.