El difícil oficio del periodismo
¬ Luis Ángel García miércoles 11, May 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
En menos de cinco meses han sido asesinados once informadores, por lo que México está considerado como el país más riesgoso y letal para ejercer el periodismo. A la mitad del sexenio, se superó el número de comunicadores ultimados en otras administraciones.
La violencia se recrudeció en este régimen. Las Naciones Unidas advierten que los homicidios dolosos son responsabilidad del crimen organizado en contubernio con agentes del Estado. Hay preocupación en organismos internaciones, agrupaciones periodísticas extranjeras y nacionales por las agresiones a reporteros y opinadores en el 2022, la más cruenta en los últimos 25 años. No solo es la violencia contra los trabajadores de la comunicación, sino la impunidad en el delito. Más del 96 por ciento de los casos registrados no se esclarecen, y delito que no se castiga, delito que se repite.
La delincuencia organizada, poder fáctico que ha corrompido a policías, ministerios públicos y jueces, incursiona en la violencia política y no solo mata candidatos, legisladores o ediles, impone aspirantes, financia campañas y acalla a periodistas, alienta la autocensura y crea zonas de silencio. En varias regiones del país, los medios de comunicación han dejado de cubrir los eventos policiacos, incluso desaparecieron las secciones de nota roja, la información sobre narcotráfico, masacres o desapariciones. Las mafias han logrado imponer su ley y amedrentado a dueños de medios y a periodistas. La ley de plata o plomo debilita la libertad de expresión.
Las autoridades no han encontrado la estrategia eficaz para brindar seguridad al gremio periodístico. Está rebasado el Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos Humanos y Periodistas, el cual se sometió a una revisión, pero el fenómeno de la violencia no da tregua. Es obvio que la política de abrazos y no balazos no funciona y hace falta una mayor prevención del delito y el uso legítimo de la fuerza. No se puede actuar a toro pasado y solo decir que se persigue a los autores intelectuales o materiales de los atentados, sino garantizar el ejercicio libre del periodismo y prevenir los atentados. Ese debe ser el Leitmotiv del mecanismo de protección, la prevención de las agresiones y, en el caso de los hechos consumados, evitar la impunidad.
Pero se ve difícil que el gobierno pueda hacer retroceder a la delincuencia organizada en su intención de acallar a la prensa, en su propósito de evitar se difundan sus ilícitas actividades, en debilitar el periodismo de investigación. Avanzan las zonas de silencio, la autocensura y crecen las víctimas de la violencia. Once comunicadores menos, agravio a la sociedad misma. No importa el motivo, se silencian las voces que exhiben a los nuevos jinetes del Apocalipsis: los narcóticos, el tráfico de armas, la trata de personas y los pícaros políticos que utilizan su poder para vengarse de quienes los denuncian. Muy claro lo tiene la ONU, es el crimen organizado y los agentes del Estado quienes eliminan a los periodistas. Veracruz, Oaxaca, Michoacán, Zacatecas, Sinaloa, son algunas de las entidades donde se han asesinado a los informadores, estados donde las mafias se empoderaron, pero también donde más se han corrompidos las autoridades.
Es un gran reto para los gobiernos federal y locales proteger a los periodistas y mientras no haya un monitoreo preventivo de potenciales periodistas en riesgo, poco se podrá lograr. La libertad de prensa, como expresión de la democracia, está en riesgo. Esperemos que las plumas independientes, plurales y comprometidas no sucumban a la ley de plata o plomo. No se derrota la verdad matando al mensajero.