Engaño democrático
Freddy Sánchez martes 3, May 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Crear un panorama transparente que permita ver la viabilidad de elecciones limpias y libres.
Esa debe ser la principal motivación de cualquier intento democratizador para el mejor flujo de la voluntad popular a la hora de elegir representantes en las urnas electorales.
Así que siendo esa la premisa de la propuesta presidencial de reforma electoral en el país, lógicamente habría que estar de acuerdo con las acciones a tomar con miras a mejorar la calidad de la democracia.
Ahora que es menester reconocer que en los asuntos de la política “no todos lo caminos llevan a Roma” y menos los andurriales oscuros en los que se pudieran manipular dolosamente los procesos electorales, puesto que de sobradas maquinaciones corruptas y tramposas para suplantar la voluntad electoral en México, existen muchos antecedentes.
En ese sentido, es preciso señalar que el proyecto de reforma electoral que formula el gobierno amerita la más minuciosa revisión y el obligado replanteamiento sobre aquellas cuestiones que provoquen todo tipo de suspicacias respecto a una posible construcción de atajos antidemocráticos para provecho de algún grupo político o económico en el país.
Así que por ningún motivo debe propiciarse la práctica de truculencias electorales que pudieran traducirse en “hacerle el caldo gordo” a la Cuarta Transformación con la malsana intención de obstruir y nulificar la democracia electoral, en lugar de facilitar su accesibilidad a la sociedad sin ánimo alguno de favorecer ciertos intereses y anular otros.
Y en el mismo tenor, es de puntualizar que si nadie en el aparato institucional y el partido gobernante debe permitirse ni tener permitido recurrir a medio alguno para influir en la organización, realización y vigilancia de los procesos electorales, por supuesto que un impedimento idéntico se tiene que garantizar para cualquier grupo externo a la estructura institucional en todas sus modalidades. He ahí entonces el punto medular a cuidar con respecto a un cambio de las normas legales y los instrumentos disponibles para los futuros comicios en el país.
“El fuera manos” debe ser parejo para que las elecciones por venir no estén sujetas a manipulaciones del gobierno o contrarias a los fines lícitos de gobernar al país.
Los que deban ocupar los cargos electorales entre más independientes sean de intereses institucionales, partidistas, grupos de gran poder económico y organizaciones criminales, mejor será para la buena marcha institucional. Y para eso salen sobrando “padrinos políticos” que suelen convertirse en los que “mueven los hilos de las marionetas” que llegan a una posición legislativa o electoral de carácter institucional por la recomendación y aprobación de los que más tarde suelen ejercer “el poder tras el trono”.
La idea entonces de que el pueblo elija a los consejeros parece una buena idea, siempre que los candidatos no surjan de la voluntad exclusiva de aquellos que el día de mañana muy posiblemente estarán “cobrando favores” y exigiendo el pago de estos a quienes logren hacerse de un cargo prácticamente por “dedazo”.
De eso se quejan actualmente los que acusan a consejeros, magistrados y ministros de asumir resoluciones tendenciosas y parciales en ciertos casos, según convenga o no a los que propusieron sus candidaturas y luego aprobaron sus nombramientos.
Eso pues, debe evitarse en todo lo posible con candidatos que emanen de la sociedad civil, al igual que quienes ocupen los cargos legislativos y electorales en México, debiendo sus encomiendas a la sociedad y no a políticos “con manga ancha” atribuible a sus puestos de poder.
Mucho entonces hay que recomponerle a la reforma electoral que propone Andrés Manuel para que no se traduzca en un engaño democrático.